jueves, 31 de octubre de 2013

El ángel de la muerte, de Jesús Cotta


Bueno, me rindo al Halloween. Vale para la noche del 31, y el día 1 entero para todos los santos a partir de las 12 de la noche. Eso sí, en vez de caramelos, al que llame a la puerta le daré, más truco que trato, este trato que propone el altísimo Cotta

EL ÁNGEL DE LA MUERTE 

Sé que desde la sangre de Caín 
pides que te releven de tu puesto; 
que lloras cuando tienes que arrancar 
a un niño de los brazos de su madre; 
que vienes de improviso, por si atrancan 
las puertas de la casa con tablones; 
que todo tu problema es cómo hacer 
que duela menos lo que tanto duele; 
que prefieres llevártelos en sueños 
para no ver su última mirada. 
Pero te pido, ángel de la muerte, 
aunque me espanto solo de decirlo, 
que pueda ver la tuya cuando vengas 
con tus dedos azules a abrazarme.


miércoles, 30 de octubre de 2013

El sudor del presente


El primer tema de Derecho del Trabajo es una introducción al Derecho y al Trabajo. Lo del Derecho es más retorcido, si me perdonan la obviedad, pero con el Trabajo, fácil, si me perdonan el oxímoron. Empezamos por el Paraíso y el ut operaretur y acabamos con la crisis, donde conseguir un trabajo es entrar en la gloria. Lo que tiene más pegada, sin embargo, es la maldición "ganarás el pan con el sudor de tu frente" y la revisión que se inventaron los que descubrieron la esclavitud: "con el sudor del de enfrente". 

Bien. Estos días he descubierto una nueva variación: "el sudor del presente". No hay trabajo que se acabe. Crees que sí pero enseguida un repaso o un recuerdo te pone ante la trabajosa realidad: hay que seguir. Me he puesto tremendo y lo tengo claro: con cuarenta y cuatro años creo que todavía no he terminado nada. Amontono trabajos, más bien. 

Esto no es una queja, por cierto.


lunes, 28 de octubre de 2013

Balance



Me cuentan unos amigos la honda impresión que les causó el lema a la puerta de un cementerio con el que se toparon mientras andaban de excursión por la Sierra de Aracena. Rezaba: "Aquí terminan todos tus afanes". 

Por supuesto, me pareció bien, y, por otra parte, aquello de Bloy: "Un acto de amor nunca es ridículo", yo lo hago extensivo a cualquier acto de admiración, que tampoco, nunca, es poca cosa. Si mis amigos recuerdan ese lema y se estremecen, y les sirve, perfecto. Sin embargo, yo no creo que mis afanes terminen ahí ni en ningún sitio. Dejando aparte el Más Allá, que espero infinitamente afanoso, todavía en el más acá me llevará mi tiempo afinar los balances: 


Tendido, bajo la tierra, 
seré la raya que ajusta 
bien mis sumas y mis restas.

domingo, 27 de octubre de 2013

Todo


"Todo bien, gracias", contestamos sin pensar, con el automático puesto, y qué maravilla hemos dicho. Es lo que tiene la buena educación y la vieja rutina, por eso los poderes del mal las odian tanto. 


jueves, 24 de octubre de 2013

Ah



A las 6: 30, desayunando con Leonor, medio dormido aún, le escucho: "Estoy aburrida, Dios mío", y pego un respingo, mientras saltan todas las alarmas y me agito en mi consternación. Ah no: "Estoy agotada, Dios mío" es lo que dijo Leonor, y entonces regreso —feliz— a mi somnolencia y propio cansancio, sin preocuparme lo más mínimo. 


miércoles, 23 de octubre de 2013

Ups


Mi compañero (del alma,  además de del IES) Manolo Morales me trae un pequeño libro recomendabilísimo, avisa. Me lo da antes del examen y, liado como ando con las fotocopias, me lo echo debajo del brazo. Repartidos los exámenes y las severas instrucciones, lo abro para pegarle un vistazo y dos grandes citas me reciben (a puerta gayola) nada más empezar: 


