sábado, 1 de septiembre de 2007

Envío

Este ensayo de ensayo dedicado a las dedicatorias está ídem a José Cereijo y a Jesús Beades a los que debía sendas. Va.

15 comentarios:

  1. Anónimo11:08 a. m.

    ¡Muy buen ensayo,
    tocayo!
    En serio, lectura seria y disfrutable. Además, como algunas de las dedicatorias que clasificas, deja ver la cantidad de autores que conoces y has leido... Me da un poco de sana envidia y bastante alegría. En fin, espero que lo amplíes en algún momento. Nunca habría pensado que el tema daba para tanto.
    EFB

    ResponderEliminar
  2. Anónimo12:02 p. m.

    qué bueno!!! me encanta lo del poema dedicado no incluido...jajaja, feliz septiembre a todos!!!

    ResponderEliminar
  3. La dedicatoria, género literario. Buenísimo, genial.

    ResponderEliminar
  4. Anónimo6:47 p. m.

    Enrique, permíteme decirte que eres un genio. Este texto es de esos que llegado un momento les coges el ritmo como la seda y a cada frase -qué digo a cada frase, a cada palabra- dan puntada con hilo. De esos que son como espuma que va creciendo y creciendo hasta que al final desborda. JLG

    ResponderEliminar
  5. Prometo que esta vez (aunque sólo esta vez, eh) no es falsa humildad: gracias mil, pero no es para tanto, ni mucho menos.

    ResponderEliminar
  6. ¡De poema!! ¡Me debes dedicatoria de poemaa!!

    ResponderEliminar
  7. Anónimo1:13 a. m.

    ¡Biviana que se lian los Enriques!

    ResponderEliminar
  8. Soberbio ensayo.
    La dedicatoria entra dentro de lo que los filólogos a la violeta llaman el paratexto.

    ResponderEliminar
  9. Cada vez que veo un anónimo me echo a temblar; pero en este caso Bibiana puede estar tranquila, por mucho que a los dos Enriques nos guste la literatura, ella es mucha Bibiana...

    ResponderEliminar
  10. Muchas gracias, Enrique B., por el elogio y por la lección. Lo de paratexto me habría venido muy bien. Cuánto queda por aprender siempre.

    ResponderEliminar
  11. Anónimo10:49 a. m.

    Muchas gracias, Enrique, por las alusiones en tan precioso ensayo.
    Lo que de verdad provocó la emoción fue encontrarme con aquellos libros, enviados con tanta cordialidad y generosidad a una completa desconocida.
    Y lo que movió al recuerdo fue volver a ver la misma mezcla, de bondad desinteresada y libros, en alguien con el mismo nombre de mi padre.
    En el Evangelio de ayer contaba Lucas cómo Jesús enseñaba que hay que invitar a los que no pueden invitarte, y "así seras dichoso, porque ellos no tienen con qué pagarte".
    Pues eso, que por mi parte lo serás. Muchas gracias una vez más.

    ResponderEliminar
  12. Otros hubieran publicado ese ensayo, estirándolo un poco, poniendo notas y poco más, hasta publicar un libro: tú lo entregas al ciberespacio rebajando sus méritos, como si se te hubiera caído de las manos. Y es un ensayo magnífico.
    Suerte que te puedan pagar con comentarios como el de cb.

    ResponderEliminar
  13. Enrique,

    el ensayo es muy bueno. Pero yo, aun sin olvidar las certeras palabras de Borges que citas, me sigo haciendo las mismas preguntas que te hacías tú y creo que si dedicas un poema conviene escribirle de hecho el poema al receptor de la dedicatoria... O hacer una dedicatoria en verso...

    Dedicar todo el libro es otra cosa, porque el lector entiende que los poemas no versarán sobre él o los afortunados a quienes va dedicado.

    Dicho lo anterior, si un día Julio MM me dedica un poema, imaginaré eufórico cómo los lectores se preguntan: ¿¡Qué demonios tiene que ver Alfredo Félix-Díaz con la doncella que reza arriba, mientras abajo los cerdos se la pasan de noche?!

    ResponderEliminar
  14. Alfredo, te agradezco de corazón tu apoyo a mis primeras posiciones, porque aunque abandonadas, me fui diciendo: E pur si muove!. También es muy fundamental la diferencia entre dedicar un libro y un poema, que si reedito el artículo, con tu permiso, recogeré con más claridad.

    ResponderEliminar
  15. Esperaremos con anticipación la versión ampliada...

    ResponderEliminar