jueves, 15 de junio de 2006

Los frutos del bien

Al barbero del rey del Suecia siempre le pareció una torpeza de don José María Pemán aquel título de uno de sus poemarios, Las flores del bien. Meterse en florituras para medirse con el autor de Las flores del mal era jugar en su propio terreno o jardín o arriate. Ya puestos a la moralina, hay que hacerla a fondo: lo mejor habría sido titular el libro Los frutos del bien.

Mañana seguiremos hablando de Pemán, pero ahora el barbero se alegra mucho de que no cayera en la cuenta, porque realmente los frutos del bien se pueden cosechar en los dos libros de notas del propio Charles Baudelaire, Cohetes y Mi corazón al desnudo. Véanse:

La franqueza absoluta, medio de originalidad.
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El espíritu de burla puede no excluir la caridad, aunque es raro.
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El trono y el altar, máxima revolucionaria.
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En la plegaria hay una operación mágica. La plegaria es una de las grandes fuerzas de la dinámica intelectual. Hay en ella como una corriente eléctrica.
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El rosario es un médium, un vehículo: la oración al alcance de todos.
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España pone en la religión la ferocidad natural del amor.
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El primero que llegue, con tal que sepa divertir, tiene derecho a hablar de sí mismo.
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La agudeza es una obra maestra.
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Las naciones no tienen grandes hombres más que a pesar suyo. Por lo tanto, el gran hombre es el vencedor de toda su nación.
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Hay que trabajar, si no por gusto, por desesperación, ya que está comprobado que trabajar es menos fastidioso que divertirse.
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Los abolicionistas de almas (materialistas) son necesariamente los abolicionistas del infierno: están, a buen seguro, interesados.
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Teoría de la verdadera civilización. No está en el gas, ni en el vapor, ni en las mesas giratorias. Está en la disminución de las huellas del pecado original.
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Siempre el gobierno anterior es el responsable de las costumbres del siguiente, en la medida que un gobierno pueda serlo de alguna cosa.
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No comprendo cómo una mano pura pueda tocar un diario sin una convulsión de asco.
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Ser rico y amar el trabajo.
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No hay trabajo más largo que aquel que uno no se atreve a empezar. Se vuelve pesadilla.
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Sé siempre poeta, hasta en prosa.
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Encontrar el frenesí diario.
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Una sabiduría abreviada. Aseo, oración, trabajo.

11 comentarios:

Enrique Baltanás dijo...

Qué coincidencia. Estaré atento a lo que mañana nos digas sobre Pemán. Hoy me quedo con esta perspectiva poco transitada de Baudelaire.

Adaldrida dijo...

Gracias, es buenísimo. Me interesa tu opinión sobre Pemán... ¡a mí me gusta su teatro! Eso, y los Álvarez Quintero, por mucho que me los dinamitaran en la carrera.

E. G-Máiquez dijo...

AVISO A NAVEGANTES.-
NO quiero crear falsas expectativas. Mañana no hablaré sobre Pemán sino de él y poco. Contaré apenas una anécdota.

Anónimo dijo...

¿Pero lo del trono y el altar no lo dijo Pemán?

Mi favorita es la del aseo como abreviatura de la sabiduría..

Enrique Baltanás dijo...

TEngo noticia de que se acaba de publicar un nuevo libro sobre Baudelaire. El autor es argentino, pero no recuerdo su nombre. ¿Lo ha leido alguien? ¿Es recomnedable?
Tiene mucha razón Mora-Fandos. Yo he podido comprobar que también en el caso de los Machado, sobre todo de Antonio, también abundan los "acérrimos amigos".

Anónimo dijo...

¿No estaría mejor así:
"Sé siempre poeta, sobre todo en prosa."?

Por otro lado, hago notar que escribe "trono y altar" en minúscula, y ahí se ve lo que va de Maistre a Baudelaire.

Me uno a E. B. y aplaudo lo de "acérrimos amigos" de M-F, que es multiusos.

Y para ser original, diré con franqueza absoluta que no tengo ni idea del libro por el que pregunta Baltanás.

Aquilino Duque dijo...

MI amigo Melquiades Alvarez, nieto del hombre público asesinado en Madrid, comentaba conmigo los injertos cardíacos del Doctor Barnard y hacía esta conjetura:
- ¿Qué sentiría Pemán si le implantaran el corazón de un republicano?
- Pues insuficiencia coronaria - le respondí.

Enrique Baltanás dijo...

Mario Campaña, "Baudelaire", ed. Debate, 2006.

Juan Ignacio dijo...

Buenísimos comentarios.

De las frases de Baudelaire tomo una:

El espíritu de burla puede no excluir la caridad, aunque es raro.

Y la enfrento a estas palabras del final del prólogo de Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal.

...podría suceder que alguno de mis lectores identificara a ciertos personajes de la obra, o se reconociera él mismo en alguno de ellos. En tal caso, no afirmaré yo hipócritamente que se trata de un parecido casual, sino que afrontaré las consecuencias: bien sé yo que, sea cual fuere la posición que ocupan en el Infierno de Schultze o los gestos que cumplen en mis cinco libros, todos los personajes de este relato levantan una "estatura heroica"; y no ignoro que, si algunos visten el traje de lo ridículo, lo hacen graciosamente y sin deshonor, en virtud de aquel "humorismo angélico" (así lo llamó Adán Buenosayres) gracias al cual también la sátira puede ser una forma de la caridad, si se dirije a los humanos con la sonrisa que tal vez los ángeles esbozan ante la locura de los hombres.

Saludos.

E. G-Máiquez dijo...

Se me ocurre ahora que tal vez las minúsculas del trono y el altar fuesen una innovación revolucionaria del traductor, que en la edición que manejo es Rafael Alberti. Sería interesante cotejarlo en una edición en francés, de la que carezco. Investigaré.

E. G-Máiquez dijo...

Y más tarea: después de la cita de hoy, ya no me quedará más remedio que leer a Marechal. Gracias, J. I.