viernes, 4 de julio de 2008

Un Alba entre el Play Boy

En mi blog entraron varios fans de Carlos Esteban, a los que yo les alabé el gusto (por Carlos Estaban, no por entrar en mi blog). Otro contertulio, siempre atento, se interesó ante tanto elogio y preguntó dónde podría leer a ese aclamado columnista. Como el contertulio en cuestión es un viejo conocido y un inagotable agnóstico o ateo, que eso no lo sé, le respondí: “Ignacio, Carlos Esteban escribe en Alba, siento decirte. El tipo merece la pena, te digo”. A lo que Ignacio replicó, rápido como el relámpago: “Pues tendré que comprar un Play Boy para esconder dentro el Alba. Uno tiene una imagen”.

Sólo es una anécdota, por supuesto. Una anécdota que tiene su gracia, me parece. Pero sobre todo es una anécdota que se eleva prácticamente sola a categoría, como le gustaba a Eugenio d’Ors, ya que muestra hasta qué punto se han invertido aquí los valores sociales. No hace mucho, puestos a esconder algo, sería un furtivo Play Boy el que se deslizara entre las albas páginas del Alba. Incluso descontando el cum grano salis de Ignacio, resulta indiscutible que de un tiempo a esta parte hay cosas de siempre que da vergüenza hacer (bendecir la mesa en un restaurante, por ejemplo), mientras que las que nuestras abuelas (y madres) hubiesen considerado deshonrosas, la sociedad las aplaude embobada. Véanse las bodas sucesivas y/o los líos varios de los famosos (o de nuestros vecinos, sin ir más lejos). Volviendo al Alba, yo estoy seguro de que ninguno de ustedes lo esconde ni en el Play Boy ni en el Marca, que es el periódico de cabecera de Mariano Rajoy. Pero también me consta que muchos hacen un acto mínimo de heroísmo y afirmación personal al pedirlo en el quiosco. Son los tiempos que corren.

Que son malos, como todos, pero que tienen, también como todos, su lado positivo. En este caso, nos vacunan contra la hipocresía, que no es moco de pavo. Resulta evidente que nadie va a comprar el Alba a estas alturas para quedar bien ante el quiosquero. Tampoco nadie acudirá ahora a los sacramentos para aparentar piedad ni fingirá virtudes de cartón piedra. En eso hemos salido ganando. En cambio, los pobres directivos de Play Boy jamás sabrán cuántos ejemplares vendidos son una simple cobertura, un camuflaje para esconder actividades subversivas, como leer a Carlos Esteban.

17 comentarios:

  1. Anónimo11:44 a. m.

    Aunque te ha salido una curiosa paronomasia, no por Carlos "estaba", sino porque me parece este blog muy interesante, al igual que tus artículos en "Alba". Una pregunta: ¿Carlos Esteban no tiene blog? Si lo tiene, sería interesante un enlace con él.

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  2. Lo ideal, Enrique, es que uno pueda comprar Alba o el Play Boy, o incluso las dos cosas, o ninguna, sin avergonzarse ni dar explicaciones. No es relatividasd moral: es, simplemente, hacer lo que una quiera, siempre que no suponga perjuicio para nadie. (Tampoco, por cierto, hay que desdeñar el Play Boy, especialmente en su edición americana, en la que se ha publicado muy buena literatura... además de otras cosas.)

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  3. ¡Rayos y truenos, Enrique! Por un momento leí: "un playboy en ALBA"

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  4. Paso a saludar y agradecer la fineza. No todos los días es uno protagonista de un artículo.

    No me gusta, ya que sacas el tema, la denominación de agnóstico. El viejo argumento de que no se puede saber con certeza si hay un dios lo encuentro particularmente irritante e inconsistente: nada se puede saber con certeza, todo lo sbaemos por aproximación y eso no nos impide ir viviendo.

    Si me preguntas por grados de certeza te diré que estoy tan seguro de que no existe un dios personal como de que mañana amanecerá. ¿Que puede que no amanezca? bien, puedo vivir con ese grado de incertidumbre.

    En cuanto a las versiones panteístas o filosóficas del personaje, no son más que metáforas, maneras de explicar el mundo, y sobre la existencia de las metáforas no cabe debatir.

    O sea, que mejor ateo.

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  5. Pues ya lo sé, Ignacio, muchas gracias.

    Por supuesto, JMBA.

    Je, je, BS, tú sabrás...

    Y Garci, gracias. CE tiene blog, pero hasta donde he visto, bastante abandonado, haciendo honor a su artículo de hoy: "Loa a la holganza". (Síguale, en todo caso, la pista a Bosco Suabia.)

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  6. http://bsuabia.blogspot.com/

    en qué estaría yo pensando...

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  7. Por estos lares es habitual esconder según qué prensa y según qué transistor. Pero al menos, en las catacumbas se está fresquito.

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  8. Anónimo6:41 p. m.

