viernes, 31 de mayo de 2013

El arte, otro instinto


"¿Qué le gusta mucho a papá?", pregunto a mi hija para que diga: "!Leer!". Pero dice: "¡Sentarse!" En parte, por no perderla de vista (no ha ido al cole por lo de la bronquitis aviar); en parte, para darle ejemplo, me siento —efectivamente— a leer con ella corriendo alrededor. Estoy tratando de enseñarle a leer (a sentarse, si es poco tiempo, ya sabe), y cada vez que pasar por mi lado, la paro en seco y, en el margen del libro, le hago una prueba de comprensión lectora y le suelto una explicación.

No se entusiasma, lo confieso. Gracias a lo cual, logro intervalos cada vez mayores entre interrupción e interrupción. Se ha puesto a jugar a las muñecas con los hierros de las chimenea, que es lo que más tizna de toda la habitación. La pala es la mamá, el gancho el papá y el regulador del tiro el bebé. La escobilla es la escoba. Sin embargo, mi compromiso docente me impulsa a un nuevo intento. Y entonces sobreviene el prodigio. Vuelve hacia mí la cara de la mamá



y dice, casi gritando: "¡Déjame ya tranquila, ¿no ves que estoy muy ocupada?!" La miro, perplejo, asustado, pero Carmen sigue feliz, riéndose. Sola, ha descubierto el arte: transfirió su rabia al títere y ella podía seguir dedicando dulces sonrisas a su sentado papá docente. La lección me la había dado ella. 

Como bajé la vigilancia, sabiendo que ya me había ganado mi día, la perdí de vista. Cuando quise darme cuenta, me encontré con que había dibujado con un rotulador una cara sonriente —y desde luego bastante embobada— en Miseria y compañía de Andrés Trapiello. Ay, en un libro de Trapiello, encima. Pero no me enfadé mucho porque no tenía a mano ningún muñeco para que la riñese de mi parte. Además, fijándome bien en el dibujo quizá sea yo. Lo digo por la sonrisa, por la cara de pan y porque no va ser Andrés el único al que retratan sus hijos, ¿no?

jueves, 30 de mayo de 2013

Cambios de nombre


En Reversosel último libro de Diego Reche, de una excelente factura, que rima con la belleza del volumen, en colección de la Diputación de Granada que diseña Mauricio d'Ors —que sigue la saga—, un último poema muy bueno, entre muchos otros. Pero con ese poema que digo, titulado "Cambios de nombre", a quien escribió "El lector es un fingidor" no puede menos que caérsele la baba. Encima, porque, al cambiar el último nombre, que para Diego Reche en su libro es María, por el mío en mi lectura, se produce un efecto un poco desconcertante y gracioso. Voy: 


II 
Te llamas Melibea 
en el primer trimestre; 
Beatriz, Lisi, Julieta, 
Elisa o Galatea en el segundo; 
en el tercero Laura, 
doña Inés o Leonor. 

 Mis alumnos no saben 
que tienes tantos nombres, 
y tú, pensando, mientras, 
que te llamas Leonor


miércoles, 29 de mayo de 2013

El corrimiento de las tórtolas


Cuidado con darle carrete a un profesional. Puede no parar nunca. Al pediatra de Carmen le comenté que también me gustaban los pájaros. Se echó a volar. La bronquitis pasó a un segundo término, y yo me enteré de muchas cosas. Por ejemplo, de que la población de los cucos está decayendo. También la del alcaudón real. En cambio, las águilas imperiales han anidado en la provincia de Cádiz. Ah, me sorprendí, pues yo creía que había visto una muy cerca una vez. Sí, sí, venían aquí a comer conejos, por Paterna y Medina (¡Ah, donde yo la vi!), pero ahora han hecho tres nidos. Y lo mismo el águila pescadora. Y los ibis. Y unas golondrinas dáuricas, que anidan en Chipiona y sólo en Chipiona. La gente se iba amontonando en la sala de espera, Carmen tosía y yo lamentaba no haber llevado al pediatra a don Enrique Monasterio en vez de a mi niña. Mientras tanto, me enteré de que, si las cigüeñas han dejado de irse en invierno, no es por el cambio climático, sino por los arrozales de las marismas del Guadalquivir. Suspiré aliviado. Y que las águilas imperiales aman los eucaliptos, tan majestuosos, a pesar de la rabia que les tienen los ecologistas. Yo protesté contra las tórtolas turcas, pero no tuve éxito. Y contra las urracas, que se comen los huevos de los jilgueros. Pero nada: el médico de mi hija está inquietantemente satisfecho, casi regodeándose con la selección natural. Las toses de mi hija empezaron a preocuparme mucho más. El pediatra, impertérrito, me contó que en Estambul, donde estuvo hace poco, se fijó en que no hay tórtolas turcas, sino somalíes, de modo que se ha producido un desplazamiento muy interesante de las especies. Si la tórtola común se extingue, mala suerte, haberse venido a la ciudad, como ha hecho la turca, que en el campo hay mucho pesticida, etc.


