Después de escribir una columna tengo que cuadrarla en los caracteres exactos que me exige el periódico. Hasta ahí todo normal. Lo extraño es que mis textos, que ya tenía por definitivos, mejoran siempre, tanto cuando toca acortarlos como cuando los tengo que alargar. Qué raro, ¿no? El estado de imperfección perfecto, parece.
Qué curioso... La experiencia podría interpretarse como un argumento pragmático a favor de las formas tradicionales de poesía, que obligan a contar y pesar cada sílaba y acento.
ResponderEliminar(Aunque, pensándolo dos veces, todo poema es formal; lo que ocurre es que hay algunas formas que han cristalizado y se han convertido en tradicionales, con requisitos fijados y conocidos de antemano. Pero todo buen poema obliga a su autor a contar y pesar, aunque sea en verso libre.)
Así que resulta que haces poesía hasta con las columnas...
Caigo ahora que la entrada podría haberse titulado "Elogio del corsé".
ResponderEliminarLo que demuestra que el trabajo viene a completar a las musas.
ResponderEliminarUn saludo
Yo ceo que eso sucede porque al modificar el texto vuelves sobre él y, como no es poesía, normalmente lo mejoras. En cuanto al cambio de título mejor el original, con el nuevo habrías tenido trabajo borrando comentarios indeseados no susceptibles de mejora.
ResponderEliminarUn saludo.
Querido maestro:
ResponderEliminarPrueba a resumirlo todavía más, prueba a reducirlo al 75%, y luego al 50%, a lo mejor con cada reducción sigue y sigue perfeccionándose, pide al periódico que te deje sólo un recuadrillo llamado "Aforismos del maestro", en el que sólo te saldrían frases perfectas, con una concentración de contenidos equiparable a la de las pastillitas del Avecrem.
Los que nos obsesionamos por concentrar los conceptos en menos palabras a veces deberíamos escribir con más frescura, que unas frases frescas también se agradecen. Un abrazo
ResponderEliminarPero, Fernando, con "discípulos" como tú van a terminar sin hacerme falta los críticos...
ResponderEliminarLo inquietante es que a la vez sobre y falte de los artículos. Sólo que sobre es, me temo, lo natural.
También yo trabajé en el mundo editorial y recuerdo el ejercicio de tener que reducir caracteres. Era como cuadrar un puzzle con la diferencia de que a la vez que se montaba, tenías que diseñar las piezas, cada vez más pequeñitas. Sin embargo, creo que esa economía contribuye a conocer mejor el lenguaje y a moverse con más soltura con las palabras. En cuanto a la calidad, ¿no dicen que son mejores los cuentistas que los novelistas? Si tú eres poeta y sabes condensar en poco espacio un sentimiento grande, ¿de qué te extrañas? No obstante, no abrevies tu blog. Saludos.
ResponderEliminarYo creo que es la armonía de la forma, ¿el número de caracteres es múltiplo de la razón áurea?
ResponderEliminarUn saludo.
El gran JRJ escribió que "arte es quitar lo que sobra". Tras leer esto habría que apostillar: "o añadir lo que falta".
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