sábado, 17 de enero de 2009

Una historia de amor

LA ANCIANA: Se me olvida todo, hijitas, pero de vuestro dulce abuelo no dejo de acordarme ni un solo minuto de mi vida. Siempre lo tengo presente.

EL ANCIANO ¡Anita, por Dios, que aún no me he muerto, que estoy en casa, jubilado, todo el día pegado a ti!

LA ANCIANA: Hombre, Paco, eso ayudará algo, qué duda cabe, pero, en cualquier caso, tiene su mérito.

7 comentarios:

  1. qué historia tan corta, emocionante y bien contada... Chapeaux!

    ResponderEliminar
  2. Anónimo12:49 p. m.

    Jajajajajaja.....

    ¿Le hará funerales el día del cumpleaños del abuelo? ¿Aceptará oficiarlos el párroco? ¿Se sentará el abuelo a su lado, en el primer banco de la iglesia?

    ¿Montará la abuela sesiones de espiritismo en el salón familiar, con éxito garantizado?

    ResponderEliminar
  3. Felicidades. Hay emoción, sorpresa final, humor y amor.

    ResponderEliminar
  4. Anónimo4:47 p. m.

    Siempre,!sorprendente!

    ResponderEliminar
  5. Anónimo9:01 a. m.

    Ja, ja, ja, muy bueno Enrique.

    Al principio pensé que él estaba muerto, después que ella tenía alzheimer, y al fin pensé en lo que dicen todas las mujeres de jubilados, que están todo el día en casa pegados a ellas... sí que tiene mérito. "Como colchones en medio del pasillo", eso dicen, que yo no lo sé.

    Se pueden sacar muchas interpretaciones de un texto tan corto.

    ResponderEliminar
  6. Anónimo12:44 p. m.

    La historia revela con mucho acierto la capacidad femenina de contrarrestar una actitud razonable, la del marido, con una respuesta que no admite réplica. La mujer es un ser maravilloso.

    ResponderEliminar