A través de toda mi carrera como escritor, he encontrado sólo dos actitudes posibles hacia mi trabajo. La primera es pensar qué vergüenza, qué horror, ¿cómo he podido escribir esta basura? La segunda es pensar cuánta inteligencia, cuánto talento, qué originalidad… y que nunca jamás escribiré nada igual en mi vida. Creo que esas exageradas reacciones suelen ser bastante comunes entre escritores. Mi padre estaba de acuerdo, sentía lo mismo.Yo estoy de acuerdo, siento lo mismo, pero simultáneamente, sin solución de continuidad. Aun así pensaréis: “qué vanidoso”, y bueno, sí, pero también sincero. Y si os fijáis gana la angustia dos a uno: lo de la basura más lo de la seguridad de no escribir nunca más (dos) frente a la euforia (uno).
En este caso en concreto tengo una sensación muy grande de peligro. La de saltar sin red. Internet nos protege y un libro es la intemperie. En la presentación, precisamente, pretendo explicar este vértigo:
1) En el blog siempre tenemos la excusa de lo recién hecho, de la tormenta de ideas.
2) La misma distracción con que leemos en Internet (que es una de las principales razones para publicar en libro) es una capa que todo lo tapa.
3) Una entrada de blog se lee en cinco minutos [o menos] mientras que un libro exige dos o tres tardes enteras. Lo primero va entrando poco a poco, día tras día, indoloramente, y gratis; lo segundo, de sopetón, si entra, y previo pago, perdonadme, de 18 €.
4) La posibilidad de comentar en el blog hace que uno lea pensando en lo que dirá o puede decir, y eso implica menor exigencia. Lo sabía Ortega: en las conversaciones, mientras que el otro habla, uno aprovecha para ir pensando lo suyo. En el libro, no hay posibilidad de contestación, el soporte impone silencio y ese silencio tiene un precio, El autor debe pagarlo o ganárselo. Es una diferencia análoga a la que va de nuestras expectativas en una conversación y ante una conferencia.
5) Los comentarios fomentan la amistad. Incluso con muy viejos y buenos amigos, gracias a los blogs, he estrechado lazos. Esto, que en lo personal es maravilloso, repercute en la escritura, que se repanchinga, desinhibida, cálida, un punto impudorosa, ¿no?
6) Bastantes lectores del libro lo habrán leído ya en el ordenador. Para ellos, a pesar de las correcciones y de la selección, resultará inevitable cierta sensación de usado. Del déjà vu al déjalo hay poco trecho. La relectura es un honor que sólo merecen los más grandes.
“¡Vaya publicidad te haces!”, me reñirá alguno; por ejemplo, mi padre. Pero si en el prólogo reflexiono sobre la posibilidad de que el blog sea o no un género autónomo, ahora querría aprovechar la presentación para hacer el camino de vuelta con la experiencia del libro entre las manos, sin red. Pegar, por tanto, un doble salto [¿mortal?]
Además, no tengo pretensiones de grandes ventas. No es humildad, ojo, sino todo lo contrario: puestos a aspirar, no aspiro a las masas, sino a la levadura. Así que para qué venderme bien ni —mucho menos— engañar a nadie. Resultará más útil aclararnos un poco a fondo sobre este asunto de los blogs literarios, tan enredado. Para ello me acompañarán Enrique Baltanás y Juan Antonio González Romano, blogueros, entre otras cosas, extraordinarios.
Y no habrá red, pero tengo amigos que me van recogiendo entre sus brazos. No saben cuánto bien me hacen sus ánimos para empatar por lo menos ese partido del que hablaba Auberon Waugh. “Pero tú mismo lo dices, son amigos”. Objeción justa, de la que me enorgullezco, y a la que podría contestar con este poema tan chulo de Ezra Pound:
Yo junto estas palabras para cuatro personas.Pero prefiero, aunque nunca lo había hecho aquí hasta ahora, explicarme con un poema propio:
Algunos más pueden oírlas.
Oh mundo, lo siento por ti,
tú no conoces a estas cuatro personas.
................ORGULLO
Lo confieso: mi vicio es la humildad.
Hace tiempo que siento que no sirvo
para cumplir mis sueños. Hace tiempo
que dejé de escucharme.
Si quise ser un caballero andante,
un amante feliz, un santo cotidiano
o un poeta mayor—si lo quise una vez—,
se me ha olvidado todo.
Hoy sólo me recuerdan aquéllos que me quieren,
me recuerdan o, al menos, me imaginan.
Reflejado en sus ojos, valgo el doble:
ellos son el orgullo que me queda.
Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va.
ResponderEliminarTiene mucho sentido. Pero es mejor lo que haces: cantarla a todos para que algunos se identifiquen contigo.
Jilguero
Sólo sin red, sin engaño, a cuerpo limpio, hay emoción.
ResponderEliminar¡Tremendo! Te deberían nombrar 'mejor teórico literario sobre blogs' del mundo; pero los teóricos de la literatura, ay, están mirando para otro lado. Quizá te podrías inventar un pseudónimo vagamente eslavo o báltico, que les va mucho a esa tribu: te refresco nombres, por si alguno te inspira: Kristeva, Todorov, Bajtin. En su defecto, podrías ser francés: Genette, Barthes.
ResponderEliminar...no aspiro a las masas, sino a la levadura" ¡Qué bueno! Por algo tu abuelo era panadero.
ResponderEliminarMe ha encantado!!!! No te exagero si te digo que se me han saltado las lágrimas, y que cuánto me gustaría estar allí mañana. Un abrazo, y enhorabuena. Ya contarás.
