miércoles, 10 de enero de 2007

Los miércoles, artículo (o artícula)

REQUISITOS Y REQUISITAS

Un importante funcionario hablaba muy en serio de “los alumnos y las alumnas, los profesores y las profesoras, los padres y las madres”, cuando —ya embalado— nos exigió que cumpliésemos “los requisitos y las requisitas”. Yo lo oí.

Esos tropezones ocurren por saltarse a la torera las leyes del lenguaje. Ahora nuestra consejera de Cultura (valga la contradictio in terminis), Rosa Torres, quiere imponer esa moda progre de mirarle por debajo el sexo a las palabras , y ha reclamado a la Real Academia Española que asuma el lenguaje no sexista como norma.

José Aguilar ha escrito un artículo cojonudo sobre la cosa titulado “Qué coñazo”. Confiesa que él alguna vez exclama “qué coñazo” pero que jamás lo escribe, aunque ahora sí, como protesta a que el Instituto Andaluz de la Mujer nos quiera convencer de que esas inocentes expresiones son “estereotipos sexuales que encasillan a mujeres y a hombres en los roles tradicionales”. Yo soy más puritano, como saben, y sólo digo “cojonudo” para hablar de espárragos. Si hoy no me reprimo, es porque aquel artículo de Aguilar era estupendo y daba, muy clara, la clave: “Los seres vivos tienen sexo, mientras que las palabras lo que tienen es género, y el masculino gramatical se emplea para referirse a individuos de la misma especie sin distinción de sexos. Igual que hay genéricos femeninos que describen a hombres y mujeres. Por ejemplo, víctima. Esto obedece a una ley general de las lenguas: la economía expresiva”. El resto es enredar.

El tema cumple todos los requisitos (y requisitas) para un artículo descojonante, pero a mí las manipulaciones genéticas del lenguaje me acojonan. Imaginen ustedes que Rosa Torres se sale con la suya y acabamos hablando con esa especie de tartamudeo bisexual. Los lectores y las lectoras de mis palabras y palabros acabarían mareados y mareadas. Y lo que es mucho peor: si nos acostumbrásemos, toda la literatura española se mancharía de machismo sobrevenido. Con Quevedo pase, pero qué disparate que suenen a estereotipos sexuales Santa Teresa o Sor Juana Inés de la Cruz.

El PP ha hecho bien en criticar esta iniciativa de la Junta, pero lo ha hecho fatal. Antonio Garrido la tachó de “franquista e inquisitorial”, echando mano del argumentario del PSOE. Bastaba con defender nuestro idioma, como Aguilar, pero ya puestos a mezclar churras y merinas, más pertinente hubiese sido mentar al estalinismo o, mejor aún, un contagio de la manía de manipular las palabras (“paz, paz”) que aqueja a Zapatero. El PP, en cambio, presa de su propios complejos, mimetiza los tics y tópicos de la izquierda. O sea, tontainas y tontainos.
(En el Grupo Joly)

13 comentarios:

  1. Anónimo9:56 a. m.

    Hace no mucho escribí algo sobre esto:

    El masculino genérico y la conducción por la derecha ,

    y también esto

    Antología de bodrios III: lenguaje no sexista.

    Seguiremos clamando en el desierto (o desierta).

    ResponderEliminar
  2. Anónimo10:36 a. m.

    ¿Alguien sería tan amable de pegar el artículo de Aguilar? Gracias.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo10:49 a. m.

    ¡Qué coñazo!

    Escribo el título con toda la intención del mundo, como una interjección que ya no es de sorpresa, sino de hartazgo. Qué coñazo estas mujeres del feminismo en nómina que exigen que no digamos la palabra coñazo. Con los bríos renovados del nuevo año, el Instituto Andaluz de la Mujer (¿a qué esperan para cambiarle el nombre machista y ponerle Instituto de la Mujer Andaluza?) recomienda a todos y a todas en su Agenda 2007 que eviten usar los términos coñazo y cojonudo para no consolidar “estereotipos sexistas”.Aunque sin fanatismo, soy de los que utilizan en ocasiones la palabra coñazo (nunca por escrito, hasta hoy), y juro por lo más sagrado que le doy la misma significación que el Diccionario de la Real Academia Española: persona o cosa latosa, insoportable. Sin ninguna relación con el órgano genital femenino. Simplemente, para definir a alguien latoso hasta la insoportabilidad. Sólo porque hay gente que son un coñazo. La mayoría, hombres. Y lo mismo pasa con cojonudo, igual de vulgar y de entendible.El Instituto se propone también combatir lo que llama “sexismo lingüístico”, o sea, el uso, frecuente en la lengua castellana, del masculino genérico para definir a seres de ambos sexos. Se trata de una batalla de ribetes cómicos porque la raíz de la desigualdad no se encuentra en el idioma. Para salir de dudas, el reciente Diccionario Panhispánico de eso mismo, de Dudas, aclara a todo el que quiera aclararse que los seres vivos tienen sexo, mientras que las palabras lo que tienen es género, y que el masculino gramatical se emplea para referirse a individuos de la misma especie sin distinción de sexos. Igual que hay genéricos femeninos que describen a hombres y mujeres. Por ejemplo, víctima. Esto obedece a una ley general de las lenguas: la economía expresiva.Si decimos que el hombre es el único animal racional, es claro que hablamos de hombres y mujeres. Si escribimos que los alumnos de Bachillerato tienen faltas de ortografía, es obvio que la alusión incluye a alumnos y alumnas. O como contestó hace poco un académico a la ex diputada Amparo Rubiales: si una amiga le preguntase cómo están sus hijos, ¿acaso le regañaría por no preguntarle cómo están sus hijos y sus hijas o cómo está su descendencia?El día en que esta empresa me obligue a escribir en este estilo: “Los andaluces y las andaluzas están cansados y cansadas de políticos y políticas que no son serios y serias y no les ayudan a ser más desarrollados y desarrolladas”, abandono el oficio. El coñazo se habrá impuesto.

