Excepción hecha del Museo del Prado, lo que más emociona cuando llego a Madrid son las cenas que me prepara mi suegra. Mi cuñado asegura que su madre toca una sartén y le da un calambre. Sin embargo, cuando yo llego, ella asume el riesgo de electrocutarse, lo que es muy de agradecer.
Quizá lo único que me una a los socialistas sea la afición al marisco, menos practicada en mi caso, pero grande. Mi suegra lo sabe y no ignora que corren vientos sutiles de centrismo. Para ver si hace carrera de su yerno, el otro día, a pesar de la crisis, me hizo una heroica fuente de gambones al horno. Yo, sin abjurar de mis firmes principios pero enternecido hasta las lágrimas, cogí la ocasión por los pelos y los gambones por los bigotes.
A la mañana siguiente, a pesar de la ducha, las colonias y los obsesivos lavados de manos, seguía percibiendo un ligero olor a marisco a mi alrededor. No extrañaría eso demasiado a ningún madrileño, pues a los que venimos del Puerto de Santa María nos imaginan siempre entre fuentes de bogavantes. Como soy un poco tímido, el efecto lo completaba ruborizándome en las presentaciones, lo que me daba el tono colorado de la gamba cocida.
Hecho un anuncio ambulante de la gastronomía de mi pueblo, me paseé por las redacciones de Madrid. Parece que la socialdemocracia se impone: en todas partes me recibieron con los brazos abiertos.
Ironía y buen gusto. Aunque no comparta cierta opiniones (pero la socialdemocracia se impone)
ResponderEliminarMe has hecho reir con tu peculiar "maldición del gambón" hasta olvidarme de la declaración de la renta, la crisis, los vencimientos y plazos y el calor. No sabes lo que te lo agradezco.
ResponderEliminarQué buenos gambones para tan buen yerno. [A veces te pasas con los socialistas. De penitencia, un informativo de Gabilondo].
ResponderEliminarNo, no, como mucho dos minutos y sin sonido, que es demasiada penitencia un informativo de Gabilondo entero.
ResponderEliminarTambién me meto, CRM, con los pperos. Estoy muy faltón últimamente, así que me vendrá bien un poco de castigo... Pero oye, ¿no valdría ver el partido de España en Cuatro como penitencia?
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