Rocío Arana, Llir en Maeztu, me llamó ayer. Y cogí el teléfono, que por lo visto los malos própositos son tan efímeros como los buenos. Resulta que está en la cama con treintaynueve [como en el chiste bobo que tanta gracia nos hacía en nuestra preadolescencia] de fiebre. Quería que avisara aquí que su ausencia blogosférica es temporal, que no ha desertado y que desde el lecho del dolor se acuerda de nosotros. Comprendo a Rocío. Nos vamos aficionando (adiccionando) a esta tertulia, y nos apena pensar que los contertulios hagan click en nuestra puerta y se la encuentren cerrada. La de
Llir entre cards se abrirá en breve.
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