    Leyendo tu artículo, por asociación de ideas, pienso en el día de hoy, en que se celebra en Madrid la fiesta del orgullo-gay, bajo el lema "Por la visibilidad lésbica", que estará presidido por la ínclita Ministra de Igualdad Bibiana Aído. Hace no mucho, a un Ministro/a no le habría gustado que le vieran en determinados ambientes, y mira hoy, se le ha dado la vuelta a la tortilla.

    Sería bueno pasearse por Chueca en estos días con un "Alba" bajo el brazo: ¡vaya actitud subversiva y contestataria!

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  9. Me explico mejor, José Manuel, porque quizá parece que me da igual el Alba que el Play Boy y no. Yo quería decir que me parece muy bien que s puedan comprar los dos porque en asuntos de libertad mejor pasarse qu quedarse corto, pero me parecería mucho mejor que nadie quisiera comprar el Play Boy y que nadie quisiera trabajar allí.

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  10. Bibiana se dirá, querida Verónica, quien a buen árbol se arrima...; menos mal que, como sabe el pianista, aquí se está fresco.

    Y gracias por el saludo ilustrado Cercas.

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  11. Verónica: muy bueno eso de dar la vuelta "a la tortilla" (tiras con bala).

    Enrique, ¿seguro que "nadie acudirá ahora a los sacramentos para aparentar piedad ni fingirá virtudes de cartón piedra"? Anda que no hay gente –sabes a qué me refiero– cuyo status y condumio depende de ello, en ciertos ambientes. Y lo peor de todo: fingir para uno mismo. El peligro del engaño y el cartonpiedrismo existe siempre, por ejemplo: sintiéndose "del bando de los buenos", "elegido" o "especial", por comprar Alba, por agredir verbalmente a los progres en blogs, etc, o por ir a Misa con cierta jactancia.

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  12. No, Enrique, no... Nada de catacumbas. No te pega, aunque se esté fresquito.

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  13. Me parece muy acertado el comentario de Beades. Cunde mucho en nuestra sociedad el síndrome del perseguido: a la gente parece gustarle sentir que heroicamente defiende una postura marginada más que encontrarse parte de un robusto, respetado e influyente tronco de ideas.

    En el caso de los cristianos es a veces sonrojante oirles hablar de persecución cuando hay hermanos suyos que la sufren de veras en Sudán o en Corea.

    Pero no son los únicos ni los más exagerados: si un extranjero hojea el diario Público se quedará con la idea de que la izquierda española acecha en escondites subterráneos el momento de salir a la luz.

    FJL, para poderse encontrar solo contra el mundo, ha tenido previamente que enemistarse a base de coces con 3 o 4 periódicos y emisoras en principio afines.

    Y no digamos nada de los nacionalistas, eternas víctimas perseguidas aun después de estar en el gobierno más de 20 años.

    Sí, gusta demasiado en España ese quijotismo de baratillo.

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  14. Pero, beligerante Beades, yo hablo de la sociedad en su conjunto y esa sí que dio su vuelta de tortilla como un calcetín (valga laredundancia). ¿O no? Dentro de cada círculo, ejem, o catacumba, pues es normal que haya cierto apoyo mutuo, sentido de pertenencia, alegría de haberse conocido... Lo que podíamos llamar (para jorobar, más que nada) santo orgullo. Pero eso es, ya digo, algo de puertas para dentro y basta con salirse para dejarlo todo atrás. Sin embargo, de la sociedad, ¿quién se sale? Como de decá el insigne Kiko Méndez-Monasterio lo malo de la globalización es que ya no podremos ni exiliarnos.

    Ignacio, mi complejo de mártir es, te lo reconocozco, muy leve, pero insidioso, quise decir, insistente.

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  15. Anónimo7:00 p. m.

    Tengo que decir que estoy totalmente de acuerdo con Beades, cuyas palabras me han traído a las mientes aquello del Evangelio: "Hasta las prostitutas os precederán en el Reino de los Cielos", que a mí siempre me sume en la zozobra. Lo de ir blandiendo el "Alba" por Chueca lo dije como un chascarrillo. Jamás me he creído mejor que los que se pasean por esas calles, se lo aseguro. Y además, por la cuenta que me tiene. No hay palabras más duras en los Evangelios que las dirigidas a los hipócritas.

    Y nadie se pone aquí la careta de mártir. Creo que es una actitud que no se compadece con el cristianismo. Sí, en cambio, la misericordia, y el sufrir con los que sufren, pero de verdad, y no de boquilla. (Aunque creo que este tema nos llevaría muy lejos, y no me atrevo a seguir tirando del hilo).

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  16. Anónimo6:54 p. m.

    El caso que cuentas en tu artículo del que, por razones de imagen, se dispone a ocultar la revista Alba en otra de signo bien diferente, me recuerda unos versos de Góngora (¡Cómo no!): los que hablan “de la manzana hipócrita que engaña | a lo pálido no, a lo arrebolado”. Y es que, efectivamente, al cordobés le resultaba, como a ti, raro, que se engañe “a lo arrebolado” (no hace falta decirte que lo arrebolado no es complemento directo, sino de modo, como “a lo francés”): lo normal, cuando se “engaña” es encubrir un interior rojo (pasional etc) bajo un aspecto blanco, o sea, engañar “a lo pálido”.

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