Nada es exacto en este libro: 
todo es verdad.  
.............................Marcel Arlard 

El mundo de los felices es distinto del mundo de los infelices.  
..............................Wittgenstein. Tractatus logico-philosophicus. (6.43)


Quedo enganchado inmediatamente; y me lanzo en plancha a la lectura. Bien pasado el cuarto de hora se me ocurre mirar autor y título. "Manuel Arranz", bien, pero Pornografía, vaya. Pienso en mis alumnos, que llevan veinte minutos viéndome andar entre ellos embebido en ese libro.


Rojo, lo dejo inmediatamente, boca abajo. Y me pongo a vigilar el examen con cuatro ojos. "Vaya", habrá quizá pensando alguno con ganas de comprobar con el de al lado sus respuestas correctas y al que ya se le hacía la boca agua, "pues no sería para tanto". 


martes, 22 de octubre de 2013

Dos de dos


Gran ventaja la de que los amigos me manden advertencias y vetos a la costumbre de colgar fotos de mis hijos aquí. Tendré que hacer sus retratos a vuela pluma, a santa tecla: 

Le comento a Carmen que los ojos más bonitos de la casa son los suyos. Después los de mamá. Sí. Después los de Enrique... Dice: "Es que los tuyos no te los ves". Oh, le digo, con mis ojos —seguramente— brillando. ¡Y eso sin leer a Antonio Machado!

Quique abre la boca como un lobo para comerse una croqueta. Su madre la ha soplado como un ninfa una flauta travesera, pero Quique empieza a gritar: "¡Quema, quema, quema!", y toda la mesa (abuelo, tía, nosotros) da un respingo escaldado: "ay, ay, ay, ay". Y va y suelta, riéndose a mandíbula batiente, puro Gilberto: "No quema, nooo". ¿Nos ha dado un quéo el mocoso, con dos años? Tiene toda la pinta, pero incluso aunque no, aunque realmente pensara que quemaba, si luego se reía tanto de su propio susto infundado, también sería una muestra gorda de sentido del humor, y más fina todavía, argumento. 




lunes, 21 de octubre de 2013

Hilemorfismo


Arrastrando retrasos, atascos, perezas, plazos y una irresponsable confianza en mi capacidad de trabajo, me encuentro con un lunes en el que tengo que escribir al menos cinco textos: un artículo, una crónica, una crítica, una conferencia y un breve ensayo de 16000 caracteres con espacios. Abrumado, dudo si sumar a la avalancha una nueva entrada de blogg o no. 

A favor, que así voy entrenándome para un día de grafomanías forzadas: calentando el espíritu. En contra, que tengo que reservar toda la fuerza de mis dedos y la resistencia de mis ojos y la capacidad de mi espalda para lo que se viene —ojalá y sin remedio— encima. 

La duda tiene más enjundia de lo que parece, me digo. Si la escritura fuese una cosa mentale, empezar en el blog, cogiendo carrerilla, tendría todo el sentido. Si fuese una cosa-cosa, habría que reservar fuerzas. Siendo mitad y mitad, esto, pues: media entrada…. y hasta mañana, si Dios quiere.


sábado, 19 de octubre de 2013

viernes, 18 de octubre de 2013

Congreso Caballero Bonald


No me cupieron en el artículo que, con ocasión del XV Congreso de la F. de Caballero Bonald, dedicado a los premios Cervantes, me habían pedido sobre José Emilio Pacheco, muchos de sus estupendos poemas y fragmentos (¡ay, pobre Barbero del rey de Suecia, al que cortan a navaja, trasquilador trasquilado!). En la cena de gala, a la que fui cortésmente invitado por la anfitriona jerezana, tuve que morderme la lengua para no soltar, en plan discurso del Quijote a los cabreros, un poema que venía a cuento, pero entre tantos Premios Cervantes —4— uno se sentía y era un Sancho Panza, y en boca callada no entran moscas y al buen callar lo llaman, precisamente, Sancho. 

