Si Garcilaso volviera, Isabel Escudero sería una de sus ninfas. Y si regresara el Marqués de Santillana, pastorcilla sería. Escudero es una de las poetas más encantadoras (y cantadoras) de hoy. Entronca sus breves versos, hechos de aire y gracia, con el cancionero tradicional. Su penúltimo libro, Fiat umbra, lo he recomendado vivamente en una revista de poesía, que es donde toca.
Aquí toca hablar de poetas y de pájaros aprovechando que acaba de publicar Gorrión, migajas..., una antología de sus canciones sobre aves en la pequeña, preciosa colección dedicada a poemas ornitológicos de Pre-Textos. Los hombres en general suelen tener una amistad muy honda con sus perros. Los poetas, al menos los que pertenecen al género humano, también; pero además sienten una especial querencia por los pájaros. Las oscuras golondrinas de Bécquer, el ruiseñor de Keats, la alondra de Shelley, el albatros de Baudelaire, el cóndor de Neruda, el chochín de Chesterton, las urracas de d’Ors, la zumaya de Lorca, el pájaro solitario de san Juan de la Cruz y de Leopardi, el gorrión de Catulo (que lo fue de su amada), etc.
Natural: los pájaros, como los poetas, se andan por las ramas, agitan las plumas, van de vuelo, tienen ojillos febriles y, sobre todo, cantan, cantan. Como Isabel Escudero: “Se escapó el pájaro/ por el roto/ que abrió su canto”. Se escapó, sí, hasta venir a comer migajas, ¡oh!, en nuestras manos.
Qué manera más maravillosa de empezar un martes lluvioso. Una entrada muy bonita, muchas gracis.
ResponderEliminarPor cierto, guiado por una variación de d'Ors se llega hasta Wallace Stevens y sus Trece maneras de mirar a un mirlo. Ahí tienes otra pareja. chau
Gracias, Rebelde. Si alguno se fija en esas cosas, verá que entre las etiquetas hay una nueva, llamada "Colecciones". Una de mis colecciones es, precisamente, la de parejas entre pájaros y poetas. Por favor, si recordáis otras, decídmelas. Gracias mil.
ResponderEliminarArena del sur caliente, flecha sin blanco, tarde sin mañana.., "Y el primer pájaro muerto/ sobre la rama..."
ResponderEliminarEl llanto de la guitarra, Enrique, ese pájaro muerto que puede ser también la voz callada de cada uno de nosotros... Me encanta la idea de la relación entre poetas y pájaros, qué visión más aguda y acertada... Pensaré más. Elena.
Y tú, poeta,
ResponderEliminar¿con que pájaro
formas pareja?
La paloma desesperada y Alberti
ResponderEliminarSzymborska y el pajarito ese pequeño que no servía para nada y de cuyo nombre no me acuerdo ahora.
ResponderEliminarDejé antes un recordatorio, que se habrá perdido, del cuervo de Poe, que no debe faltar en este cónclave.
ResponderEliminarGracias por insistir, Ignacio, porque no me había llegado tu cuervo de Poe.
ResponderEliminarSe me fueron volando las mejores, realmente, porque la paloma aquella tan confundida de Alberti, el mirlo de Stevens y también, recuerdo ahora, el petirrojo de la Dickinson, qué.
Y me pondré a rebuscar el pájaro de la Szymborska en cuanto llegue al nido, quiero decir, a casa.
Cuál sería el pájaro de Góngora: ¿el murciélago (infame turba de nocturnas aves), el “marítimo alción”, el pavo real (el pájaro que, grave, su manto azul de tantos ojos dora cuantas el celestial zafiro estrellas), el cisne (que dulce muere y en las aguas mora), los pájaros de presa (esos “raudos torbellinos de Noruega” que “quejándose venían sobre el guante”)?
ResponderEliminarYo, como aficionado a la música, me quedaría con el conjunto vocal descrito en estos versos:
Rompida el agua en las menudas piedras,
Cristalina sonante era tïorba,
Y las confusamente acordes aves
Entre las verdes roscas de las yedras
Muchas eran, y muchas veces nueve
Aladas musas, que —de pluma leve
Engañada su oculta lira corva—
Metros inciertos sí, pero suaves,
En idïomas cantan diferentes;
Mientras cenando en pórfidos lucientes,
Lisonjean apenas
Al Júpiter marino tres sirenas.
