Efectivamente, como luego explica Ignacio en los comentarios, Gilberto creía en las patrias y creía en el deber de defenderlas y además tenía predilección por las pequeñajas y oprimidas, como Irlanda. Ignacio, en cambio, no cree en las patrias por lo mismo que piensa que para acabar con la rabia lo mejor es terminar con los perros. Ésta es su idea fuerza porque también quiere acabar con el fanatismo arrasando las religiones. Que Ignacio piense esto, mientras no se ponga manos a la obra, me parece bien y anima mucho las discusiones blogueras.
Lo que sí me importa es añadir que estoy seguro de que Chesterton no tendría ningún problema en condenar el terrorismo de ETA. Primero, por sus métodos, nada gallardos ni medievales, muy poco heroicos. Segundo, porque los pequeños y oprimidos en las Vascongadas son otros. Y tercero, porque quien ama las patrias (también las de los demás) prefiere las auténticas a las falsas. Chesterton era un forofo de la historia y no le hubiese pasado desapercibido el débil fundamento del fundamentalismo vasco.
Otra cosa es que los particularismos le hacía una gracia particular. Pero a él se la hubiera hecho no tanto el de los vascos y las vascas, como el particularismo de cada pueblo, el de cada barrio y, sobre todo, el de cada caserío. Los patriotismos de Chesterton se confundían, al final, con su pasión por el matrimonio y la casa propia. El fervor por Notting Hill fue una megalomanía de juventud, prácticamente un imperialismo.
Lo que sí habría hecho el gordo es excusar a aquellos que, creyendo que su patria está invadida, se revuelven como gatos. No sé qué pensará Ignacio de la Guerra de Independencia, pero yo estoy encantado con que nos sacudiéramos a los franchutes. Y para que nadie me acuse de francofobia, reconozco mi tierna devoción por Juana de Arco, que zumbó de lo lindo a mis admirados ingleses. Como el patriotismo tiene derecho a la legítima defensa, lo prudente sería que nadie envenenara a los niños vascos, ni catalanes, ni andaluces con patrias ficción. Por eso, como siempre cuando hablo del problema vasco, acabo con la educación, que es la clave. Y en mi Jon Juaristi, bien en prosa, bien en verso:
.....................SPOON RIVER, EUSKADI
¿Te preguntas, viajero, por qué hemos muerto jóvenes,
y por qué hemos matado tan estúpidamente?
Nuestros padres mintieron: eso es todo.
Sobre patrias falsas y verdaderas, te remito a la encendida defensa de la patria catalana que hace en su autobiografía.
ResponderEliminarPor otro lado no me reconozco en el retrato maximalista que me haces (aunque claro, la base es lo que voy dejando por los blogs, y yo tengo la ventaja de verme más a menudo y en otras posturas).
No creo que sea posible acabar con los fanatismos, pero todo lo que sea reducirlos me parece bien. Nuestra diferencia de opinión vendría más bien a la hora de valorar si estamos o no tirando al niño con el agua de lavarlo (y lo dejo ahí porque entre perros y niños sólo se me ocurren mixed metaphors y me da la risa).
Estoy con George Bernard Shaw, un día de estos colgaré algo. Un abrazo.
No he seguido las opiniones de Ignacio respecto a la cuestió vasca, sí en cambio su opinión respecto al problema de la violencia que engendran las religiones -precisamente cuando dejan de serlo, al igual que el patriotismo cuando se convierte en ideología sangrante.
ResponderEliminarTanto la religión como el patriotismo nos vinculan a nuestra identidad más profunda, Dios y tierra, las raíces de nuestro ser y nuetro estar en el mundo. Dios afortunadamente no depende de nuestro reconocimiento para ser real, ni el pasado se altera por el empecinamiento de algunos para justificar sus proyectos de futuro.
Gran verdad la que escribe Juaristi, en el fondo el problema no es la religión, ni Dios, ni España sino falta de coraje para ir tras la verdad. Nuestros padres mintieron y eso no es todo:todavía no hemos acabado de desenmascarar la mentira.
¿La Patria de Chesterton no era la amargura infinita? Patria que a casi todos nos es común.
ResponderEliminarAnacó, mis opiniones sobre la cosa vasca las puedes encontrar (si te merece la pena dedicarles tiempo que ya es mucho asumir por mi parte) en http://www.ventanaalpatio.blogspot.com
ResponderEliminarEs un blog que mantuve más o menos el tiempo que duraron las negociaciones y lo tengo abandonado, pero ahí está.
Anónimo: ¿amargura? qué Chesterton más raro lee usted.
Por lo que he leido de Chesterton, es lo más contrario a la violencia que conozco. Eso sí, he leido más novela que ensayo. Quizás sus novelas expresaran lo contrario a su pensamiento, no lo sé.
ResponderEliminar¿Habéis leido Manalive? Me parece una genialidad. Me encanta su defensa de "una cierta locura" que rompe con costumbres que atan y desvían de la búsqueda de la verdad.