Se hablaba en la cena de Cataluña —no, no, se hablaba en verdad de los nacionalistas, que yo había llevado no hacía ni diez minutos en volandas, a la sillita reina, nada menos, a una porción mejor de Cataluña, cuando habíamos tenido que cruzar una calle de viejo empedrado con la silla de ruedas de Ana María Matute a cuestas (cuánto honor). La mamá del abuelo de Jorge Edwards era catalana, por cierto. Pero el caso es que de los nacionalistas se está hablado muchísimo en el Congreso, y el rechazo es un contenido transversal, lo que a mí, ideológicamente atravesado y solitario casi siempre, me hace gracia. 

El poema de Pacheco que yo habría citado de no hallarme en modo "escucha reverencial", hubiese sido éste, que suelto aquí en el blog, donde soy mi propio caballero de mi verde gabán:


.......ALTA TRAICIÓN 

No amo mi Patria. Su fulgor abstracto
 
es inasible. 
Pero (aunque suene mal) daría la vida 
por diez lugares suyos, cierta gente, 
puertos, bosques de pinos, fortalezas, 
una ciudad deshecha, gris, monstruosa, 
varias figuras de su historia, 
montañas 
(y tres o cuatro ríos).


A continuación, y aunque sonase mal, yo habría precisado que de esos lugares, esa gente, esos puertos, bosques, fortalezas, ciudades, figuras de la historia, montañas y ríos algunos están en y son de Cataluña. (Algunos otros de México.)

***

Lo que si me cupo en el artículo fue un homenaje a José Jiménez Lozano. Cuando lo escribí pensé que era uno de los grandes olvidados del Congreso y me dispuse a compensar, pero ya con el texto enviado a la redacción del periódico, lo nombraron mucho y para mal. Y me alegré de mi mención honorífica y más cervantina para él que para nadie; y de haber mandado ya el artículo, porque si no hubiese entrado como don Quijote a galope tendido, y tampoco era eso, con lo que digo basta.

***



jueves, 17 de octubre de 2013

Ah, es eso


De siempre le he dado poquísima importancia a equivocarme. Pensé que era la costumbre, que todo lo allana. Y de paso veía que así dejaba que los amigos tuviesen la honda caridad de corregirme. Pero leyendo a Dante, he caído —tan alto como en el canto XXVIII— a otra categoría: reírse de uno mismo es salvífico. 


miércoles, 16 de octubre de 2013

Justo medio



"Hablar" empieza con hache muda y apenas una interjección admirativa y termina con el verbo "blar" de bla-bla-bla, indicándonos que la verdadera conversación se halla a medio camino de ambos extremos.


martes, 15 de octubre de 2013

Sin interés


Yo, barroco 2.0, siempre había deseado ponerme una calavera en mi escritorio, pero aprovechando las NT, esto es, colgar una radiografía digitalizada de mi cráneo en la pantalla de mi ordenador, memento mori electrónico. El otro día fui a hacerme unas pruebas y ahí estaba, por fin, mi cráneo en perfecto estado de revista. Como posé en la posición de Waters, tenía la boca abierta, lo que contribuía a dar mayor aspecto fantasmal a mi calavera, si cabe. Comenté todo esto con la radióloga que me había hecho el retrato, pensando —a medias con el subconsciente— que la escandalizaría quizá un poco. Pero no. La miró de nuevo como una obra de arte y dijo: "Realmente es preciosa". Quiero pensar que se trataba de un caso de extrema pasión vocacional y no que la comparaba, gratamente sorprendida, con mi superficie. Me recomendó que, para colgarla en mi despacho, me comprase uno de esos espejos con luz interior que, por lo visto, venden. Yo ya empezaba a inquietarme, y aduje que no creía que a mi mujer le hiciese gracia aquello. "¡¿Cómo que no?!", clamó escandalizada. "Si te quiere, ¿cómo no le vas a gustar por dentro, eh?". Salí de allí bastante tocado, lo confieso, y no fueron las radiaciones. 