Un abrazo, JMGM
Supongo que el cernícalo de Hopkins (con perdón) no cuenta, pues es un símbolo de Jesucristo. Cabanillas al traducirlo lo llama El Halcón, para suavizar la palabra castellana; no así Carlos Pujol.
ResponderEliminarMe alegro de que estés recuperado, al menos como para salir del nido.
ResponderEliminarAquí te van otros dos pájaros solitarios:
El de Petrarca, que es un gorrión (passero creo que es gorrión en italiano):
Passer mai solitario in alcun tetto/Non fu quant'io, né fera in alcun bosco... (Soneto 226, el del famoso 'et duro campo di battaglia il letto')
Y el de Quevedo, que es una traducción casi literal:
Más solitario pájaro ¿en cuál techo/se vio jamás, ni fiera en monte o prado...
Y por pasar a un pájaro más alegre, el pinzón de Hopkins, en "Gloria a Dios por las cosas moteadas..."
Un abrazo. Cuídate.
Ay, vuelvo, que me olvidaba: y este átomo volador de Quevedo, tan moderno y tan como impresionista, que os dedico a ti y a Espinelete.
ResponderEliminarAl Ruiseñor
Flor con voz, volante flor,
silbo alado, voz pintada,
lira de pluma animada
y ramillete cantor;
di, átomo volador,
florido acento de pluma,
bella organizada suma
de lo hermoso y lo süave,
¿cómo cabe en sola un ave
cuanto el contrapunto suma?
Así, de pronto, que recuerde:
ResponderEliminarSi os partiéredes al alba
quedito, pasito, amor,
no espantéis al ruiseñor.
Si os levantáis de mañana
de los brazos que os desean,
porque en los brazos no os vean
de alguna envidia liviana,
pisad con planta de lana,
quedito, pasito, amor,
no espantéis al ruiseñor.
Lope.
Este otro, no cantor, pero válido:
Este buitre voraz de ceño torvo,
que me devora las entrañas fiero
y es mi único constante compañero,
labra mis penas con su pico corvo.
Unamuno
Y dos galos: el albatros y las palomas
Souvent, pour s'amuser, les hommes d'équipage
Prennent des albatros, vastes oiseaux des mers,
Qui suivent, indolents compagnons de voyage,
Le navire glissant sur les gouffres amers.
Baudelaire
Ce toit tranquille, où marchent des colombes,
Entre les pins palpite, entre les tombes;
Midi le juste y compose de feux
La mer, la mer, toujours recommencée
O récompense après une pensée
Qu'un long regard sur le calme des dieux!
Valery
Y por volver al canto:
Romance del prisionero
Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.
Anónimo
Saludos.-
El albatros te lo he repetido, veo al leer el post, por lo que, a cambio, invoco las tortolicas del Marqués de Santillana y otras avecicas varias,
ResponderEliminarFonte-frida, Fonte-frida,
Fonte-frida y con amor,
do todas las avecicas
van tomar consolación,
si no es la Tortolica,
que está viuda y con dolor.
Por allí fuera a pasar
el traidor de Ruiseñor;
las palabras que le dice
llenas son de traición:
- Si tú quisieses, señora,
yo sería tu servidor.
- Vete de ahí, enemigo,
malo, falso, engañador,
que ni poso en ramo verde
ni en prado que tenga flor;
que si el agua hallo clara,
turbia la bebía yo;
que no quiero haber marido
porque hijos no haya, no;
no quiero placer con ellos,
ni menos consolación.
¡ Déjame, triste enemigo,
malo, falso, ruin, traidor,
que no quiero ser tu amiga
ni casar contigo, no !
---
Y perdón por la reiteración.
Tu átomo volador, CristinaB, tiene una energía nuclear. Y qué maravilla que el pájaro solitario sea el que reúna a más poetas. El pinzón de Hopkins es estupendo, y me faltaba en mi colección.
