En mi reciente visita a Granada no he tenido ni una sola experiencia directa de la proverbial mala follá de los granadinos, sino todo lo contrario. Llegaba tarde a todas partes porque las personas a las que preguntaba cualquier dirección eran tan amables, te la explicaban con tanto lujo de tantos detalles, con tanta premiosidad, que te daban las tantas, nunca mejor dicho. Sin embargo, creo que estoy en condiciones de aventurar una hipótesis del origen de ese estado de ánimo tan, por lo que cuentan, característico.
Paseando por la ciudad, quizá porque era entre semana y primavera, percibí como nunca el ambiente universitario. Y cuando digo como nunca incluyo mi visita guiada a Oxford e incluso mis años en Pamplona, mi sancta sanctorum académico. Cuando estudiaba en la Universidad de Navarra lo vivía todo desde dentro, pero ahora lo veía desde fuera, desde muy fuera, y ahí estaba la clave.
Una juventud tan nueva, y entre unos edificios tan viejos y solemnes, por lo que el contraste resulta mayor, es un recordatorio incesante y creciente de que uno ya no es joven, no. Los granadinos, aunque estén en su ciudad, y bien bonita que es, siempre tendrán la sensación —como la tuve yo— de destierro, de expulsados de un paraíso en el que, para colmo, viven. Yo he estado allí sólo dos días, pero me di cuenta de que un poco de mala follá es lo menos que te entra.
En Granada estudié yo y mis recuerdos son imborrables. Plausible hipótesis la tuya obre la mala follá que yo descubrí siempre en la gente de la hostelería, desbordada por el turismo y a la que nunca faltaba la clientela, de ahí que le importara un pepino el trato amable y afable que encuentra uno en otros lugares con menos visitantes. En Italia he tenido esa misma sensación de mala fogliatta cuando pisa uno un restaurante masifcado o compra la entrada a algún monumento. Sin embargo, con la gente de a pie eso no me ha ocurrido jamás, ni en Graná ni en Italiá.
ResponderEliminarEs una sensación real. Suelo ir todos los meses a Granada, y me quedo a dormir allí. A cualquier hora del día, o de la noche, hay gente paseando por las calles del centro.
ResponderEliminarIncluso a altas horas de la madrugada. Tengo allí buenos amigos y, te indico Enrique, "mala follá" nos lo dicen a nosotros, no entre ellos. Ellos piensan que nosotros tenemos ese término, tal vez por no entender, ese sentido del destierro descarnado que presentan.
Estoy de acuerdo con Miguel Angel y su comentario sobre Italia, pasa lo mismo.
En fin, gracias otra vez Enrique, y un abrazo a todos.
¡Qué maravilla de ciudad!
ResponderEliminarPero hoy me atrevo a comentar algo aquí porque quiero decirte que tienes un premio en mi blog por tu maravilloso uso de las palabras.
Un saludo.
Enrique, la mala follá existe. Te lo digo yo, pero es una cosa que se descubre viviendo en Granada mínimo dos años. Yo he hecho la carrera en Granada y mi conclusión es que es una ciudad maravillosa, pero para venir de vacaciones. Hay mucha gente agradable y educada, pero las chapuzas, mala follá y cara duras están presentesw en todas partes.
ResponderEliminarPregunte a su amigo d´Ors.
Yo estuve por primera vez en Granada el mes pasado, solamente dos días. El trato que tuve por parte de los hosteleros fue muy bueno en todas las ocasiones, será verdad que hay que estar allí más tiempo para darse cuenta.
ResponderEliminarSaludos.
Yo diría que aquí se está confundiendo la malafollá con la mala educación. Como granadino, soy malafollá, y entiendo que no tiene nada que ver con la falta de educación ni con el trato. Sería demasiado largo explicarla, pero me parecen bastante absurdos estos comentarios sobre hoteleros y turistas. Gargó supongo que intuye algo.
ResponderEliminarEmilio, según tus teoría que creo entender, lo que hay en Granada es un porcentaje más alto de gente maleducada o desagradable que educada o agradable. La mala follá sería otra categoría. Y digo esto con conocimiento de causa, mi familia es de aquí. Yo lo siento mucho por la ciudad, que desde mi punto de vista y experiencia es una ciudad de paso.
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