Father Brown, Chesterton y Waugh, menos frívolos que yo, lo decían de la fe, pero es que con el blogg es parecido. O con la poesía y la forma, como decía Alberti:
Mi libertad es estar preso,
ceñido a ti, gustosamente.
Mi barco zarpa nuevamente
para ir más lejos, de regreso.
Tanto twitch upon the thread, los rayos y los truenos y lo de “ir más lejos, de regreso”, me han recordado que hace ya unas semanas, en una entrada de las que se van quedado retrasadas, un lector me lanzaba un guante que todavía no recogí. Él decía: “A mí me gusta mucho [Retorno a Brideshead], aunque no pueda estar más en contra del mensaje. La escena capital (la supuesta vuelta al redil del padre réprobo) me repugna moralmente, y la mirada de Charles sobre esa escena me resulta incoherente con el personaje. No importa: hay otras muchas cosas en ella, todas buenas, pero sobre todo creo que es el aroma de un tiempo ido lo que nos hace volver.”
Yo, en cambio, creo que esa vuelta al redil es la clave de toda la novela de Waugh, que por eso se llama Retorno. No entenderlo es no entender la historia, su dinámica interna, su trayectoria. Lo mismo sucede a los que se quedan en el Infierno (de Dante), sin comprender que en el último canto del Paraíso está el cimiento de toda la obra. No importa, o, mejor dicho, no importa del todo, porque en ambas obras, como bien decía aquel lector, hay muchas cosas más y todas buenas.
Pero aprovecho la ocasión para resaltar esta analogía entre estos libros que nos acompañan. Y otra analogía más: ninguno de los dos autores, al final, cierra la historia, evitando así, de alguna manera, una moraleja demasiado rotunda. Dante todavía tiene que volver a Italia, sufrir cuanto se le ha profetizado y salvarse (a fin de cuentas, sigue “nel mezzo del cammin de nostra vita”) y Charles Ryder (“I'm homeless, childless, middle-aged and loveless”, dice) aún ha de convertirse. Si Sebastian fue el precursor (“He was the forerunner”) de su historia de amor con Julia, la misma Julia y la conversión de Lord Marchmain también son o podrían o deberían ser precursores...
Ninguna de las dos obras acaba; por eso seguimos retornando a ellas.
Propongo que la próxima vez que te escapes del anzuelo dejes los comentarios abiertos, para que podamos rajar de ti a placer por habernos dejado tirados.
ResponderEliminarA mí la escena final de Lord Marchmain me gusta mucho, muchísimo, tan intensa, con la oración de Charles Ryder, la presencia del curilla brownesco, la italiana católico-ignorante, Julia que se lo juega todo . No entiendo por qué no le gusta a alguien, salvo si se valora más la 'coherencia' que el amor a la verdad. Pero mejor lo explicas tú hoy.
Regreso con todo el de RyT.
ResponderEliminarNo hay duda que con tanto anzuelo algún día voy a quedar atrapado en la ineludible "Retorno a Brideshead".
Qué preciso el poema de LAberti. Gracias por traerlo y también por traerte de nuevo al blogg
ResponderEliminarPor alusiones ;-))
ResponderEliminarLa escena, dije, me repugna moralmente, como la don Pompeyo Guimarán en La Regenta.
Pero no he dicho en ningún momento que sobre, o que sea prescindible, o que no encaje en la novela. Claro que es fundamental, al fin y al cabo se trata de una novela de tesis...
...Lo cual le da doble mérito: que nos guste -que nos apasione- una novela de tesis a tantos que no compartimos ésta es desde luego cosa de admirar.
Estamos de acuerdo, Ignacio. Lo malo es que tus entradas siempre me dan trabajo, porque ahora tendría que escribir sobre los distintos niveles de aceptación literaria según nuestras afinidades con la obra... Y uff, ¡qué tema!
ResponderEliminarLo mismo digo, Enrique. Cada post tuyo me da ganas de escribir 25 en mi casa, pero la dedicación a tres bandas que he elegido no da para tanto, desgraciadamente.
ResponderEliminarEn mi casa he desarrollado con más espacio algo de lo que hablamos por aquí.
ResponderEliminarMe meto en esta entrada con mucho retraso, qué más da. También a mí me impactó lo del anzuelo, y el ladrón, y recuerdo el regusto (agridulce) en la boca que me dejó "Retorno a Brideshead" la primera vez que la leí... hace ya la friolera de quince años. Sí que es verdad que, a pesar de lo que apunta Arp de que es preferible el amor a la verdad que la "coherencia", el personaje de Charles Ryder no lo acabas de entender del todo. ¿Por qué será? Es quizá por ese motivo por lo que yo no me metí de lleno en la obra, a pesar de que lloré y me emocioné con muchos de sus pasajes. Esa ambivalencia de sentimientos hacia Brideshead quizá es lo que pretendió Waugh, no lo sé. Sí sé que es una obra que, a pesar de todos los pesares, ejerce sobre mí una fascinación rotunda. Como la de otros católicos ingleses (Newman, Chesterton, Tolkien)...¡Qué gran país! Saludos cordiales.
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