lunes, 3 de noviembre de 2008

Al fin

Estoy muy melancólico esta tarde.
"Bueno", me digo, "ya era hora". Ahora
podré escribir suspiros desvaídos
y romper de una vez el ritmo ese
de los endecasílabos peinados
con su rayita en medio, y los acentos
cada cual en su sitio, y la sonrisa.
Estoy tan deprimido por fortuna
que escribiré un lamento casi hueco
como exige la crítica: sin métrica,
urdido de vacío y vaguedades,
desmayado y ruinoso, enrevesado.
Qué maravilla la melancolía,
la desazón, qué dulce, la tristeza,
qué alegría la desesperación
y justo hoy, cuando desesperaba
de hacer poesía postmoderna. Al fin
voy a dejar de celebrarlo todo.

8 comentarios:

  1. Sólo celebras la meloncolía. Genial. Y me alegro por ti: ¡buen arranque! A ver si a mí me ocurre lo mismo.

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  2. A mí -pero yo no soy 'LA CRÍTICA'- me parece un gran poema: irónico, melancólico y celebrativo a la vez. Sería el poema postmoderno perfecto si no fuera una crítica perfecta al poema postmoderno (que por serlo no puede ser perfecto).

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  3. Y que un metapoema sea emocionante, es todo un logro.

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  4. Afortunadamente no le hiciste caso a la crítica. Así ganamos todos (hasta ellos, que tendrán algo más que criticar).

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  5. Con amigos así la melancolía no dura ni dos tardes. Menos mal que aproveché la primera para escribir la cosa. Muchísimas gracias.

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  6. Dudo -y espero- que tú puedas algún día dejar de celebar algo. ¡Muy bonito Enrique! y todo un detalle dejarlo por aquí, que no es tu costumbre. ¡Otro motivo de celebración!

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  7. Bueno, por un lado espero que se te pase, por otro no.
    Saludos.

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  8. Anónimo12:29 a. m.

    Una acertada lección de (buena) poesía. Estupendo. Gracias.




    Saludos...

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