Se me da mejor observar a los padres y a los niños desde cierta distancia. Ayer me invitaron a una merienda de pequeños y andaba desconcertado no sólo por el griterío y los besos con churretes (tan dulces), sino sobre todo por el rápido crecimiento de los hijos de mis amigos, que los hace irreconocibles. En un momento de vértigo, me acogí a una de las madres y le pedí auxilio con un discreto murmullo, casi al oído:
—Oye, ayúdame, esa niña de ahí, ¿quién es?
—Es mi hijo, Iñiguito.
—Ah.
Enrique, la carcajada que me has hecho soltar esta mañana es impagable.
ResponderEliminarMe pasó lo mismo que a Luis, ¡y tampoco tiene precio!
ResponderEliminarMuy bueno.
ResponderEliminarla confusión no es tuya enrique, es de tus genes. A mí me paso lo mismo hace pocos días: hay que meterse en la cabeza que la ambigua palabra clave que hay que decir es "criatura"... "CRIATURA"
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