Luego, cuando el médico estudió, de muy cerca, detenidamente, las radiografías, escribió en el informe: "Sin interés". Qué contraste, Dios mío. Y yo supe que Leonor, tan jerárquica, estaría con el médico, y no con la radióloga. 


lunes, 14 de octubre de 2013

Mi madre vs. Dr. Johnson


Cada vez que releo o reoigo la frase famosa del Dr. Johnson: "La segunda boda es el triunfo de la esperanza sobre la experiencia", recuerdo a mi madre. Su teoría era la contraria: "Los que se casan enseguida", explicaba sonriéndose, cortando en seco las maledicencias, "son los que fueron tan felices en su matrimonio, que han contraído una fe tremenda en el sacramento". Hay que reconocerle a mi madre más alegría. 

Aunque es curioso que mi padre, para el que las ideas de mi madre han ascendido a oráculos, en esto no esté por la labor de hacerle el más mínimo caso. Supongo que es el triunfo de la Esperanza sobre la experiencia, pero de nuevo no la de Johnson, sino la grande: la de que la llama del amor sabe nadar l'agua fría, que dijo Quevedo. La muerte no les divorcia, qué se ha creído.


sábado, 12 de octubre de 2013

Aparatitos


Todavía no ha terminado la mañana y ya he tenido dos impactos letales de nostalgia. 

Cuando salía para misa, me he topado con un chatarrero viejo y retorcido, con los ojos muy azules y la piel muy cuarteada, rebuscando en la basura. Le he dicho que tenía una bicicleta muy herrumbosa y que quizá se la quisiera llevar. "Por supuesto". Hemos entrado en casa y la ha cogido con prisa. Yo he recordado entonces la historia de la bici. Cuando volví del Camino de Santiago quería volver a hacerlo, pero completo y en bicicleta, y me compré una de ésas de campo, cuando empezaban. Me la robaron enseguida. Mis padres dijeron: "ea, por dejarla sin candar, a ver si se te cura la candidez", y así iba a quedar la cosa. Pero yo le escribí un soneto a mi bicicleta perdida, en la línea, salvando las distancias, de los de Rafael Morales; y mi madre, enternecida, me compró en un arrebato lírico y por su cuenta y riesgo la bicicleta que hoy se ha llevado, feliz, el chatarrero. 

He llegado tarde a misa. Siempre que me pasa eso, tomo enseguida para el fondo y siempre me daba de cara con Mabel y Santiago Neira. Mabel me sonreía, absolviéndome. Hoy al dar la curva cerrada y cabizbaja, me he encontrado a Santiago y luego el vacío de Mabel, y enseguida he visto que le acompañaba una hija y he pensado en la sonrisa de Mabel viendo que su ausencia lleva a misa a sus hijos, y puntualmente. 

Y para rematar la mañana, ha sido sentarme en casa y recibir un correo electrónico, y empezar a sonar un montón los aparatitos. Entre tableta, ordenador fijo, portátil, teléfono y teléfono viejo, que sigo usando para oír música y conectarme a internet, han sonado, no al unísono, múltiples timbres de todos los timbres, superponiéndose. Y, pum, otra nostalgia, otra. He recordado la casa de mi abuelo de Murcia, donde las horas las daban  varios relojes, pero aproximativamente, con sus intervelas, barajando las campanadas. Con cierto aire 2.0 he reconocido en mi gusto por esos timbres desperdigados por toda la casa, el gusto que le tenía que dar a mi abuelo ese tintititintineo alargado, inexacto, como guiñándole al tiempo y riéndose de sus exactitudes. 



