martes, 27 de febrero de 2007

Mar de dudas

Cercado por mis incertidumbres consuetudinarias, me doy cuenta de lo certera que es la frase “estar hecho un mar de dudas”, o sea, una inmensidad salobre formada de pequeñas olas innumerables que van rompiendo —plaf, plaf, plaf, plaf— sobre nuestra cabeza. Al primero que lo dijo no hay quien le discuta el genio poético, y seguro que la felicidad del hallazgo le salvó de ahogarse. Yo mismo, nada más que por la gracia de la expresión, ya he empezado a caminar un poco sobre las aguas…

4 comentarios:

  1. Y sin embargo, las olas —plaf, plaf, plaf, plaf— rompen en la orilla, que resulta la salvación para el náufrago. Ánimo en la travesía.

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  2. Anónimo11:31 p. m.

    y qué placer (o qué angustia) entender que a la orilla se llega con la muerte (o la vida) y la duda es el navegar inevitable por (los ríos que van a dar a la mar o) el mar que va a dar a los ríos...jodé cómo estoy hoy...me chifla la duda...saludos.

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  3. ¡Qué bueno como has desarrollado esta entrada!

    Si bien un mar de dudas yo lo veo con grandes olas más que con pequeñas; y de esas que suben y bajan sin romper; y te "marean", y...

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  4. Pero en el fondo abisal está lo misterioso que no conocemos, reposan los restos de naufragios innumerables, y la vida oscura que sustenta las mareas, de la que surgirá la vanguardia de los resurrectos.

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