ResponderEliminarLo del cernícalo, Beades, qué chulo. Creo que el cuasiinfaliblecabanillas, marqués de Benzelá, se equivocó con el halcón, porque la clave del cernícalo en su vuelo quieto, casi místico, en cruz . Si permitiésemos pájaros simbólicos (que yo creo que por qué no) solucionaríamos mi problema con el Dante, que los nombra a bandadas, pero el más suyo es el águila imperial del Paraíso.
Ah, José María, muchísimas gracias por tu despliegue: el buitre y Unamuno ya lo tenía en mi colección, y la calandria y el romancero, pero la tortolica de Santillana vale su peso en oro. Qué ilusión me ha hecho.
De Góngora, sin duda, la nocturna turba, aunque él hubiese preferido los cisnes... pero se trata del "pájaro" (aquí con todas las comillas de la metáfora, que Góngora se las merece) con el que los lectores identifiquemos a cada poeta.
Y eso, Suso, es lo malo mío: muchos pájaros en mis poemas, pero todos de vuelo, ninguno se ha quedado todavía a anidar entre líneas.
Otros: Antonio Machado y las cigüeñas (concretamente su garabato). Y JRJ y el chamariz, ¿os parece bien?, el chamariz en la fuente. Y el engaño del zorzal y TS Eliot.
Pájaros cubiertos de ceniza, en Panorama ciego de Nueva York.
ResponderEliminarEste pichón del Turia que te mando,
de dulces ojos y de blanca pluma, en Soneto Gorgorino.
Federico García Lorca.
Otro pájaro inolvidable: el albatros de Coleridge.
ResponderEliminarAt length did cross an Albatross
Thorough the fog it came;
As if it had been a christian soul
We hauled it in God's name
Cuando el Viejo Marinero mata, sin razón aparente, a este símbolo de todo lo que es hermoso e inocente, uno tiene la sensación de que ha comenzado no sólo otro tiempo para la poesía, sino otro tiempo.
¡Pichón del Turia para Lorca es perfecto!
ResponderEliminarY Coleridge y el albatros (y con esa glosa).
Qué de regalos, y eso que todavía queda para Reyes.
Tienes también la peregrina paloma imaginaria de Ricardo Jaimes Freyre, que conozco porque Borges la cita en uno de sus memorables prólogos (la Cifra, creo) como ejemplo de poesía puramente verbal, por contraposición a los memorables versos de Fray Luis (Vivir quiero conmigo, etc.). El de la paloma, según Google dice así:
ResponderEliminarPeregrina paloma imaginaria
que enardeces los últimos amores;/
alma de luz, de música y de flores /
peregrina paloma imaginaria.
Vuela sobre la roca solitaria /
que baña el mar glacial de los dolores; /
haya, a tu peso, un haz de resplandores, /
sobre la adusta roca solitaria… /
Vuela sobre la roca solitaria /
peregrina paloma, ala de nieve /
como divina hostia, ala tan leve… /
Como un copo de nieve; ala divina, /
copo de nieve, lirio, hostia, neblina, /
peregrina paloma imaginaria…
No quiere decir nada, y a la manera de la música lo dice todo, decía JLB.
Disculpa, pero no he entendido del todo si por perfecto entiendes llamarle pichón del Turia a Federico García Lorca o el perfecto es el soneto gorgorino con el pichón de protagonista y que sólo podía escribir Lorca.
ResponderEliminarYo de poetas sé poco, de pájaros bastante más.
ResponderEliminarAquí va un romance precioso que cantaba Joaquín Díaz con el milagro de San Antonio, está en youtube también seguro...
Divino, glorioso Antonio, suplícale a Dios inmenso
que con su gracia divina, alumbre mi entendimiento,
para que mi lengua refiera el milagro
que en el huerto obraste de edad de ocho años.
Su padre era un caballero, cristiano, honrado y prudente
que mantenía su casa con el sudor de su frente
y tenía un huerto donde recogía
cosechas del fruto que el tiempo traía.