viernes, 11 de octubre de 2013

Rabona en la biblioteca


Se repite mucho que lo malo de escribir es que no da tiempo para leer y que hay que elegir, etc. Y en principio es verdad. Lo bueno es que cuando uno, travieso, hace novillos, se va a leer con el regusto de la aventura, de la pillería, de la irresponsabilidad y del placer arrebatado. Estoy trabajando poco o no, mejor dicho, nada, pero cómo me lo estoy pasando, je. 


jueves, 10 de octubre de 2013

Ramón Eder de nuevo



A los aforismos excelentes siempre se les puede dar una vuelta. 
Dice Ramón Eder, y deja que nos demos cuenta por nuestra cuenta de que con los excelentes de verdad, por más vueltas que les demos, siempre llegamos al mismo sitio. Por eso se les llama "redondos". 


miércoles, 9 de octubre de 2013

Savater sabe bien


"Si la muerte es no ser, ya le hemos vencido una vez: el día en que nacimos", dice Savater la mar de bien.  Dos precisiones: ya la hemos vencido una vez y de una vez para siempre, porque siempre habremos sido, como poco. Y la vencimos antes: el día en que fuimos concebidos, ya seres humanos únicos, irrepetibles. 


  

martes, 8 de octubre de 2013

In my beginning is my end


Ayer, de sobremesa, dimos un paseo largo, Leonor, yo y Pukka. La perrita está ya mayor: catorce años, y le costaba seguir el paso, que además hacia calor. Nos despistamos un momento, y tuve que volverme a rebuscarla, callejeando un rato largo y gritando: "¡Pukka, Pukka!" Me recordó muchísimo a hace nada, cuando tenía que ponerme a buscarla porque estaría acorralando un gato, destrozando una perdiz o correteando a las palomas o a las gaviotas. Esta vez la encontré tumbada a la sombra de un pino, agotada, moviéndome a duras penas el rabo. La cogí en brazos y me la eché a los hombros, entre el cogote, en plan estampa canina del buen pastor. Me recordó entonces a cuando era muy cachorrita y nos la llevábamos al campo, que siempre tenía que volver con ella así, reventadita de correr. La imagen del ciclo de la vida, mi fin es mi principio, es muy evidente, casi obvia, pero a mí, no obstante, me encogió el corazón. 


lunes, 7 de octubre de 2013

La antigüedad es una aristocracia


En el bar donde entro por suerte a tomarme el café, dos maravillas.

La camarera: "Si Dios quiere, y el diablo no mete la pata, el año que viene vuelvo a Bolivia". Y nosotros que nos perderemos ese español cristalino. 

Un anciano enjuto, avellanado, surcado de arrugas, nervioso y hablador. Aunque es domingo y aún es temprano, ya viene de mariscar, y está satisfecho de cómo se dio la cosa y de haber esquivado, gracias a sus reflejos, a la Guardia Civil. Es el centro moral del bar. Todo el mundo le saluda, le conoce y le trata de usted. Se le acerca una vieja renqueante y le espeta: "Usted tuvo que conocer a mi abuelo". Yo me espanto, porque la señora tampoco es una moza y creo que se le han saltado las generaciones. Pero no, tras tres preguntas, el anciano triunfa. Conoció al abuelo, y al padre y a los tíos, y donde vivieron y donde trabajaron todos —trabajos humildes, pero que allí sonaban como títulos nobiliarios: cargador del muelle, arrumbador, barrendero...—; y la señora se fue, riéndose, como si hubiese recibido la bendición de un patriarca, ennoblecida ante toda la atenta clientela. 


domingo, 6 de octubre de 2013

Las vueltas


Era tan optimista que cuando le sucedía una desgracia quedaba desconcertado. Pero había aprendido a cogerle las vueltas a su optimismo: enseguida recordaba, no sé, momentos gloriosos con el amigo perdido, conversaciones redondas, frustrados futuros perfectos, pasados días de vino y rosas y, gracias a la ternura, fluían las lágrimas. En el fondo eran de felicidad y agradecimiento, sí, las únicas de las que él era capaz, pero conjuraban la melancolía y, sobre todo, rendían su justo homenaje.


