Cuidado con las equivocaciones de Sancho, que tienen más enjundia de lo que parece. En el capítulo VIII de la segunda parte, dice: “querría que vuestra merced me sorbiese una duda que agora en este punto me ha venido a la memoria.” Y no es “absolviese” como le corrige don Quijote, porque las dudas que de veras intentamos responder hemos de sorberlas hasta las heces del cáliz, secándoselas al otro, y hacerlas nuestras, llegando hasta el filo mismo de la incertidumbre… Eso quería Sancho; no una lección condescendiente de gramática u ortografía.
Que se la absorbiera, no que se la absolviera...
ResponderEliminarBuen hallazgo, Enrique.
Y desde luego que tiene más enjundia de la que parece...
Hay que andarse con tiento, porque hay muchos dudosos satisfechos, que lo único que quieren es charleta. Yo, de ésos, paso. Pero cuando el que duda lo hace de verdad, pide que le sorbamos la duda, o sea, que no le dejemos ni gota. Compartir la incertidumbre es el requisito previo, pero no es bastante. Muchas veces, ay, no se puede hacer más, pero nunca la compañía es todo lo que el otro necesita. Creo.
ResponderEliminarMuy alentador saber que todavía quedan auténticos sorbedores.
ResponderEliminarPor acá tenemos una costumbre que no sé cuán universal es. Es algo así:
ResponderEliminarUno plantea una duda, pero entre colegas o amigos: "¿Por qué será que sucede tal cosa?"
Y entonces todos se sienten como en la obligación de saber y si no saben dan excusas o se disculpan por no saber.
No sé si es necesidad de evacuarle la duda al otro o de que el otro no me meta una duda nueva (que hasta el momento yo no tenía).
Bueno, si fuera esto último, que es muy probable, sería la actitud exactamente opueta a la que solicita Sancho.
¡Qué lejos estamos de llegar a absorber!
Saludos.
No sé, pero me he sentido zarandeado con lo de "dudosos satisfechos, que lo único que quieren es charleta". Porque yo soy "dudoso", y me gusta la charleta. Aunque, desde luego, satisfecho no estoy. Pero ¿en realidad qué es lo que quiero?
ResponderEliminarNo te sientas zarandeado, Beades, que no cumples ni uno solo de los requisitos. Para empezar, el dudoso satisfecho jamás lee un libro para calmar sus inquietudes, y tú los lees todos. A diferencia de ti, el dudoso satisfecho sabe perfectamente lo que quiere: no buscar la verdad, sino que le echen cuenta y, sobre todo, parecer muy interesante con sus grandes dudas y eso.
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