Por otra parte, elucubrar con lo que una persona habría hecho me parece más fantasía que razón.
Chesterton es quizá lo más contrario al pacifismo ramplón de nuestros días, que mezcla la esquizofrenia del tardomarxista que considera que la única violencia justa es la de los otros (los no occidentales, los no demócratas, los no capitalistas, por simplificar), y la comodonería posmoderna del que piensa que no hay motivos por los que morir (antihéroe y tal).
ResponderEliminarChesterton defendió la lucha de los boer, y también, en efecto, a los irlandeses. Pero no sé si es demasiado fuerte decir que "tendría problemas para condenar a ETA"...
Primero, porque la mirada sobre la violencia a principios de siglo era muy diferente. Hoy en día, en buena medida debido a las características del armamento, casi se podría decir que es imposible que haya una guerra justa por desproporcionada. Eso no pasaba a principios de siglo (no, al menos, en la guerra de los boer).
Después, porque no me suena que Chesterton aprobase el terrorismo anarquista, que es lo más parecido al terrorismo de ETA que se podía dar en su época.
Comparar Irlanda con el País Vasco es una falacia gordísima. Eso es lo que les gustaría a los nacionalistas, que mandasen al Ejército allí para poder alimentar su patético victimismo.
Curiosa coincidencia. Estaba preparando ayer algo sobre George Bernard Shaw, y tenía escrito que su antibelicismo firme, serio y concienzudo contrasta llamativamente no sólo con el ardor guerrero de Chesterton, sino sobre todo con el pacifismo fofo de nuestra época.
ResponderEliminarNada une tanto como una buena discusión. Y ahora me toca defendernos a Ignacio y a mí de quien nos avisa que no es legítimo preguntarse qué diría un autor, en este caso, Chesterton, sobre un asunto actual, en este caso, el terrorismo independentista. ¿Cómo que no, Isabel, cómo que no, Jesús? Por naturaleza, la lectura se proyecta, para empezar, sobre el lector y, para seguir, sobre la realidad a través de nuestra mirada. Si la historia de la filosofía son los comentarios que vamos haciendo a los Diálogos de Platón, ¿no podríamos nosotros humildemente filosofar un poco sobre las ideas de GKC? Eso justamente era lo mejor del aforismo de Ignacio, que nos fuerza a entrar en el fondo de la afición de Chesterton por las patrias chicas.
ResponderEliminarEs verdad que del catalanismo habló con afecto en algunas ocasiones, porque Chesterton era el último romántico y ya se sabe que el nacionalismo era entonces un coletazo del romanticismo. Otra cosa sería el cocktail de ahora entre estatismo e imposiciones violentas, que le habría repugnado como un imperialismo. En la revista de noviembre de la revista Ídem, o sea, la revista Chesterton publicaré un artículo suyo de 1935, titulado "El caso de España" en el que se desmarca bastante del catalanismo y se nos centra en España.
ResponderEliminarYo creo, incidiendo un poco en el romanticismo señalado por mi buen amigo Enrique y en la religación señalada por mi buena amiga Anacó, que la cuestión, para entender a Chesterton en este punto, es diferenciar entre la tradición como libertad, que se hace a partir del valle, y el nacionalismo, que no sale del valle. Y lo que no sale del valle, como todo dogmatismo, lleva muy fácilmente a la violencia. Los etarras, hay que recordar, no dejan de ser carlistas degenerados.
ResponderEliminarPues a mí em parece un error mayúsculo hacer juicios de intenciones sobre la personalidad de un escritor. De Chesterton me gusta su literatura no el personaje (a quien no he conocido): maestro del relato, brillante ensayista (aunque algo tramposo a veces) y buen poeta a ratos. ¿El personaje? No sé, como dejó dicho C.S. Lewis, la realidad es iconoclasta.
ResponderEliminarFilosofar sobre las ideas de Chesterton me parece muy bien, pero decidir lo que él habría hecho, hasta el punto de decidir que "tendría problemas para condenar el terrorismo".
ResponderEliminarLo que un hombre ha dicho y hecho, dicho y hecho está, pero ir más allá me parece injusto.
Aparte de que Chesterton me parece un poco paradójico. En ocasiones le encuentro muy conservador y en otras un revolucionario, pero no conozco en profundidad sus escritos.
Las ideas antibelicistas de Shaw no las conozco, y tampoco es que esté a partir un piñón con el ardor -sí, un poco del ardor guerrero del idealista sí que tiene, un poco quijotesco, quizá- de GKCh. Pero me cae simpático el gordo y así de entrada lo defiendo.
ResponderEliminarDe todas maneras, y más allá de la visión del mismo sobre España y cataluña (que no conozco), creo que estaremos de acuerdo en que puestos a comparar una cultura catalana con una (presunta) vasca... no hay color.
Lo de Cataluña con minúsc ha sido un error, no me malinterpreten.
ResponderEliminarSí, sí...
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