Una tormenta de ideas con algún rompimiento de gloria
miércoles, 3 de diciembre de 2008
En camisa de once crisis
Si no las enumero todas es porque varias se me han quedado fuera de los 2607 caracterescon espacio del artículo. Pero tiempo habrá, por desgracia, para ir una por una. Ah, y una errata: la columna se titulaba "Las crisis y las cruces".
Elecutis, amigo Enrique. Aunque el tema de los crucifijos en las escuelas tiene muchas esquinas. Colocado en una de ellas, estoy de acuerdo con su retirada: no vería en ella rastro del "odium fidei" (no sé si lo escribo bien) que no hace más que ver a diestro y siniestro el amigo Juan Manuel de Prada. ¿Qué lo hay? No lo dudo. Pero, ¿cuándo y dónde? Aquí hay que hilar muy fino, porque odio caer en el victimismo del que se cree (falsamente) perseguido sólo porque lo critican o discrepan de él.
La cruz tiene su auténtico sentido para quienes nos consideramos cristianos. Pero a los demás les podría ayudar a respetar los símbolos religiosos y a comprender la forma en que los poderes sociales, cuando no están limitados, pueden llegar a comportarse con una persona justa. Otro aspecto: Por nuestra cultura, los cristianos podemos ver en la falta de crucifijo, no una simple ausencia sino la privación de algo que debería estar ahí. Cada país expresa su fe de una forma. Por ejemplo, en U.S.A. el Sr. Obama, tras las elecciones, expresando su deseo de que Dios bendiga a ese pueblo.
Me gusta tu vinculación de crisis económica, crisis educativa, crisis moral. ¡Muy bien!
En España, durante años, todos hemos vivido a lo grande, cualquiera podía pedir un gran préstamo y hacer una gran compra: pecados capitales de soberbia y de avaricia, a veces de envidia y de gula, siempre de pereza. Nada que ver con montar la pequeña industria, hacer cada año unos pocos zapatos más o unos pocos sillones más, arreglar unos pocos coches más, pintar unas pocas paredes más. Nada que ver con el trabajo ni con el esfuerzo. Nada que ver con la Alemania de Adenauer.
El espejismo se ha venido abajo de golpe. Todo era mentira: el PIB, los sueldos, el empleo, el milagro, todo era una gran mentira, ahí vuelven a tocarse las tres crisis, la económica, la moral, la educativa: vivir de ficciones, de apariencias, de falsedades. La España de hoy, la España de siempre.
Hace semanas planteabas si esto no nos llevaría a una regeneración, a una crisis moral. Claro que no: ahora se trata de pillar dinero público, de que el Estado mande unos millones de € a tu rincón, ahí acaba todo. ¿Quién lo pagará? Nuestros hijos, nuestros nietos, eso el que los tenga, nosotros no, a cada día le basta su afán.
Elecutis, amigo Enrique. Aunque el tema de los crucifijos en las escuelas tiene muchas esquinas. Colocado en una de ellas, estoy de acuerdo con su retirada: no vería en ella rastro del "odium fidei" (no sé si lo escribo bien) que no hace más que ver a diestro y siniestro el amigo Juan Manuel de Prada. ¿Qué lo hay? No lo dudo. Pero, ¿cuándo y dónde? Aquí hay que hilar muy fino, porque odio caer en el victimismo del que se cree (falsamente) perseguido sólo porque lo critican o discrepan de él.
ResponderEliminarAmén, amigo Suso. Hay que hilar muy fino, y eso intento cuando digo que puede que sólo sea una anécdota menor. Lo malo es la pulsión. Gracias mil.
ResponderEliminarLa cruz tiene su auténtico sentido para quienes nos consideramos cristianos. Pero a los demás les podría ayudar a respetar los símbolos religiosos y a comprender la forma en que los poderes sociales, cuando no están limitados, pueden llegar a comportarse con una persona justa. Otro aspecto: Por nuestra cultura, los cristianos podemos ver en la falta de crucifijo, no una simple ausencia sino la privación de algo que debería estar ahí. Cada país expresa su fe de una forma. Por ejemplo, en U.S.A. el Sr. Obama, tras las elecciones, expresando su deseo de que Dios bendiga a ese pueblo.
ResponderEliminarMaestro:
ResponderEliminarMe gusta tu vinculación de crisis económica, crisis educativa, crisis moral. ¡Muy bien!
En España, durante años, todos hemos vivido a lo grande, cualquiera podía pedir un gran préstamo y hacer una gran compra: pecados capitales de soberbia y de avaricia, a veces de envidia y de gula, siempre de pereza. Nada que ver con montar la pequeña industria, hacer cada año unos pocos zapatos más o unos pocos sillones más, arreglar unos pocos coches más, pintar unas pocas paredes más. Nada que ver con el trabajo ni con el esfuerzo. Nada que ver con la Alemania de Adenauer.
El espejismo se ha venido abajo de golpe. Todo era mentira: el PIB, los sueldos, el empleo, el milagro, todo era una gran mentira, ahí vuelven a tocarse las tres crisis, la económica, la moral, la educativa: vivir de ficciones, de apariencias, de falsedades. La España de hoy, la España de siempre.
Hace semanas planteabas si esto no nos llevaría a una regeneración, a una crisis moral. Claro que no: ahora se trata de pillar dinero público, de que el Estado mande unos millones de € a tu rincón, ahí acaba todo. ¿Quién lo pagará? Nuestros hijos, nuestros nietos, eso el que los tenga, nosotros no, a cada día le basta su afán.