Carmen, por cierto, está mucho mejor, gracias a Dios. 


martes, 28 de mayo de 2013

Ory


Se diría que tengo abandonadísimo al Barbero del Rey de Suecia, pero no: lo tengo empleado de asistente en mis reseñas y artículos literarios, donde su corte es esencial, para mi gusto. Sin embargo, le echo de menos aquí. Le traigo forzando un poco las cosas, pues hoy trabaja de barbero de otro barbero, concretamente de Cristóbal Serra, que en Esfinges hizo un repaso magistral por los maestros del aforismo. Acaba con Carlos Edmundo de Ory: 


Es propio de los cerdos pisotear perlas.
Lo contrario de las tinieblas es la Virgen María.
Las caras limpias de las monjas.
Swedemborg veía ángeles. Yo veo cosas.
La luna es una obra maestra.
Hegel no —¡Job!
El delfín es el violín del mar.
El barro es Barroco.
Dios está en la sal y en el azúcar.
¡Los árboles tan serios y tan sabios!
Nuestros seres afines son serafines.
El único "ismo" practicado individualmente por el género humano es el egoísmo.
Los árboles son las estatuas del viento.
Mis muletas: el espanto y el humor. 


Si esto les sabe a poco (lo que no sería un defecto, tratándose de aforismos) siempre nos quedará el espléndido soneto que ya les dije y que nunca está de más


lunes, 27 de mayo de 2013

La delicadeza del ingeniero


Voy a hablar de un libro que no he leído todavía: Los cerezos en flor, de José Miguel Cejas, en Rialp. Trata de los comienzos del Opus Dei en Japón. El amigo que nos lo recomendaba contó, entre otras muchas cosas, algo que me ha impresionado vivamente. Cuando el obispo de Osaka, Monseñor Taguchi, pidió a san Josemaría Escrivá de Balaguer que la Obra iniciara sus apostolados allí, recomendó que los primeros llegaran a mediados de abril, cuando están los cerezos en flor. Qué exquisita manera de querer que todo salga bien, de causar la mejor impresión, y de prepararlo todo para que los recién desembarcados se enamorasen a un golpe de vista del Japón. San Josemaría le dijo a don José Luis Muzquiz, que era ingeniero, que fuese en primavera, sí, por cumplir con el deseo del obispo, aunque ya suponía él (que no era ingeniero, pero era aragonés, que, para el caso, es lo mismo) que lo de los cerezos le iba a dar lo mismo. Yo, como es natural, estoy con el obispo japonés y creo que no es indiferente para nada lo de la flor del cerezo (de hecho, ya ha dado título al libro), pero me emociona esa  flexibilidad  respetuosa (casi una reverencia) de los dos resolutivos españoles al lirismo nipón y floral de Monseñor Taguchi. 


sábado, 25 de mayo de 2013

Fastidio


Hoy, luna llena,
avisa el calendario.
Maldito spoiler.  
 

