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— ¿Las llamarán máximas por eso?
— Y en otra versión: Lo malo, si breve, garrafal.
— ¿No sería al revés: Lo malo, si largo, catastrófico?
— Al revés es peor, pero se nota menos. Lo malo, si largo, aletarga. (Recuerden los versículos de Vicente Aleixandre.)
Ya lo dije en el blog de Monasterio, pero me encantan las bloggerías en forma de diálogos, un poco surrealistas porque no se sabe quiénens son los interlocutores, que son uno mismo y bla... ¡duro por ahí!
ResponderEliminarMuy bien; gran labor la de cargarse la idea de que las máximas son la verdad quintaesenciada simplemente por serlo; las hay que sí y las hay que no, como no podía ser de otro modo. Si las palabras se gastan también las máximas.
ResponderEliminarUn refrán puede ser malo: el mito de la 'sabiduría popular' (tan del romanticismo) todavía perdura.
Quién dice más máximas ahora: sí, Zapatero.
Se podría hacer una antología de versículos de Aleixandre y empezar por éste: "Sonreías, con tu gran pelo rubio donde la luz resbala hermosamente". Lo de "gran pelo" siempre me ha intrigado.
ResponderEliminarCágonla, con lo que a mí me gusta Aleixandre. En fin, para gustos los colores.
ResponderEliminarPues tienes razón ¿Y por qué se les llamará máximas en vez de mínimas?
ResponderEliminarEn lo de los diálogos estoy con Rocío, sobre todo me entusiasma el interlocutor bla. Ya lo dicen Mario Quintana y su traductor:
"... es que el poeta es una criatura esencialmente dramática".
Al final, las grandes cosas son pequeñas. De ahí, supongo, llamarlas máximas. De alguna forma sabemos que la verdad es escueta pero enorme, y por eso depositamos nuestras esperanzas en lo breve. Ya me callo.
ResponderEliminarSí, Carlos; quizá por eso un aforismo malo es tan desesperante.
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