·¿Qué buscará tan inquieta la brisa en el periódico? El tiempo para mañana, naturalmente.
·Al que dijo: “Siesta en la sombra./ El sol entre las ramas/ es otro pájaro”, le faltó precisión. Es un jilguero, está clarísimo.
·Y otro jilguero. Éste canta meciéndose de izquierda a derecha, muy tieso, igual que un cantaor por bulerías.
·El pobre gorrión también tiene derecho. ¿A qué? A posarse en estas líneas. Bueno, venga, de acuerdo…, pero que no cante.
·Etimología: jilguero viene de jolgorio.
·¿Diréis de algunas de estas notas aquello de aliquando bonus dormitat Homerus? Ay, ojalá.
·Los mirlos, como buenos burgueses, han colgado con cuidado sus levitas de una percha y están retirados en sus aposentos, descansando.
Románticos perdidos, ellos son más del crepúsculo.
·Kafka fue a visitar a Max Brod y, al pasar, me despertó. En vez de disculparse, dijo, de una manera infinitamente suave, levantando los brazos en un gesto de apaciguamiento, mientras atravesaba el jardín de puntillas: “Por favor, considéreme usted un sueño”.
·El canto de la urraca: despertador irrevocable.
·Los perros se toman la siesta con seriedad de auténticos profesionales.
·Las moscas, golondrinas del infierno.
·En el campo, en el jardín, donde gotea torpe, pegajosa, inútil por todas partes, se la llama “resina”, más que nada para maldecirla. Fuera de los libros de texto nadie usa ese nombre tan contradictorio de “savia”.
·Hay quien escribe con sangre. Yo también me mojo la pluma en las venas. Escribo con café, por eso mismo, insomne. (Estoy abusando últimamente.)
·¿Y no habrá tanta literatura bucólica porque no hay quien pegue ojo en los campos?
·
Geniales, Enrique, como todo lo que sale de tu teclado.
ResponderEliminarQué siesta tan provechosa.
ResponderEliminar¡Oh, cuánta maravilla!
ResponderEliminarAl que dijo: "siesta en la sombra./El sol entre las ramas/es otro pájaro", le sobra de todo, menos sueño.
Aunque Kafka me deja dudosa, ya no sé si se te escapó del libro, si anda escapando de la señorita brisa, si es un pájaro oscuro... pero me encanta la descripción del gesto, se le ve.
El gesto de Kafka también me encanta. El mérito es de Max Brod, que lo copió del natural cuando K. fue a visitarle y despertó a su padre de su siesta en el sillón. Le dijo la frase que me repitió a mí en mi breve cabezadita: "Por favor, considéreme usted un sueño". Genial, ¿verdad?. Y efectivamente, se escapó del libro que tenía entre las manos y es a la vez un poco un mirlo, que no te escapa una, CB.
ResponderEliminarNo es bueno tanto café, al menos, si te otorgan magníficas entradas como esta, bendito sea.
ResponderEliminarGracias a todos y ¡buenas noches!
ResponderEliminarLa segunda me la agendo. Saludos.
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