Si llorón, llorón


Soy mucho más partidario de la alegría, pero no un fanático. Si toca llorar, se llora. Y no lo digo, esta vez, por ningún motivo biográfico (aunque si uno se rebusca, lo encuentra, claro), sino simplemente porque antes de ayer volví a fijarme en lo bonito que estaba el sauce llorón del feísimo polígono industrial donde tomo café por las mañanas. Y ayer, sin embargo, lo habían dejado sin lágrimas, con un pelado hipster, al que sólo le faltan las gafas de pasta. Y entonces me entraron ganas de llorar a mí. Si uno es un sauce llorón, pues llorón, no hay que empeñarse en convertirlo en un pino piñonero, porque no. 




viernes, 24 de mayo de 2013

Por un lado y por otro


Sin duda, alguien estará hablando mal de usted. Podría tomárselo con filosofía, en plan: "Hablan mal de mí, luego existo"; pero yo le aconsejo mirarse al espejo mágico de la poesía. Canta Quintana: 


XCVII.-  De la calumnia 

Cuando alguien te calumnie, 
sonríe con tranquilidad. 
Sabes de sobra que peor sería 
si alguien contase la verdad. 

más todavía, si usted se atreve. La mirada de vuelta de Gómez Dávila: "A cierto nivel profundo toda acusación que nos hagan acierta". Como una posibilidad pasa por fuera, en la superficie del espejo, y la otra a bastante profundidad, uno puede tener la tranquilidad sonriente y la inquietud mejorante a la vez, sin incurrir en ninguna incoherencia. 


jueves, 23 de mayo de 2013

Never condones



A pesar de mi misantropía teórica y de mi práctica veneración por Gómez Dávila ("No tratemos de convencer; el apostolado daña los buenos modales"), tengo continuas e interminables conversaciones sobre moral, que rehuyo, mas no con la eficacia y agilidad necesarias. Cuando la gente se pone profunda, al calor de la intimidad, se llega enseguida a lo sexual, y allí nos enredamos porque quieren que les diga que está muy bien cuanto hacen. Yo tengo como norte y guía la actitud de mi querida Cordelia Flyte, que never condones, but never condemns. Lo que pasa que no sé si es por mi pronunciación en inglés y en este tema, que se quedan en el "never condones" y de ahí no salen. Cuánto me gustaría ser "inflexible y amable", como JRJ, pero no lo logro; o ser al menos "indiferente e inflexible", pero no me dejan (lo primero). 

miércoles, 22 de mayo de 2013

Pscht


Esos profesores que hablan en voz alta en la biblioteca, esos profesores. 

*

Los alumnos que se ríen, de golpe, y salen atropelladamente para seguir riéndose, ¿no saben que fuera del silencio venerable de la biblioteca eso (lo que sea) dejará de tener gracia? (Nueva teoría del umbral.)

*

La concentración intelectual embellece (ya lo he dicho, pero no me canso.)

*

Twitter da mucho juego en una biblioteca, aunque las melenas son un clásico. 

*

Miro por encima del hombro a los de dibujo técnico: unos tiran más por el dibujo, otros por el técnico. 

*

El susurro subraya lo subyugante de lo sugerido. 

*

Vasos comunicantes: yo leo por gusto y se lo contagiaría un poco si ellos me dejan algo de su ansia (a pocas horas del examen) por retenerlo todo. 

*

El adolescente que hombrea subiendo la voz. 



Educados en el egocentrismo, incluso los más estudiosos, cuando se marchan, se ponen a hablar en voz alta, como si ya nadie estuviese concentrado, porque ellos han terminado. Me gustaría explicarles detenidamente la errónea cosmovisión que subyace, pero sólo puedo decir: "¡Pscht!"

*

Quien habla en la silenciosa biblioteca interrumpe decenas de conversaciones. 




martes, 21 de mayo de 2013

DAFO: colapso


Tengo que hacer titánicos esfuerzos por guardar el secreto profesional, y no traer aquí anécdotas de mis alumnos. Lo malo es que a estas alturas tengo ocupadas casi todas mis fuerzas en el intento de que mi simpatía por ellos y sus circunstancias (los conozco desde hace nueve meses) no me hagan perder el juicio ni la ecuanimidad. Así que dos breves del último exámen se me tienen que escapar. ¡Uno no puede estar en todos los frentes! 

Les pedí a los de Cuidados Auxiliares de Enfermería que aplicaran el método DAFO a la posibilidad de trabajar de voluntarios este verano en la Cruz Roja en la playa. Una alumna (estudiosa, por cierto) puso en sus debilidades: "Mucho trabajo: colapso". Estando en debilidades, el colapso sería suyo, de tanto trabajar, y no del servicio de primeros auxilios. Las otras dos debilidades incidían: "Estrés", "Agobio". 

