viernes, 25 de enero de 2008

Bulería

Me cuenta otra vez lo mismo.
Como lo sé, exclamo "¡Oh!"
en los momentos precisos.

17 comentarios:

  1. Me contó la misma historia;
    como yo ya era distinto
    me pareció que era otra.

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  2. Anónimo11:12 a. m.

    ¡Qué bien mirado y con qué arte! Así no cabe la rutina ni la impaciencia. Gracias por el enfoque.

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  3. Yo gasto cierta ironía...
    La de González Romano
    es más buena que la mía.

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  4. Pare el carro, señor Máiquez,
    que la suya es la primera
    y va cargada de arte...

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  5. Anónimo1:33 p. m.

    Siempre me cuenta lo mismo
    pero yo la quiero tanto
    que me parece distinto

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  6. Anónimo2:30 p. m.

    Hay que tener cuidadito porque nunca es lo mismo lo mismo: una variación, un matiz, una morcillita, y el ¡oh! queda desacompasado.
    Los que repiten -repetimos-, salvo casos más tristes y degenerativos (más todavía), normalmente tienen -tenemos- un problema con la famosa función fática -la de "hay contacto, transmisión OK"-, y es que tendemos a interpretar mal el silencio del interlocutor, nos parece que si no dice ni mu es porque anda en Babia y no ha escuchado.
    Es posible, lo confieso, que sea por aquello del ladrón que cree que todos son de su condición, de su condición aficionada a Babia, pero qué os cuesta un simple "ajá", un claro claro, incluso un "no creas". ¿A que no exclamaste esos precisos "¡Oh!" a la primera?

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  7. "¡Glup!", eso es justo lo que digo,
    que yo lo escribí con guasa
    y usted con gracia lo ha escrito.

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  8. Me repetía su historia,
    y yo "sí, oh, ah, bien, uf..."
    y parecía otra cosa...

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  9. CB, no interpretes mal mi silencio, eh. Que yo siempre te escucho atenta, provechosamente.

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  10. Anónimo4:39 p. m.

    Me cuentan otra vez lo mismo, pero curiosamente cada vez más despacio, o por lo menos a mí cada vez se me hace más lento y de repente ¡oh! ya se ha terminado.

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  11. Anónimo5:57 p. m.

    Disculpa el comentario, Enrique, me salió la madre (de casualidad te libraste del capón).
    Forma parte del síndrome de madre el no sentirse escuchada y repetir las cosas.
    Esta misma mañana, en la panadería,
    la señora que iba delante pide una baguette doradita y, según se vuelve la chica hacia los cestos, repite: "doradita, cariño, ¿me has oído?" Otra, me he dicho.
    Lo siento.

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  12. Nada que disculpar, C. Justo lo contrario: no escribía yo la cosa para las repeticiones domésticas (Dios me libre, con lo que me gustan) sino para las ídem académicas o culturalistas. Que son las que exigen más "Ohs".

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  13. Con esa última aclaración me gusta mucho más la bulería. ¡Qué razón lleva!

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  14. ¡Qué buen momento de rutina (de rutina de la buena) cuentas!

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