Ayer fuimos a ver La flauta mágica. Sólo la conocía de oídas, aunque muy bien, en la versión de Karajan de sus szenen und arien. La representación fue una experiencia interesante, que me reafirmó en la admiración que ya traía puesta de casa y que a la vez disipó cualquier fascinación por el ocultismo que uno pudiera tener oculta. La alegoría de la luz y las pruebas purificadoras fueron un rollazo insoportable.
Pobre masonería, que ni la música de Mozart es capaz de levantar.
"Si son visage ne t´est pas indifférent..."
ResponderEliminarLa Flûte Enchantée, Mozart
En la colección de El Pis (que recibí por la cara, al suscribirme a "El Pis de los Estudiantes") vienen unos himnos masónicos que no están mal. Al menos por la música, que igual la letra es una chorrada impresionante.
ResponderEliminarCon El País van bien: lo raro es que los himnos masónicos, en mis obras completas del genio, van en el volumen 7, el de la música religiosa. Y bueno a mí se me hace extraño verlos entre letanías y misas breves o largas.
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