Desde la otra banda, en sus fortalezas, un alumno puso, literalmente: "La felicidad de tener un trabajo", y —noten el tono— me emocionó. Y otra alumna, en la casilla de las oportunidades de ser socorrista, escribió: "Adquirir cultura". 

¿Cómo va uno a ponerles mala nota, no? Muchas alumnas colocaban entre sus amenazas que son muy blancas de piel y que el sol…; y yo asiento: ya las veo como las princesas del cuento del guisante, tan delicadas.



lunes, 20 de mayo de 2013

Sardónica y glosa


Nos cuenta Rafael Pérez Estrada:
Nos distraíamos con los juegos perversos de la infancia. Llaman a la puerta —dije—, quién será. Y era la Tristeza, vecina del tercero, que venía a pedirme otra taza de alegría: ¡Aún le queda mucha!, comentó sardónica. 
Lo que no sabe la vecina —pero sí Pérez Estrada— es que la alegría no viene de las distracciones, sino del hecho de darle a ella otra taza: "Tome, señora, y vuelva usted cuando quiera". Como aquella orza de harina y aquella alcuza del Antiguo Testamento, la alegría no se gasta nunca. 


domingo, 19 de mayo de 2013

Pentecostés y matrimonio


Mi artículo sobre el matrimonio en NT dio lugar a vivas conversaciones apasionadas, unas virtuales y otras analógicas. De ahí salieron varias cosas: un artículo para el próximo número de Misión en el que, en vez de irme (ay, mi querencia) a lo conyugal, me demoraré en por qué el noviazgo como modelo es una trampa mortal para el matrimonio; y de allí salió, sobre todo, una generosa carta de don Juan Ramón García-Morato Soto explicándonos el contexto y la razón del ansia de la mujer por el marido y el dominio de éste, que constan en el Génesis. 

Nos explica muy bien don Juan que en el principio todo era igualdad y armonía entre el hombre y la mujer. Es el pecado original el que rompe ese orden, e introduce ansias y dominios que no estaban en el plan originario de Dios. Lo que yo matizaría es si la redención de Cristo nos devuelve o no a ese plan originario. Soy más agustiniano: Felix Culpa! 

Jesús no restaura el orden edénico, sino que lo mejora, asumiendo la ruptura. Seguimos muriendo, pero para la resurrección. En esta línea, siempre me ha parecido extraordinaria la idea de George Steiner de que la maldición de Babel no se redime con la vuelta a una sola lengua universal, sino con el fulgurante don de lenguas de Pentecostés: "It would be ironic if the answer to Babel were pidgin and not Pentecost". ¿Quién renunciaría a los idiomas, al placer de aprenderlos, al gran regalo de las traducciones y a las chispas de poesía que saltan en el roce de las lenguas?

A lo mismo, desde mi punto de vista, hay que aspirar en el matrimonio. Coger esas ansias y esas dominaciones y todas nuestras faltas y, a base de sentido del humor, de sentido común, de cultura y de gracia, dar el salto hacia algo mejor, más arduo y más rico, redimido. Las estrategias que yo enumeraba para defender el matrimonio querían ser, de algún modo, como los trucos que despliega el traductor para salvar la poesía del derrumbe de Babel y lograr que salgamos ganando, a pesar de todo. Más que al romanticismo, me faltó recurrir, como Steiner, al don del Espíritu Santo, esencial. Por eso he esperado a Pentecostés para contestar a aquella carta. 


 

sábado, 18 de mayo de 2013

Escolios para una poética implícita


[Hoy se cumple el exacto centenario del nacimiento de Nicolás Gómez Dávila. Mañana le dedicaré mi columna en Diario de Cádiz, pero no me resignaba a llegar tarde a la fiesta, así que recupero un texto antiguo, que publiqué en el primer número de la revista Siltolá. Es largo, aviso, pero el autor y la ocasión lo merecen.]