viernes, 4 de octubre de 2013

Los primeros


"La piedad es lo primero", me recuerdan en la charla espiritual, y asiento. "Lo primero es la poesía", me escribe un maestro, que también me ve distraído. Aunque sea profesor de secundaria, la enseñanza es primordial, me reconvino. La familia es lo más importante. Mi mujer. Los plazos y los encargos. "Tus artículos...", me para un lector por la calle. "La salud es lo primero", me avisa el médico. Y así, y así. Menos mal que tengo a los jasídicos, Dios se lo pague, y, en concreto, cuando más falta me hacía, este cuento inesperado: 

"¿Qué era lo más importante para Moshé de Kobryn?" 
El discípulo reflexionó y dijo: 
"Cualquier cosa que estuviera haciendo en ese momento".


jueves, 3 de octubre de 2013

La rosa es sin por qué


Se habla mucho de los porqués en cadena de los niños. ¿Por qué? Porque es evidente y repetitivo. Que yo sepa no se habla del sin porqué, pero yo lo he visto, y me ha emocionado más. 

Le dije a Carmencita en un arrebato: "Te quiero muchísimo". Y vi perfectamente cómo iba a preguntarme por qué, incluso empezó: "¿P..." Pero se lo pensó mejor, le brilló una pequeña luz en los ojos, muy pequeña, sonrío levemente, y calló. Había descubierto el sin porqué, tan misterioso y tan claro. 


miércoles, 2 de octubre de 2013

Escudero


El tiempo, la verdad y el humor; de esos temibles tres mosqueteros sí que sería yo encantado un bisoño y entusiasta D'Artagnan. 


martes, 1 de octubre de 2013

Como ascuas


He llegado un poco tarde a leer Lo breve eterno y eso que estaba muy pendiente desde que se avisó de su publicación en Mitos y flautas. No sabía si, como en los viejos tiempos, Siltolá me enviaría, en condición de amigo y/o de crítico, el libro; pero no. Luego, empezaron a llegar los envíos de autor, y tres me pasaron —huy— rozando, y me telefoneaban esos amigos para decirme qué bien está, tú; y yo respondía sí, sí, seguro, ya te contaré. En vista de que no, tampoco, hice lo más natural del mundo: me compré el libro. Nadie tiene por qué mandarte lo suyo, comprar libros es uno de mis placeres mayores y con éste, además, sabía que realizaba una buena inversión, o sea, que muy bien. 

Y eso: muy bien. Los maestros compartidos, de Claudio Rodríguez abajo todos, la defensa compartida de cierta poesía que lo es (véase "Vieja y nueva"), la común ternura por el somier por cancela de los paisajes familiares… todo eso hace que sienta esta poesía muy cercana, aunque muy alta. Los haikus quizá no y alguna insistencia rural no sé, pero sin estrépito, casi como para no apabullarnos. 

Pero sobre todo algunas imágenes inolvidables, impagables. La "tarantela grotesca" que baila el escarabajo fatalmente de espaldas; o el lopesco: "Amor / que cabe en un poema no es amor"; y el que sí lo es y cabe en un verso, "el amor geométrico de un huerto"… Y una por encima de todas que me ha conquistado para siempre: 
[…] y en la noche 
los pueblos como ascuas de la hoguera del día. 
Oh. Las preciosas luces eléctricas de las casas no se han visto en otra. Yo las confundí con las estrellas, pero en la visión de SFS hay más ternura y desvalimiento, además de una exactitud visual y temblorosa que estremece. Y por detrás, qué inmenso homenaje secreto al sol y a la grandeza crepitante del día. Lo dicho: ¡oh! 

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