sábado, 22 de septiembre de 2007

No es excusa

La falta
de ortografía era perfecta.
El orador dubitativo coje
la palabra, no coge, que la coje-
a cojeando
de frase en frase en frase,
torpezando hasta el punto
final, redondo y aliviado del aplauso.

2 comentarios:

  1. Anónimo10:54 a. m.

    Muy bien reconocido, Enrique. Yo pensé que había sido un desliz juanramoniano. Más me chocó lo de "detrás mía"...

    ResponderEliminar
  2. Ay de mí.

    Lo corrijo ahora mismo: cierta dislexia.

    ResponderEliminar