lunes, 7 de mayo de 2007

Lo contrario

Lo encontré en el tren cuando pensaba echar un rato estupendo de lectura, y aún así me dio alegría: fíjense si le tengo cariño. Fue mi preparador de oposiciones y derrochó una paciencia inagotable, de santo. Guardé el libro con una sonrisa. Plácidamente transcurría la conversación hasta que contó que ahora andaba en política. “Vaya, ¿en qué partido?”, respondí, confiado en el mal menor. Pero no, era el Partido Socialista de Andalucía (PSA), que es una cosa a mayor gloria de Pacheco, el antiguo alcalde de Jerez. Sólo las horas dedicadas (en los años de mis oposiciones) al póquer me permitieron poner cara de eso.

Días más tarde asistí a una lectura de Pedro Sevilla. Sus poemas hablaban —con una ternura a duras penas contenida— de la familia, del afán de trascendencia, del agradecimiento a los hermanos del colegio de La Salle e incluso del amor a España. Entre emoción y emoción, recordé de pronto que Pedro Sevilla fue cabeza de lista por Izquierda Unida (IU) para Arcos de la Frontera en las últimas municipales. Pero ni siquiera ese percance electoral consiguió empañar mi admiración por aquel poeta bueno (como poeta y como persona).

Estas experiencias le servirían a más de uno para hablar de la estupidez de las ideologías y para abogar por la indiferencia y el sincretismo político. Para mí es todo lo contrario: cuando se comprueba que en los partidos más inesperados (también en el del mal menor) hay gente extraordinaria, entran unas ganas irreprimibles de explicar a todos nuestra doctrina social: la del bien mejor.

5 comentarios:

  1. Anónimo12:46 p. m.

    ¿Listas abiertas y segunda vuelta ya?

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  2. Bien dicho lo del bien mejor.

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  3. Me apunto al bien mejor y al bien menor, y cuando no hay más remedio, al mal menor; lo de los amigos y la ideología me muestra, una y otra vez, que "lo importante" es algo que habita en otro sitio de donde lo situamos siempre.

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