ESCOLIOS A UNA POÉTICA IMPLÍCITA

La publicación de Escolios a un texto implícito, los aforismos completos de Nicolás Gómez Dávila (Bogotá, 1913-1994) por Atalanta (Gerona, 2009) ha sido calurosamente recibida por los gomezdavilófilos de aquí. En España se habían publicado el último libro del autor, Sucesivos escolios a un texto implícto, por la editorial Áltera (Barcelona, 2002) con prólogo de Álvaro Mutis, y una antología, Escolios escogidos, por Los papeles del sitio (Sevilla, 2007), que Juan Arana ordenó según utilísimo criterio temático.
Las reseñas y los comentarios se han centrado en los aspectos más políticos y polémicos de su obra. El pensamiento reaccionario sufre en esto la maldición propia del tabú: resulta tan sorprendente que de prohibido pasa a acaparar toda la atención. Pero los Escolios a un texto implícito van más allá de la provocación: proponen una cosmovisión; y junto a la política y a la sociología, reflexionan sobre teología, ciencia, historia, vida social, psicología, etc. En ese catálogo universal, goza de una importancia central la literatura. Tan central y pormenorizadamente tratada, que seguir la pista a lo largo de la obra completa de Gómez Dávila nos llevaría a exceder con mucho los límites de este artículo. Nos ceñiremos a la primera entrega: Escolios a un texto implícito, 1 (que en la edición de Atalanta ocupa las pp. 69-451).

Pensé hacer una antología de escolios metaliterarios de Gómez Dávila, que habría de resultar muy orientadora para todos los que se mueven con más o menos soltura por estos laberintos, ya sean autores, lectores, poetas o críticos. De hecho, se me ocurrió subdividirla en esas mismas secciones: sobre el oficio de escritor, sobre el ejercicio de la lectura, sobre la poesía y sobre la crítica.

Empezaría mi antología por aquellos escolios que tratan del oficio. Al poderoso argumento de su inteligencia, se une la autoridad de comprobar a cada paso que quién los ha escrito es un finísimo autor. Lean algunos ejemplos:

El escritor procura que la sintaxis le devuelva al pensamiento la sencillez que las palabras le quitan.
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La originalidad de una obra depende a veces de lo que su autor no sabe hacer.
Hay una impotencia creadora.
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Gran escritor es el que moja en tinta infernal la pluma que arranca al remo de un arcángel.
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Nadie piensa seriamente mientras la originalidad le importa.
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Nadie debe escribir o pensar sino para sus superiores.
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En otros idiomas existe una prosa correcta para uso cotidiano, mientras que en español sólo el gran escritor escribe decentemente.
El libro mediocre es más mediocre en español que en otros idiomas.
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No debemos escribir como hablamos, sino como debiéramos hablar.
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La estética no puede dar recetas, porque no hay métodos para hacer milagros.
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Sin dignidad, sin sobriedad, sin modales finos, no hay prosa que satisfaga plenamente.
Al libro que leemos no pedimos sólo talento, sino también buena educación.
*
Periodismo es escribir exclusivamente para los demás.
*
El escritor se enreda en los hechos, si sus frases no tienen filo.

Como Borges, pero quizá con más sinceridad, Gómez Dávila se enorgullecía de lo leído más que de lo escrito. Leer era, por otra parte, su método de trabajo. Sus aforismos son decantaciones de horas innumerables en una biblioteca personal de más de 33.000 volúmenes. El mismo género y título, “escolios” lo advierte. “Escolio” —del griego “schólion”, comentario— es, como recuerda Franco Volpi en el prólogo a la edición de Atalanta, una nota en los manuscritos antiguos y en los incunables, añadida por el “escoliasta” en interlínea o al margen para explicar los pasajes oscuros del texto desde el punto de vista gramatical, estilístico o exegético. Sus consejos de lectura están escritos, pues, con un profundo conocimiento de causa:

El tránsito de un libro a otro se hace a través de la vida.
*
El libro no educa a quien lo lee con el fin de educarse.
*
La literatura toda es contemporánea para el lector que sabe leer.
*
Siempre nos arrepentimos de leer, simplemente porque trata un tema interesante, al escritor sin talento.
*
Cada nueva verdad que aprendemos nos enseña a leer de manera distinta.
*
Admirar lo que no nos divierte es etapa intermedia entre la etapa primitiva, donde sólo admirábamos lo que nos divierte, y la etapa final, donde sólo nos divierte lo que admiramos.
*
No admirar sino las obras realmente admirables es indicio de gusto dudoso.
El verdadero tacto literario, y la auténtica afición, aprecian el encanto del poeta menor y la delicadeza de prosas subalternas.
*
Meditar es dialogar con algún muerto.

