En la página 11 encuentro esta anotación:
Si “nadie puede bañarse dos veces en el mismo río” es porque los ríos y nosotros mismos estamos en constante transformación.Le hice, me digo, un comentario a Miguel cuando me mandó esta viruta en una carta, pero no lo recuerdo bien, y hago varios intentos de reconstrucción. No, no era eso, no. Desesperado por mi mala memoria, al cabo de un rato, me rindo y vuelvo a la lectura.
Así que, Heráclito, te quedaste corto: “Nadie puede bañarse ni siquiera una vez en el mismo río”.
POST SCRIPTUM. Enrique García-Máiquez lee la nota anterior y me sugiere otro corolario posible: “Así que, Heráclito, te quedaste corto: ‘Nadie se baña dos veces’”.Vuelvo a interrumpir la lectura, medio ahogado ahora entre la sorpresa y la vanidad. Ah, don Miguel me escucha, oh. Enseguida, sin embargo, me inquieta algo y vuelvo corriendo al post scriptum. Um, yo tendría que haber dicho: “Heráclito, te pasaste de largo: ‘Nadie se baña dos veces’”. Qué fallo. Pero un retintín sigue silbándome aún en los oídos, como la risita burlona de un riachuelo de aguas cristalinas.
Y de pronto caigo en el río, plof, y quedo calado hasta los cuernos.
La frase de Heráclito el Oscuro está clarísima y Borges la vio mejor que nadie (y Jorge Manrique). El río es una metáfora transparente del tiempo, donde nos bañamos o, mejor dicho, nos sumergimos. No cruza el río por el aforismo para darle un toque bucólico, sino para que contemplemos y sintamos físicamente (como la cercanía del mar) lo que puntualiza Miguel: “que estamos en constante transformación”. Si queremos sustituir con una explicación analítica el símbolo de Heráclito hay que hacerlo con todas las de la ley y entonces su frase sale seca y pulida como un canto rodado: “Nadie dos veces”.
Y todo lo demás, nosotros incluidos, por supuesto, se va río abajo y se disuelve…
Qué baño me ha dado Heráclito, con ahogadilla y todo.
POST SCRIPTUM.- Sin embargo el baño me lo ha dado Heráclito en su mismo río y, cada vez que lo pienso, zas, la ahogadilla es la misma. Eso, como recalca la misma CB en su comentario, es un dato de experiencia inapelable. Samuel Johnson demostraba la libertad por el mismo método práctico, y punto. Pero sin salirnos del subyugante símbolo de Heráclito, hay, implícita, una alusión fundamental: las riberas. El río transcurre, nunca igual, por entre un paisaje y eso hace que el río sea el río y que nosotros también seamos. Fuera del río, a ambos lados, la tierra firme es la eternidad. Si no me ahogo, siempre salgo yo del mismo río.
Qué interesante es todo esto, y qué triste. Cuánto vértigo temporal. Hasta el "nadie dos veces" podría aligerarse para ser "nadie nada" (nadie nada dos veces). A nadie ilumina dos veces el mismo sol, aunque se empeñe en lo contrario Ni Parménides puede secarnos del baño.
ResponderEliminarQué bueno, Enrique..
ResponderEliminar¡Qué lío!
ResponderEliminar... como dilía un chino mandalín, Felnando. Y estoy pensando todavia un post scriptum, que terminará de liarlo o de riarlo todo.
ResponderEliminarTambién muchas gracias a Espinelete, que lleva unos días en su blog bañándose en la misma luz. Y a AMN, al que agradezco el ánimo, pues es mi filósofo de cabecera.
Nadie sale del lío.
ResponderEliminarNadie lepite tlaje de baño.
Maomeno como las modelos en la pasarela, que nunca te explicas cómo y cuando se han cambiado, pero que al final hay una modelo cansada es impepinable. Cansada, esa es la cosa.
La primera frase del comentario de cb (y la entrada en cuanto tal) me ha traído al recuerdo una de las Glosas a Heráclito (la 3), de Ángel González:
ResponderEliminar(Traducción al chino.)
Nadie se mete dos veces en el mismo lío.
(Excepto los marxistas-leninistas.)
PLAS PLAS PLASPLASPLASPLASPLAS....
ResponderEliminarAlguien que me explique mejor esto, es decir en términos sencillos.
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