    ResponderEliminar
  4. A mí la palabra coñazo me suena muy mal, pero que muy mal, y en cambio cojonudo, o descojonarse, sin dejar de ser un palabroto me suena muy divertido, ¿seré sexista? Una vez salía por la cancela verde de mi casa y estuvo a punto de atropellarme un perro de esos en miniatura. Por detrás su dueña, una viejecita adorable, le increpó al chucho diciendo: "¡qué topas, que topas, cohóne!"

    ResponderEliminar
  5. Anónimo12:58 p. m.

    ¡Jajaja! ¿Y por qué no tomamos otra referencia y, por ejemplo, emprendemos una campaña para evitar roces xenófobos entre hispano-hablantes? Si prohibimos los acentos y los seseos, -¡tan entorpecedores de la igualdad deseada!- y unificamos las eses con zetas azí, Roza Torrez, tendrá menoz problemaz con loz y laz inmigrantez que ze zientan dizcrimidadoz poz zu fozma de hablaz. Que zi todoz y todaz ponemoz el hombro (la hombra en cazo de laz féminaz)y apoyamoz laz ideaz de loz políticoz y políticaz, viviremoz pronto en el paraízo todoz y todaz. Zugiero la z en lugaz de la ese poz evidentez motivoz...

    ¡Buen artículo, Enrique!

    ResponderEliminar
  6. Ya verás cuando en clase haya que hablar de los carolingios y carolingias, los mamíferos y mamíferas, la persona de Atapuerca o el Dios de los filósofos y filósofas.

    ResponderEliminar
  7. Ya no es sólo L'esprit de l'escalier, sino que con estos apuntes vuestros, habría escrito una artícula mucho mejor. Gracias por mejorar la entrada.

    ResponderEliminar
  8. ... la entrada o el entrado, en "neolingua".

    ResponderEliminar
  9. Anónimo10:46 p. m.

    Y hasta ahora nadie ha mentado las barras de marras (os/as), tan de burocráticos papelotes... Como tampoco aberrante y bárbarística arroba (@), que satura de psicodélicas espirales algunos textos, en un delirio de cloroformo que termina desenfocando la visual de la-más-pintada-persona-que-lee.
    ¡Por Dios: que alguien con buen oído, hombre o mujer, componga el himno a la sensatez!

    ResponderEliminar
  10. Anónimo12:43 a. m.

    Genial artículo Enrique, totalmente de acuerdo contigo... como apoyo moral, si fuese necesario, te digo que mi profesora de Lengua: Norma y Uso en la Facultad de Comunicación tiene exactamente la misma opinión que tú... Esto es una locura que se han sacado algunos que van de progres y algún grupúsculo ultra-feminista para tocar un poco la moral a la gente normal... cuanta tontería por favor...

    ResponderEliminar
  11. Anónimo3:32 a. m.

    Totalmente de acuerdo. A mí lo que me sorprende del asunto es que muy poca gente defiende este feminismo absurdo en la lengua. Aparte de algún político iluminado, como este caso, jamás he escuchado a nadie apoyar el los y el las, sino todo lo contrario. Y me ha pasado con gente de izquierdas y derechas; hombres y mujeres. Y sin embargo, cada vez es más frecuente. Mi no entiende.

    ResponderEliminar
  12. Anónimo7:24 a. m.

    Cada dia te superas macho. Por cierto las machas son unas almejas chilenas que están cojonudas... Ahí queda el dato.

    Un abrazo desde el extranjero!

    ResponderEliminar
  13. Anónimo7:05 p. m.

    Joaquín, si nos ponemos nos ponemos medias tintas y tintos no valen por lo tanto neolingua y neolinguo. Y bueno ya puestos comentare que Pérez Reverte también público el otro día un articulo en el semanal y ya que el se invento/utilizo la palabra bueya, yo me postulo en este blog como el inventor de vaco y tora. Y por supuesto yeguo y yegua y caballo y caballa, siendo el caballo la caballa macho y la caballa la caballo macha porque claro también habrá que decir macho y macha y hembra y hembro. Vamos dadaísmo a espuertas voy a buscarme una telera para ponerme en la cabeza y el cabezo y a dejarme los bigotes o bigotas como Dalí.

    ResponderEliminar