Nicolás Gómez Dávila escribió algunos poemas que han permanecido inéditos, y que conservan sus familiares y amigos. Ese dato explica, además de una afición que se adivina constante, la cantidad de escolios dedicados a la poesía, y su perspicacia técnica.

Como la única prueba de la sinceridad de un poema es cierto tono inconfundible, llamamos sinceridad ese tono, cualquiera que haya sido la manera de lograrlo.
*
La poesía que desdeña la musicalidad poética se petrifica en un cementerio de imágenes.
*
Gran parte de la poesía moderna se resigna a parecer simplemente traducida.
*
Los poetas cargan la mayoría de sus poemas con pólvora mojada.
*
El poeta ayer confiaba en el adjetivo tradicional, hoy confía en el inusitado.
En ningún caso la receta reemplaza al talento.
*
El poeta mediocre inventa sus símbolos. El gran poeta los descubre.
*
El poeta no traduce una visión en palabras. Su visión se elabora en ellas.
El poeta descubre lo que quiere decir diciéndolo.
La poesía es una retórica victoriosa.

Gómez Dávila fue sobre todo un lector, pero tan atento que acabó naturalmente convirtiéndose en crítico, esto es, en un lector con cuatro ojos. O con seis, porque fue un crítico que, como pedía Eliot, se atrevió a criticar al crítico.

El oficio del profesional, en las ciencias del espíritu por lo menos, es el estudio de las obras del aficionado.
*
Arte por el arte” significó para una generación independencia del arte, y para otra independencia del artista.
Los primeros defendieron una tesis estética exacta; los segundos pregonaron una tesis ética errónea.
*
Recordando las pifias de sus colegas de ayer, los críticos contemporáneos prodigan el incienso, sin advertir que más grave que ignorar a un gran artista es pasmarse ante un mediocre.
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La buena obra teatral no se puede ver, ni la mala leer.
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La pasión igualitaria es una perversión del sentido crítico: atrofia la capacidad de distinguir.
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Al hablar de un poeta es tonto insistir sobre sus poemas fracasados. Lo normal es que los poemas fracasen.
Un poeta no es más que sus triunfos.
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La crítica literaria incluye todo lo que al hombre inteligente se le ocurra decir sobre un libro.
*
Entre la obra lograda y la obra fallida no existe diferencia que la razón esclarezca, sino distancia que el espíritu constata.
*
El que no entiende que dos actitudes perfectamente contrarias pueden ser ambas perfectamente justificadas no debe ocuparse de la crítica.
*
Nuestra opinión sobre un gran libro es un fallo con que el libro nos juzga.
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La humanidad cambia menos lo que admira que las razones con que justifica su admiración.
Tres mil años han admirado a Homero sucesivamente por razones contradictorias.
Las obras duran más que las estéticas.
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A pesar de la intrusión de ínfulas técnicas en las letras, los artefactos estéticos no son utensilios de laboratorio, sino trampas para cazar ángeles.
*
Después de milenios de literatura debiéramos saber que la verdad importa menos que el talento con que un escritor se equivoca.
*
Negar el valor estético del tema, porque algún tonto pensó que el valor de las obras dependía de determinados temas, equivale a negar el valor estético del color, si se le ocurriera pensar a otro tonto que el valor de las obras depende de determinados colores.
Temas, formas, colores, ritmos, etc., son ingredientes estéticos de la obra.

A poco de ponerme a recopilar los escolios literarios, sin embargo, se me quitó de la cabeza tan descabellado propósito. Me tenía que haber escamado que el propio autor no ordenase su obra por materias y optase por un aparente caos temático. Desorden que resulta especialmente sospechoso en alguien que ha escrito: “Entre injusticia y desorden no es posible optar. Son sinónimos”.