ResponderEliminarOtro riesgo del blog es que el contacto tan directo con los lectores te hace pensar demasiado en ellos y al final acabas mordiéndote la lengua o diciendo machadas que en un libro jamás escribirías. Y, por cierto, geniales los últimos versos de ese poema propio.
ResponderEliminarDe nuevo, muchas gracias. Y sí, JCL, es otro riesgo grande. Me lo apunto para mi lista de riesgos a sortear, que esa es la clave. Ver bien los escollos, y esquivarlos.
ResponderEliminarY sí, Aquilino. No se te escapa una. Era un guiño genealógico, efectivamente. Mi abuelo, en realidad, era panadero consorte. La panadera era mi abuela. Y mi bisabuelo, ahora que caigo, también lo era consorte. El pan en mi familia viene por rama materna.
Estimado amigo, estoy bastante de acuerdo con tu reflexión.
ResponderEliminarUn saludo cordial
Llego tarde a los comentarios, pero me gustaría añadir uno, aunque no sé si te va a consolar, Enrique. El libro nunca será tan inmediato como tu blogg, es verdad, pero también tiene una dosis de "anonimato lector" más grande. No tienes la tensión de pensar que lo que estás escribiendo tan rápido puede sentar mal o bien. Y,además, está esa "liberación" (al menos, a mí me pasa) de haberlo publicado y de "olvidarte" de él. Ya no es tuyo, en cierta manera, porque ya no te relees. El libro empieza a ser de misteriosos lectores que te leen sin que nadie se pueda chivar, ni siquiera un contador de visitas.
ResponderEliminarTodo lo contrario que en el blog, me temo, que por su provisionalidad, puede crear la tensión de lo inacabado.
Un blog es un libro al que nunca se le acaban las páginas, y se sigue leyendo eternamente, mientras pueda y quiera su dueño.
ResponderEliminarUn libro tiene principio y fin, pero es tan bello...
Enrique, el arranque del poema es genial.
Bueno, bueno, Javieres, claro que me consuela. De hecho me habéis dado una idea de otro texto sobre blogs y libros que termine la serie. Primero, el prólogo, en que me pregunto si el blog es un género y por tanto es independiente de su suporte. Segundo, esta entrada, en que veo los riesgos que tiene ese salto de un soporte a otro. Y tercero, el que me habéis empujado a pensar: lo que gana en el nuevo soporte, en el libro. Para un amante de la tricotomía, como yo, no esta mal, pero es que encima están muy bien las causas que me decís:
ResponderEliminar1-el alivio del lector, que ya no tiene que comentar, que vuelve a un anonimato concentrado.
2-El alivio del autor, que ya no escribe sobre el agua, que puede dar por cerrado su trabajo.
y 3 (por ahora)- La belleza del libro.
3-
Llego tarde y voy corriendo, pero así, sobre la marcha, creo que varios de tus argumentos podrían volverse del revés y que la intemperie es el Blog.
ResponderEliminarPara empezar está claro que no todos los Blogs son convertibles, los hay que no resistirían la letra impresa (y a esos sí que les es de mucha aplicación lo que dices)pero otros, como éste, la piden a gritos. Todo depende.
Lo de la prisa, la distracción y la capa a ti no te beneficia nada, sino al revés. Qué gozada leerte (y qué alegría releerte, como encontrarse por la calle con alguien querido)con calma, repanchingada en el sofá a ser posible y no en el borde de la silla, y pararse aquí y botar allá, y descubrir que no te habías dado cuenta de el guiño de esa frase o de lo profundo de esa otra. Y qué gusto poder ir para atrás y para alante, sin esa sensación de que escarbas en el pasado y de cotilla que te entra cuando andas rebuscando cosas ya cerradas. En el libro se acabó el dominio del tiempo, todo es ahora, no hay presente ni pasado, aunque ponga una fecha ( y qué acierto que no ponga el año y sí el mes, para imaginarnos el tiempito): esa es una enormísima ventaja, y un descanso. Y otro descanso es el de no poder comentar, no está ese "0comentarios" (de algunos, no tuyo normalmente) que parece una boquita pidiendo "dimi algo", ni esa tentación de tirarse al ruedo y el horror de no saber luego qué pintas allí haciendo el indio. Al libro le comentas lo que te da la gana, hasta con faltas, y mañana te permites comentarle otra cosa. Mientras que para el autor es al revés, ya no puede corregirse (y esa es la única desventaja que yo le vería respecto al Blog, sobre todo para los espíritus perfeccionistas:la de que es definitivo)¡Y poder subrayar! Esa es otra gran ventaja, ya era hora, con lo subrayable que es todo lo tuyo (con lapiz y sólo una rayita flojita al margen, que el libro es una preciosidad y no soy tan salvaje.
En fin, que para mí todo son ventajas, y que mil veces mejor un libro, aunque a ti te conocí en la calle. Y que me gusta cómo entra la vida en este nuevo género literario, porque gris es la teoría y verde el dorado árbol de la vida. Y nada que ver con los diarios, tan autistas en el fondo. el autor del Blog es siempre un buen anfitrión, es alguien no sólo que te deja entrar en casa, sino que te espera y recibe, y eso pasa al libro con mucho encanto.
Y me voy que ya me he pasado. Un abrazo y muy feliz tarde a los tres.
Jo picha te copio hasta la etiqueta. "Los versos más míos los han escrito siempre otros poetas" Aunque a mi lo de poeta sólo se me aplique para la rima de toda la vida.
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