Y una mañana un domingo, como siempre acostumbraba
se marchó su padre a misa diciéndole estas palabras:
- Antonio querido, ven aquí hijo amado
escucha que tengo que darte un recado.
Mientras tanto yo esté en misa, gran cuidado has de tener
mira que los pajarcitos, todo lo echan a perder.
Entran en el huerto, pican el sembrado;
por eso te pido que tengas cuidado.
El padre se fue a la iglesia a oir misa con devoción
Antonio quedó cuidando y a los pájaros llamó:
- Venid, pajarcitos, dejad el sembrado
que mi padre ha dicho que tenga cuidado.
Por aquella cercanía, ningún pájaro quedó
porque todos acudieron donde Antonio los llamó.
Lleno de alegría San Antonio estaba,
y los pajarcitos alegres cantaban.
Al ver venir a su padre, luego los mandó callar.
Llegó su padre a la puerta y le empezó a preguntar:
- Dime tú, hijo amado; dime tú Antoñito;
¿tuviste cuidado con los pajarcitos?
El hijo le contestó: - Padre, no esté preocupado
que para que no hagan daño, todos los tengo encerrados,
El padre que vio milagro tan grande
al señor obispo trató de avisarle.
Acudió el señor obispo con grande acompañamiento;
quedaron todos confusos al ver tan grande portento.
Abrieron ventanas, puertas a la par
por ver si las aves querían marchar.
Antonio les dijo a todos: - Señores, nadie se alarme;
los pajarcitos no salen hasta que no se lo mande.
Se puso a la puerta y les dijo así:
- Volad pajarcitos, ya podéis salir.
Salgan cigüeñas con orden, águilas, grullas y garzas
gavilanes y mochuelos, verderones y avutardas;
salgan las urracas, tórtolas, perdices,
palomas, gorriones y las codornices.
Cuando acaban de salir, todos juntitos se ponen
aguardando a San Antonio, para ver lo que dispone,
y Antonio les dice, - No entréis en sembrado
iros por los montes y los ricos prados.
Al tiempo de alzar el vuelo, cantan con mucha alegría
despidiéndose de Antonio y toda la compañía.
El señor obispo, al ver tal milagro
por todas las partes, mandó publicarlo.
Arbol de grandiosidades, fuente de la caridad
depósito de bondades, padre de inmensa piedad,
Antonio divino, por tu intercesión
merezcamos todos la eterna mansión.
¿¿¿EL CHOCHÍN DE CHESTERTON???
ResponderEliminarGenial, Enrique.
ResponderEliminarMmmmm... ¡no conozco nada de Isabel Escudero!
Perfecto es un poco todo, Manupé. Digamos que las reglas de la colección exigen que el poema en que se nombra al pájaro en cuestión sea memorable y también que de alguna forma el poeta se identifique o refleje en él.
ResponderEliminarDe Chesterton y el chochín, véase el poema "The beatific vision" en The Wild Knight, segundo párrafo:
Well, if in any woes or wars
I bought my naked right to be,
Grew worthy of the grass, nor gave
the wren, my brother, shame for me.
Y me enchufo a Youtube a oír el romance de San Antonio ese, Máster.
... No sin antes aconsejar a Llir la lectura de Escudero...
Para los coleccionistas: loros, papagayos, cacatúas, aves literarias con boca de pluma.
ResponderEliminarEl pájaro de Szymborska es el tarsio.
ResponderEliminarLa verdad es que si le hemos admitido "murciélagos" a Góngora, ¿por qué no tarsio a la Szymborska?
ResponderEliminarAh, y ¿qué os parece el loro para Cernuda? No termina de pegar, me temo. El loro recuerda inevitablemente a Stevenson, ¿no?, pero no por su poesía...
Jajaja [a continuación caigo en la cuenta: me ruborizo de vergüenza] y jajaja [me estoy riendo solo camino de la Facultad]. Acabo de ver en casa la foto del tarsio y he descubierto que no es un pájaro. Y yo siempre pensé que lo era: y mucho más bonito así el poema de Szymborska; cualquier pájaro por feo que sea es bonito, pero ese bicharraco es ahora un animal conmovedor.
