Dentro de la esmerada educación de los Feu a sus hijas está un poco de
meditatio mortis por lo visto. Les preguntaron que si ellos, sus padres, se morían con quién querrían irse a vivir. Begoñita dijo, me dicen que sin dudarlo mucho, que con nosotros. Sus padres, que nos conocen bien, espantados por la imprudencia de su primogénita, le preguntaron si lo había pensado, que si estaba segura. Ella empezó a dudar y se le ocurrió venirse a vivir con nosotros unos días a prueba. Y aquí está. Desde mis años de opositor no sentía esta zozobra. Deseadnos suerte.
Maravilloso. Deseando oír el resto de la historia según se vaya sucediendo (que eso es lo bueno de los blogs).
ResponderEliminarHermano, llévame al Puerto, llévame al puerto que circunquiero navegar del Puerto a Cádiz y de Cádiz al Puerto Cenizo y muerto. No sólo así, pero también Cenizo y muerto.
ResponderEliminarCircunnavegé del Puerto a Cádiz y de Cádiz al Puerto.
Álvaro Pombo
No sabía como enviártelo he pensado que te iba a gustar...Cris Castany.
¡Vaya experiencia original! Nunca había escuchado de este ejercicio...
ResponderEliminarQué ilusión, Cristina. Feliz año. Y sí que me ha gustado, aunque no tanto como tu detalle de Navidad.
ResponderEliminarSuerte con la prueba, aunque estoy seguro de que será prueba superada. La preguntita de los padres se las trae. Yo no sé Begoñita, pero a mí me llegan plantear algo así cuando pequeño y estaría aún dándole vueltas a por qué rayos [y truenos] le hacen eso a un niño de la infancia, que diría Manolito Gafotas. Más capítulos, please.
ResponderEliminarSuerte con los niños...
ResponderEliminar;)