¡Me encantan los libros de tintín! Ahora Beades hablaría de la sensación de mirarse con complicidad (utilizo la palabra con mala idea) y decir, ¿tú también? Y sobre todo me gustan el capitán haddock y los Hernández y Fernández, que los recuerdo siempre juntos cuando el capitán se encoleriza porque le han dicho que escupe al hablar. Va protestando enfurecido a todos los circundantes, y los policías van buscando, en previsión de lo que se acerca, un paraguas.
...¡Traîtres!...
ResponderEliminarQuerido capitán Haddock, ¿cómo pudo usted olvidar eso?
Porque confío en que detrás (o delante) de mí vengan otros como usted (no nadie sino Nadie, como Ulises) y me ayuden con el catálogo, que es amplio...
ResponderEliminar¡Muy bien, Milrayos! ¡Hazlo otra vez! Abdallah.
ResponderEliminarBienvenido al desierto, Joaquín.
ResponderEliminarCuenten conmigo
ResponderEliminar¡Me encantan los libros de tintín! Ahora Beades hablaría de la sensación de mirarse con complicidad (utilizo la palabra con mala idea) y decir, ¿tú también? Y sobre todo me gustan el capitán haddock y los Hernández y Fernández, que los recuerdo siempre juntos cuando el capitán se encoleriza porque le han dicho que escupe al hablar. Va protestando enfurecido a todos los circundantes, y los policías van buscando, en previsión de lo que se acerca, un paraguas.
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ResponderEliminarPero qué mente tan retorcida... Ya no se puede hablar con inocencia ni a los amigos...
ResponderEliminarReconozco el error, y retiro mi comentario, Llir entre cards, y yo el más cardo.
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