En realidad, lo que Gómez Dávila pretende decirnos con la mescolanza de temas es que todos los suyos están íntimamente relacionados, sosteniéndose entre sí. La crítica literaria no puede desconectarse de una concepción completa del mundo. Más: la crítica literaria consiste en esa concepción. “La crítica decrece en interés mientras más rigurosamente le fijen sus funciones. La obligación de ocuparse sólo de literatura, sólo de arte, la esteriliza. Un gran crítico es un moralista que se pasea entre libros”, ha predicado el moralista Nicolás Gómez Dávila. Se trata de un paseo de ida y vuelta. Sus ideas le orientan a través literatura y a través de la literatura concibe sus ideas:

El libro que no tenga a Dios, o a su ausencia, por protagonista clandestino, carece de interés
*
La literatura moderna: esa colosal empresa reaccionaria.
*
El Progreso respira mal en el Parnaso
*
Una gramática insuficiente prepara para una filosofía confusa.
*
Desde Blake, Wordosworth y el Romanticismo alemán, la poesía moderna es una conspiración reaccionaria contra la desacralización del mundo.
*
Las estéticas “modernistas” han sido invento de escritores reaccionarios: Balzac, Baudelaire, Eliot
*
La literatura plantea los problemas del hombre en el idioma de la inteligencia y no en uno de los esperantos del intelecto.
*
La apologética debe mezclar escepticismo y poesía.
Escepticismo para estrangular ídolos, poesía para seducir almas.
*
El mundo es un sistema de ecuaciones que resuelven ventiscas de poesía.

Si la literatura ocupa ese lugar central, alrededor del cual gira su pensamiento, es porque nada está más íntimamente conectado al alma humana. Su poética implícita es personalista:

La crítica romántica nos enseñó a leer no solamente libros, sino autores.
Allí aprendidos a escuchar en la obra la resonancia de un alma.
*
Una obra es literaria cuando autor y obra son inseparables, científica cuando cualquiera puede haberla escrito.
*
Para seducir no es necesario que el escritor tenga algo que decir, sino que sea alguien.
*
Lo que el escritor inventa primero es el personaje que escribirá sus obras.

Recoger exclusivamente los escolios literarios suponía desgajarlos del alma de Gómez Dávila, esto es, del alguien que nos seduce. Y era desconectarlos del todo que les da sentido y, lo que quizá es más grave, de su misión de dar sentido al todo. Para acceder a su poética implícita hay que leerle entero. Eso que salimos ganando. 

viernes, 17 de mayo de 2013

Una montaña de desdenes y un aire de alegría


El canto X del Inferno es una montaña de desdenes en cadena, si lo leo bien. Y, sin embargo, Dante consigue que no sea infernal, ni tan siquiera terrible, que haya en todo el canto, flotando, una extraña alegría, si lo leo bien. 


jueves, 16 de mayo de 2013

Cumpleaños y más


Hoy pensaba celebrar el cumpleaños por lo civil de Carmen con una enumeración pedagógica: todo lo que ha aprendido en estos tres años: andar, hablar, comer sola, saltar, tener amigas, encender la tele, ¡apagarla!, contar un cuento, recitar un poema, inglés... Pero estoy estremecido de pena y de alegría por la entrada Francisco Alba en la que felicita a su mujer, que ha perdido, por su cumpleaños. Así es: siempre celebraremos los cumpleaños de los que amamos, pase lo que pase, y después, cuando dejemos de contar el tiempo y ya no haya cumpleaños, lo celebraremos todo, tras el muro infinito. Así estaba yo, conmocionado, cuando, buscándole un poema a Suso, encontré éste de José Jiménez Lozano, que incidía:
PROTESTA 

La vida es para siempre, Dios,
 
¿ya no te acuerdas? 
Y santa Rita, Rita, 
lo que se da no se quita, 
o no juego contigo a más vida 
ni tampoco a más muerte. 
Siempre me haces trampa, 
me prometes, 
no te devuelvo nada, ya no es tuyo: 
Santa Rita, Rita, 
lo que se da no se quita, 
¿no te acuerdas?

