No es por una cuestión olfativa, espero. Las razones, tartamudeos aparte, son variadas. Una, que mientras hablo por teléfono hago varias cosas —riego las plantas [eso es el psshhh que suena, advierto], conduzco o meto las tazas de café en el lavaplatos— y entonces estoy tranquilo, me abandona esa angustia que no me abandona cuando no estoy exprimiendo el tiempo a un ritmo de tres en uno, y me puedo explayar en la charla. Por carta aún mejor, porque el tartamudeo sólo sobrevive en algún titubeo sintáctico y ortográfico y lo de escribir es un vicio mío o una vocación [según se mire] que me calma la ansiedad.
Para colmo, Josep Pla me ha complicado todavía más mis entrevistas presenciales. Me he puesto a leerle otra vez y estoy como siempre, pasmado por sus descripciones. Por ejemplo:
[El señor Girbal, gitano] sobre el tronco voluminoso de su cuello de emperador romano lleva un cuello planchado y un nudo de corbata pequeño y redondo como un¡Como un hueso de aceituna!, ¿lo han visto? Ahí está el personaje y su circunstancia. O unas páginas antes:
hueso de aceituna.
[Hermós, pescador] se ha quitado la gorra de patrón de pesca y muestra una calva alargada, de un color blanco amarillento. Unas gotas de sudor, pequeñas pero individuales, le salpican la cabeza.Uf. Quien alguna vez estuvo con un marinero recuerda (tras leer a Pla, claro) esas gotas pequeñas e individuales, exactas, doblemente saladas, en su cabeza.
Como si yo no tuviera poco con mirar el reloj disimuladamente, ahora, para emular a Pla intento sacarles un vivo retrato a mis interlocutores. Así que cuando me hacen una pregunta cualquiera me suelen pescar en la luna de Valencia, escrutando con esperanza la calva o mirando fijamente al nudo de la corbata. El teléfono es más fluido.
Nunca leí mejores descripciones de personas que las de Plá en su CUADERNO GRIS. Asombrosas.
ResponderEliminarA lo mejor la conversación telefónica es un género literario efímero. En cualquier caso, doy fe de que eres un gran conversador telefónico. Y mi mujer también.
ResponderEliminarEso que cuentas conmigo no se da porque apenas te dejo hablar.
ResponderEliminar¡La mejor entrada que hemos leído en este blog! Ánimo, muchacho.
ResponderEliminarUn post con Pla! aPlaudo, aPlaudo, hacía tiempo que no leía un post de altura. Ole.
ResponderEliminarEs cierto que cuando mejor hablamos es cuando hacemos otras cosas. Cuando tengo confianza con alguien me permito dibujar caras en papelitos, y así mi concentración se fija mejor. O al conducir: se habla bien conduciendo, también porque no nos miramos las caras. O paseando. O comiendo, algo que hacer con las manos. Pero hablar, solo hablar, a veces es realmente jodido.
Le entiendo perfectamente, Enrique, porque a mí me pasa lo mismo.
ResponderEliminarMe aficioné al teléfono en mis primeros años de ejercicio profesional gracias a los corresponsales de los pueblos, con los que entable una gran amistad.
ResponderEliminarGracias a ellos he desarrollado una gran naturalidad para hablar, incluso con los contestadores automáticos.
Lo de las cartas, depende: a mano, un desastre. Cada vez escribo más chico y más engurruñado. Y todo gracias a la técnica.
Bella expresión la de "exprimir el tiempo": extraer del tiempo lo que hay en su interior, o mejor dicho, lo que hemos puesto dentro de él.
ResponderEliminarMuy PLAusible.
ResponderEliminar¿Cómo siendo tú quien eres has puesto pasmado en vez de PLAsmado por sus descripciones? J.G-M
ResponderEliminargenéro literario efímero, volátil: es verdad Javier!
Es verdad, la "actio" en vivo es más exigente.
ResponderEliminarRecuerdo a alguien que decía que dos personas son de verdad amigas cuando pueden pasar largo rato juntos sin decir nada, y sin sentirse violentos.
Bueno, aprovecho para saludar a los lectores del Blog, algunos antiguos amigos, como Javier Sánchez. Un abrazo.