Tal para cual.El fervor poético anunciaba el fervor febril y ando medio malo hoy, lo cual me ha impedido ir a un SPA con toda mi familia (política), ay. No he tenido más remedio que quedarme solo, en el cuarto del hotel, calentito, leyendo la antología de Ángel del Río de grandes moralistas castellanos (Editorial Éxito, 1968) que encontré en El Arrebato.
sábado, 22 de diciembre de 2007
Wislawa lo vale
Primero había acudido (por un regalo de amigo invisible) a la librería de viejo El Arrebato y me había entrado el ídem. Luego, por supuesto, a Hiperión, donde lo tenían todo y lo compré bastante. Menos lo nuevo de la Szymborska, que se había agotado. Bien por ella. Mal por mí. Entonces, cargado como un mulo (un mulo bibliófilo), bajé la calle Alcalá, con un frío casi burgalés. Bajo una llovizna en cursiva, crucé atestados pasos de cebra. Subí --el plástico de las bolsas y el frío cortándome las manos-- la Gran Vía, que es la gran cuesta. Todo en dirección a la horrible Casa del Libro, por ver si allí tenían a Wislawa. Porque ella lo vale y porque afirmé en una encuesta para la revista Chesterton que mi próximo libro iba a ser Dos puntos y quisiera cumplir mi palabra. Sudaba por dentro, me helaba por fuera. Todo estaba resultando muy polaco. La cuesta inacabable, las bolsas pesadas y eso que llevaba libros tan ligeros como Alada claridad de Yosa Buson o los 99 haikus de Ryookan o, por fin, a Florenski. Con un sudor amarillo que no presagiaba nada bueno, entré en la Casa de marras. Un bofetón de calor y humanidad cultísima. Tras varios intentos escaleras arriba y abajo, pregunté a un señor de allí, que ni idea, pero que si no lo he encontrado con esa cara de ansiedad y esfuerzo que llevo es que es imposible. Al salir, miro el escaparate. Estaba atestado, ajedrezado, con dos libros: Zapatero de Suso del Toro y Las benévolas de Jonathan Littell. Me entra el fervor poético y se me ocurre este extraordinario epigrama:
Tendrás que probar en la Central, o en la Machado. Seguro que por allí tienen el libro. Saludos
ResponderEliminarMe das una pena, ahí, febril, dándole a las páginas y sumiéndote en el dolor de la ausencia de espá, que se me saltan unas lágrimas como puños. Es lo que tiene cambiar espá por Río, supongo.
ResponderEliminarNo has ido al spa y no has empezado a juntar "argumentos"...
ResponderEliminarPuede usted cambiar el Spa por el centro comercial, no sé...yo le encuentro algunas similitudes.
ResponderEliminarMuy bien vistas las similitudes... Por tanto, me quedaré en mi cuarto, amable anónima, si me dejan.
ResponderEliminar¿Dónde encontraste el Florenski? Epistolario y La perspectiva invertida, son los que pensaba buscar estos días, que estaré en Madrid. Si amablemente me dices dónde los puedo encontrar, iré a tiro hecho.
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
El epistolario estaba en Hiperión. Espero no haberme llevado el último. Buena suerte.
ResponderEliminarCon tanto trajín sumado a la mudanza no me extraña que te tumbara el frío de la Villa...¿o sería la pena de no encontrar a la Szymborska?, ¿o la reticencnia inconsciente al Spa?...quien sabe. Feliz Nochebuena.
ResponderEliminarHombre, de haber sabido que venías por aquí te habría avisado: la cosa cursa con una semanita de fiebre en torno a los cuarenta, y otra semanita -por ahora- en plan piltrafa echando los pulmones. Y repite, porque en casa ya vamos por el bis.
ResponderEliminarNo es por animar, digo por desanimar.
Si encuentro a Wislawa, awasaré.
Que te mejores y muy feliz Navidad para ti todos los tuyos.
Tengo que reseñar a la chimborsca antes de que acabe el mes y el año. Pero me parece espantosa la traducción ¿qué haré? ¿imaginarme cómo será en realidad? ¿aprender polaco en veinticuatro horas? Pobre mía.
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