lunes, 22 de mayo de 2006
Aviso para navegantes
Ocurre en el Instituto con los que van llegando a Secundaria. Acostumbrados a los colegios, persisten en llamarnos “maestros”, aunque nosotros contestamos: “Maestro no, profesor”. Mientras fui un poeta joven, no tuve este problema, pero ahora que publican libros y hasta ganan premios Hiperión poetas 20 años exactos más jóvenes que yo, la cosa puede ponerse fea, sólo con unos pocos, entiéndase, que lo mío será siempre la soledad del conservador de fondo. En todo caso, tal vez no esté de más insistir como en el Instituto: no soy maestro. En realidad, soy un buen discípulo, y los que me critican lo saben bien. Si luego puedo enseñar algo, es como profesor, en cuanto que profeso la poesía desde hace precisamente 20 años. Y que nadie piense que ésta es una entrada franciscana. En realidad, la motiva el amor propio: lo que humilla decepcionar inexorablemente las expectativas de quienes puedan tener la deferencia de tomarme por maestro. Para serlo, no tengo ni actitud ni aptitud, como decimos también los profes de Secundaria. Tómenme, si quieren, por condiscípulo. Y hecho el aviso, sigamos.
Maestro es todo aquel que te abre un camino, digo yo, y en ese caso...
ResponderEliminarCuento mi vida, pero lees la tuya.
ResponderEliminar¿A quién pretendes engañar, Enrique? Para muchos de nosotros -y me incluyo, no sin satisfacción- eres un verdadero maestro.
Y que así sea por mucho tiempo, y que alguna vez podamos decirlo en los libros y explotarlo en verso o a grito en voz, para que puedas ser también maestro de muchos otros.
Pobre García Montero, siempre puede aprender de Luis Alberto de Cuenca -cosa que me enseñó mi buen amigo Fernando do Vale-.
ResponderEliminarPD: en inglés, cumplidos se dice "complIments" y no "complements".
A ver, Rocío, Eddie, ¡no jorobadme la entrada! Si os ponéis así va a parecer que la escribí "fishing for compliments", como la modelo que dice que está gorda, para que todo el mundo se tire en plancha a decirle que no, que está estupenda. Y no es eso. Lo que yo aviso va en serio. Además, lo bonito de esto es que todos aprendamos de todos. De García Montero incluso: lo que no hay que hacer.
ResponderEliminarAbrazos
P.S. ¿Ves lo que quiero decir, Eddie? Ya es la segunda errata (en sendos idiomas) que me pillas en dos días, y yo te lo agradezco mucho. Mile grazie.
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ResponderEliminarEntre el primer comentario de Eddie y el segundo, iba el mío que va justo arriba de éste. Pero como mi amigo detectó una falta de ortografía, borré inmediatamente mi primer comentario e introduje una versión corregida y aumentada con un post scriptum en el que agradecía la corrección y, además, la demostración práctica de por qué uno no se considera maestro en absoluto.
Claro y conciso.
ResponderEliminarPS: he colgado en mi blogg un texto-teoría literaria de San Bernardo que estoy seguro que te gustará.
Mi definición de maestro también iba en serio, no era por jorobar...
ResponderEliminarTenía la sensación de haberme equivocado completamente con esta entrada, pero si da pie para una reflexión tuya sobre el tema de los maestros y los discípulos, tan apasionante y necesario, puede que me alegre de haberla colgado.
ResponderEliminarTe aviso que lo leeré con atención y que haré muchos comentarios.
Estoy con razón que el que con un comentario abre una senda puede ser un maestro, en este caso, en mi blog hay casos así... Por cierto, me ha encantado el comentario sobre García Montero me ha hecho mucha gracia, le llueven palos por todos lados jajajaja, leeré algo de él para ver como lo hace que aún sé muy poco de él.
ResponderEliminarPues anda que yo, que Rocío me llama "maestro" en la Poética de Alzar el Vuelo, y va García Martín y me pone de "cabecilla". ¡Si tengo una talla 60 de sombrero!
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