martes, 8 de julio de 2008

La inspiración

Aquel apotegma de que “la inspiración te pille trabajando” yo creo que quiere decir trabajando en otra cosa, cuanto más rutinaria mejor. Jamás anduve tan inspirado como cuando opositaba entre lentos temas de Derecho del Trabajo y Prevención de Riesgos Laborales. Los márgenes del temario, como los de un riachuelo, florecían en cada meandro con delicados endecasílabos.

Desde que aprobé el asunto y tengo más tiempo para mí, la inspiración me pilla mucho menos. Pudiendo organizarme las tardes a mi gusto, acabo siempre leyendo a otros. Lo describió Carlos Pujol: “Leer es el estímulo, el material y el aprendizaje del escribir, pero acaba por convertirse en su rival”. A veces, me he planteado medio en serio dejarlo todo y ponerme a estudiar oposiciones a Registrador de la Propiedad. No para tratar de entender el marianismo (“centro, mujeres, diálogo, futuro”), sino para propiciar sonetos y décimas espinelas.

Por suerte ahora he encontrado un método menos traumático y que contribuye, de paso, a la felicidad conyugal. Consiste en ir con mi mujer a las rebajas. Delante de los escaparates, recupero aquella antigua mirada mía, perdida en el infinito. Tantos vestidos prácticamente idénticos funcionan como un mantra inspirador. Voy repitiendo —sin mentir ni un ápice— qué bien te queda, qué bien te queda… Y mientras tanto, tengo ideas. Por ejemplo, la de este artículo.

13 comentarios:

  1. Anónimo9:13 a. m.

    Cambie de vez en cuando el que bien te queda, por el otro me gustaba más, y su mujer no notará que está inspirado en otra parte.

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  2. Anónimo10:12 a. m.

    No hace falta, anónimo. Su mujer es tan encantadora que seguro que se lo lleva de rebajas para ayudarle a inspirarse. Al tercer vestido, cuando lo vea por los cerros de Úbeda, pensará "jo, lo que me ha(n) costado".

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  3. ¿Bien visto, CB!: la inspiración cuesta una barbaridad.

    En todo caso, amable anónimo, y por prevenir, seguiré su sabio consejo.

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  4. En las rebajas
    tras el escaparate
    la inspiración.

    Ya lo dijo Borges, amigo Enrique: el Espíritu sopla donde quiere...

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  5. Anónimo4:19 p. m.

    Es la primera vez que entro en este blog que he conocido a través de la revista Misión, que me ha parecido estupenda. La inspiración frente al espacarate seguro que es cosa de tu ángel de la guarda, que en vista de que te estás portando bien con tu mujer, ha intervenido para que fluya libremente la inspiración. Seguro que siempre que hacemos algo para los demás nos revierte en algo bueno para nosotros. Mi abuela me decía siempre "el que hace para él hace", narrándome un cuento antiguo. Te seguiré leyendo para ver como llevas la rélación con "Quicón" (tu ángel). Perdón por la intromisión.

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  6. Me da mucha alegría que llegues desde Misión, que es una revista estupenda. Y también te agradezco, Lola, el hermoso refrán de tu abuela. Pero, ¿no te parece un poco maltrato a mi pobre Ángel de la Guarda, con la de trabajo que tiene y tan serio, eso de llamarlo "Quicón"?

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  7. Anónimo9:17 p. m.

    Hay que rebajarse mucho para llegar a inspirarse.

    Pero, indudablemente, "el saldo" es positivo.

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  8. Genial.
    Es curioso los lugares donde te llega la inspiración: en un autobús, en la peluquería, haciendo que escuchas la perorata interminable de ciertas personas...

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  9. Muy bueno.

    (Desde este punto de vista, algo tan poco poético como un shopping center podría ser fuente de grandes obras de la literatura).

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  10. Gracias por el saldo, afilada anónima.

    Y qué gracia tu amable comentario, Mery, porque Mario Quintana tiene un hilarante artículo explicando como le inspiran los largos monólogos de los chatos, esto es, de los aburridores.

    Tampoco es tan raro lo de los shopping centers, querido JI, si tenemos en cuenta que El Quijote y el Canto Espiritual salieron de la cárcel.

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  11. Uf, gran González Romano, releo tu haiku y me entra miedo de refilón: ¿será la mía una inspiración rebajada?

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  12. Cierto, cierto, ir de tienditas inspira una barbaridad. Lo inspira todo menos ser precavido para llevar un cuadernillo encima para ir tomando notas.

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