ResponderEliminarJajajá [es lo que pone la nueva generación en sus mensajes, aunque son más de jejeje o xD] y espero que no me dé un ataque de risa ahora en clase si me acuerdo del tarsio.Me has alegrado la tarde, después de una mañana pésima lidiando con g*l**o**as.
Claudio Rodríguez También tiene su"gorrión"
ResponderEliminarNuestro (argentino) Leopoldo Lugones tiene una serie de pequeños poemas dedicados a pájaros de por acá. No los encuentro en la web (vergüenza! ya veré de subirlos), aunque algunos se pueden leer en esta página
ResponderEliminarQue tus manos me hagan para siempre,
ResponderEliminarque las mías te hagan para siempre
y pueda el tenue
soplo de un dios hacer volar
al pájaro de arcilla para siempre.
JOSÉ ÁNGEL VALENTE, Mandorla.
en el "Ay, mísero de mí" (Calderón, La vida es sueño, Segismundo): "Nace el ave...."
ResponderEliminarAve, Claudio!, por supuesto, Carmen. Pero a mí, ese poema suyo, a pesar del gorrión, que es un pájaro que me encanta, no termina de entusiasmarme. Me gusta mucho más el poema a las golondrinas. Pero sobre todo, a pesar de su tremendo dramatismo, es el grajo de "Incidente en los Jerónimos" el pájaro que asocio a CR. Qué poema.
ResponderEliminarGracias por Lugones, Hernán. Genial lo de las golondrinas que no acaban de decir hasta mañana, y también muy bueno la garza como "una línea de tiza interrogante". Hablando de nuestro (argentino) Hernández, ¿recuerdas tú cuál era el pájaro aquel del Martín Fierro que en un sitio da los gritos y en otro pone los huevos?
Y qué evangélicoapócrifo está nuestro (gallego) Valente con sus pájaros de barro.
Llego tarde al debate, pero aporto las perdices de una mujer poeta (tal vez la única) del Cancionero general, Florencia Pinar, que escribe una canción "A unas perdices que le enviaron bivas":
ResponderEliminarDe estas aves su nación
es cantar con alegria
y de vellas en prisión
siento yo grave pasión
sin sentir nadie la mía.
(Me gusta especialmente la dilogía vellas/bellas).
Y, lamentablemente, nadie ha citado versos como estos:
"...y no hago nada
más que mirar un leve vuelo
de golondrinas (los delfines
del aire)..."
O estos alejandrinos:
"Cansado. Y, de repente, la luz cae sobre el mundo;
quiero decir, un verso, una tarde de amigos,
la música de Haydn, un alumno que atiende,
la risa de Leonor o el vuelo de un cernícalo..."
O este haiku:
"Qué tiene el canto
del mirlo? El pico queda
al rojo vivo"
O estos otros versos:
"el canto de un jilguero perdido entre las ramas
es capaz de abstraer
por tres siglos al hombre que lo escucha"
Los encontré en un libro dedicado que tengo en casa: E.G.Máiquez, Casa propia, Renacimiento, 2004.
Abrazo fuerte.
Ay, Juan Antonio, qué pena que hayas llegado tan tarde, ahora que nadie leerá a mis pobres pájaros...
ResponderEliminarPero nunca es tarde si la dicha es buena, o el dicho: ¡viva esa dilogía de "vellas"! Las perdices, ea, adjudicadas a Pinar, naturalmente.
Muchas y dobladas gracias.
Y no nos olvidamos de "Los delfines del aire", claro.
ResponderEliminarTengo un ruiseñor de A.G.Calvo:
ResponderEliminarQuiero mandarte
por el coche el Domingo
un ruiseñor
tiritante de trinos,
que diga "Amor",
preso de oro en hilos
"amor, no quiere
que estés triste tu amigo"...
La entrada es tan buena que no me resisto aunque sea tan tarde...
Perdonad la intromisión: ¿cuenta la zumaya de G. Lorca?:
ResponderEliminar...Cómo canta la zumaya,
¡ay, cómo canta en el árbol!...
Es una aportación maravillosa: ¡la zumaya! La subo inmediatamente a la rama del texto. Gracias, gracias.
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