sábado, 27 de mayo de 2006

Y viceversa

Decíamos ayer (y esta vez es literal) que el trato con el maestro es muy importante. Tanto que Dante concibió la Divina Commedia, entre otras cosas, para encontrarse con su venerado Virgilio. Tanto que a veces hemos asumido el grave riesgo de una decepción con tal de conocer a un autor estimado. Es así. Pero también al revés. Si buenos, los libros nos dan otra cosa distinta, que no puede darnos el trato personal. Lo pensaba ayer mientras leía Reunión, el libro de La Veleta donde José Mateos recoge toda su obra en verso. Un día explicaré cómo Mateos es un maestro mío fundamental, aunque de incógnito. La amistad, que cubre muchos defectos, es también el mejor modo de disimular la jerárquica relación maestro-discípulo, que esta época igualitaria proscribe. Por hoy baste saber que, a pesar de que nos vemos a menudo, de que hablamos por teléfono, de que le escucho con atención memoriosa, de que responde a mis preguntas, a pesar de todo, su libro es imprescindible. Éste, para empezar, es el primer poema:

LA PALABRA

De nada han de servirte los versos que ahora escribas.
La emoción que tú pones en ellos te hace digno,
pero nunca te salva, pues quedan sin respuesta.
¿Acaso no comprendes que el silencio es más claro
y que con la palabra das distancia y concluyes
lo que siempre es comienzo, y umbral, y estar en vilo?

Mira, tras la tormenta, amanecer el día:
en las ventanas deja dorada luz del alba;
tiemblan, sobre los charcos, las últimas estrellas…
¿Y ha de servirte a ti suplantar la hermosura?

A ti, no, José Mateos, pero a nosotros, sí . La poesía, tú lo sabes, es servicio a los demás: dar a los otros lo mejor que hemos arrancado de nosotros mismos, a costa de dudas y renuncias. Aquello que es demasiado íntimo para la intimidad y que sólo puede decirse en público, publicado.

5 comentarios:

Inma dijo...

Precioso concepto de la poesía el que apuntas, Enrique. Y que ha pasado desapercibido entre grandes poetas que, quizá no lo fueran tanto.
Gracias por tu amable visita a lanzaspalabrasveloces.!

Carlos RM dijo...

Está siendo para mí revelador conocer la dimensión generosa de la poesía, este darse que citas en las últimas líneas de tu entrada, un párrafo maravilloso como lo es el poema de José Mateos. Es darse y es quedarse, dejar algo de lo que somos, sentimos o queremos sentir para el crecimiento de los demás y —también— de uno mismo. [Quizá la palabra crecimiento no sea la apropiada]. Preciosa la paradoja de lo demasiado íntimo para la intimidad que debe decirse en público, publicado. Ya ves, empiezo a citarte.

Enrique Baltanás dijo...

Ayer, nada más leer tu comentario, salí a buscar el libro de José Mateos. Creo haber leido todos sus libros, pero ese poema que reproducías me hizo sentir la necesidad de releerlo (a Mateos, digo)entero y junto, en esa nueva edición.
Pasé por BETA y la Casa del Libro, pero nada. No había llegado aún.
Tuve que conformarme con las novedades de Dionisia García y de Juan Bonilla. ¿Y qué decir? Pues... que pocas novedades.
Y eso de "Qué alegría cuando me dijeron/ vamos a la caza del Señor",tiene la gracia tonta del chiste fácil. O la gracia fácil del chiste tonto. A mí me parece estupendo que haya poetas ateos y blasfemos, que no todo va a ser Númenor y d'ors o tres más. Pero deberían argumentarlo mejor, porque eso de que "Si no lo destruimos, renunciamos/ a nuestra salvación", espero que no se lo crea ni el propio Juan Bonilla, que es demasiado culto y demasiado inteligente como para ignorar la "salvación" que han proporcionado al mundo regímenes militantemente ateos como los de Hitler, Pol-Pot, Castro, Mao, Stalin y otros salvadores parecidos.
En fin, que bienvenida sea la poesía de ideas, que ya estamos un poco hartos de la poesía del instante pasajero. ¡Releamos a Feuerbach, que es el último grito en filosofía!

E. G-Máiquez dijo...

Sí, Miguel Ángel, las cosas de García Montero se olvidan enseguida. Me ha dado mucha envidia lo de "meditada y estable biografía". La de un servidor sale siempre por donde menos se espera. "Sílaba, lenguaje a sueldo" es un verso y una idea inquietante.

Buentes dijo...

Ya leí de José Mateos su libro "La Niebla" que se trata de un solo poema pero que no decae en ningún momento y que me gustó muchísimo. Tras ese poema que pones, creo que iré rápido y veloz a buscar "Reunión" y algún otro, buen material en el que merece la pena gastarse el dinero que se trabaja uno...