Si volviéramos a bautizar a Carmen, le añadiría también el nombre de Rita a su C., su otra C., su B, y su G, para dejar las cosas claras. Ya no es posible --así de irreversible es el bautismo--, aunque con otra niña no lo dudaría. Pero el caso es que lo que se da no se quita, y que la vida, que celebramos hoy y muchos otros días, es para siempre, como a thing of beauty, gracias a Dios. 


miércoles, 15 de mayo de 2013

La elegancia de la furgoneta


En realidad, la entrada es nada, pero es lo que tiene un diario y el empeño de ganarle al día su chispa de esplendor. Luego, si hay suerte, vienen los comentarios, como ayer, y elevan la cosa. El de Dal, por ejemplo, me dará para un artículo lírico-conyugal que —nuevamente si hay suerte— no se saltará un gitano. 

Bien. Volvía corriendo al Puerto a recoger a Pukka de una operación. Y topé, si no con la Iglesia, si con las carretas del Rocío, con la cola de la caravana, para ser exacto. Otros años me la he cruzado, y es más bonito y menos lento que ir detrás, a paso de buey, literalmente. 

Salían del Convento del Espíritu Santo y cruzaban el Puerto por esa calle arriba, en dirección a Sanlúcar. Yo tenía que dar la vuelta al pueblo y, con emoción fernandoalonsina, pensé que me daría tiempo a dar la vuelta la circunvalación antes de que los tractores y los bueyes volviesen a interponerse en mi camino. Y estuve a cien metros de conseguirlo, cuando a lo lejos vi a un policía local levantar el brazo y enseguida salir corriendo unos mozos arreando unos bueyes y jaleando al Sinpecado lleno de flores. "Estoy perdido", pensé no muy devotamente. 

Entonces, con una agilidad de anuncio de televisión, la furgoneta que llevaba delante, sin tocar el freno, con la elegancia de una curva perfecta, se metió a la derecha en un barrio ignoto. Yo fuíme tras él. Y rápido callejeaba por entre pisos con enormes coladas secándose por sus ventanas hasta que fuimos a salir diez metros por delante del carro. ¡Aleluya! Como detalle curioso, el de la furgoneta llevaba en la ventana trasera una pegatina de la paloma del Espíritu Santo con el lema: "¡Soy rociero!" Pero una cosa es la devoción y otra la conducción. 

Llegué, gracias a la Virgen del Rocío, a tiempo de recoger a Pukka, que está muy bien, gracias. 


martes, 14 de mayo de 2013

Parejita


Con la primavera empiezo a descubrir alumnas de mi IES que no había visto jamás, como sabéis de otros años. También se forman más parejas. Yo tiendo a ver esas parejas descompensadas, con las chicas mucho más monas que los desgarbados preadolescentes. Alguna vez he pensado preguntar a alguna compañera si le pasa lo contrario, como me temo, pero me ha dado vergüenza. 

Este año he descubierto una pareja muy chula. Muy equilibrados, en todos los sentidos, charlan bastante, se ríen, sonríen siempre. No se abrazan incesantemente. Pasean. En una puerta, dejé pasar a ella, y él dijo: "No, pase ahora usted". Da gusto cruzárselos. 

Y me dan melancolía, me he descubierto con sorpresa. Las otras parejas que se forman, no, pero ésta, ay, ésta, que sentimentalmente —no doy clases a ninguno de los dos— he adoptado en secreto, sí. Les queda tanto. Tienen tantas posibilidades de pelearse o de equivocarse o qué sé yo…

lunes, 13 de mayo de 2013

A la hora de la verdad, una horita corta


Una señora mayor entra en la iglesia. Hace una extraña semi genuflexión, entre gimnástica y barroca, y se dirige hacia un san José que está a dos bancos de donde yo estoy sentado. Antes venía a misa con su madre ancianísima, pero lleva dos o tres meses que no. Supongo que la madre está muy enferma o murió. 

En el silencio de la iglesia empieza a rezar cuchicheando o a cuchichear rezando. Y a medida que avanza sube el tono. Empiezo a enterarme: "... que como tú sabes estoy muy sola en la vida... ...no tengo a nadie... que no me dejes entonces..." Y ya para rematar la faena, pide en voz bien alta: "A la hora de la verdad, una horita corta". Se santigua de aquella manera y se va, tan contenta, tras otra genuflexión sui generis

Y yo quedo fulminado por la gracia popular. Esa mezcla de una suerte de los toros con un deseo típico de los partos para referirse a la muerte me parece insuperable. Yo me sumo a su intención, para ella y para mí, y para ustedes, si gustan.