domingo, 25 de abril de 2010

Dos puntapiés (en mi propia espinilla)

Sí, la cita de Chuang-Tzé está metida con calzador.

Corro el riesgo de que se me acuse de erigirme en árbitro del elitismo. Es un riesgo laboral.

8 comentarios:

  1. He estado leyendo "La agonía de Francia", de Chaves Nogales (qué libro imprescindible, por cierto). Repetidas veces cit Chaves una expresión de Bernanos: la rebelión de los imbéciles.

    Me parece una expresión, aparte de contundente, más acertada. Porque el problema no es de más o menos instrucción, o de masas frente a élites: es el regodeo de lo peor en su ser lo peor, jaleado por el snobismo inverso de quienes encuentran que les deja en buen lugar sumarse a la tropa.

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  2. Magnífico comentario, Ignacio, para enmarcar.

    Me apunto la Francia de Chaves Nogales y ese esnobismo inverso.

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  3. Christian Salmon, columnista de Le Monde, analizará la figura de Belén Esteban después de hacer lo mismo con Kate Moss. Según Salmon, la vida de Kate Moss y Belén Esteban es bastante más paralela de lo que en un principio podría parecer.

    Lo extraño no es la comparación entre una y otra, sino que un periódico como Le Monde tenga a un columnista que sea capaz de perder el tiempo en esto.

    Claro que después llegan los imbéciles y se rebelan. A pura fuerza.

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  4. No sé, no me convence el artículo; lo único que me gusta, en realidad, es la frase de Chuang-Tze.
    Para empezar, el Ministerio de Cultura es un nombre para un órgano administrativo de propaganda, así que debería dar igual lo que pensasen de la cultura.
    Por eso los periódicos no deberían preguntarles por "cultura", sino por el copyright. Y cualquier frase que digan sobre cultura importa poco (aunque sean poetas: César Antonio Molina ha ido diciendo que 'Dios es una biblioteca' y tamaña estupidez -por mucho que venga de una estupidez de Borges- la han repetido todos los periodicos como loros; y José Emilio Pacheco -que no es político- ha dicho varias tonterías estos días, además de la pregunta sobre "a dónde van los días": ahí sí que la respuesta de Sinde es excelente, pero da igual que la diga como ministra o como Sinde).
    A mí me cae bien Belén Esteban, aunque sólo la conozco de oídas; la prefiero a César Antonio Molina, el noventa por ciento de los poetas y novelistas actuales y el cien por cien de los políticos.

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  5. Sí, Ángel, entiendo perfectametne que no te convenza. Yo tenía dos vías: o atacar frontalmente como tú haces al Ministerio de Cultura y su idea, que es lo que me propuso Beades; o hablar de la rebelión de los imbéciles, que era el tema que yo perseguía. Quizá el ejemplo no era muy bueno, pero también me apetecía aplaudir la respuesta de la Sinde a Pacheco, que no es Chuang-Tzé, pero tampoco es manca, o coja.

    He aprendido que a Belén Estebán mejor no tocarla porque concita todo tipo de simpatías de la ministra hacia abajo, pasando por Zerolo. Salmon la compara a Kate Moss y a mí, por la calle, me han asegurado que en nuestra Lady Di. Vaya, no sé...

    De todo lo que ha dicho Pacheco estos días lo que yo no le perdono es eso de que, a causa de su miseria, Cervantes escribió "por venganza" el Quijote. Pero, ¿qué libro ha leído ese hombre?

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  6. Luis Mazariegos de Lome9:44 p. m.

    He leído su artículo en el link que enlaza usted con el Diario de Cádiz y he de decirle que me ha encantado. Llevo un tiempo leyendo su blog y las columnas que amablemente enlaza, y es de lo mejor, o lo mejor, que he encontrado en mucho tiempo. Irónico, inteligente, alegre, católico, culto, tory. Le felicito. Ahora me toca leer su poesía, que seguro que también me deleitará. Es usted un gran descubrimiento.

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  7. Me ruboriza usted desde la coronilla hasta la espinilla; lo que no quiere decir, ni muchísimo menos, que no le agradezca el comentario.

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  8. marinero1:45 a. m.

    A mí, en cambio, no me disgusta el artículo (aunque te he leído otros que me han gustado más, ciertamente); pero no está de más recordar, en estos tiempos, la necesidad de autoexigencia, por ejemplo. Hay una anécdota que me encanta, de un autor latino (creo que Cicerón o Séneca) a quien alguien había reprochado que se esforzase en afinar el estilo hasta un grado de minucia que muy pocos estarían en condiciones de apreciar. Su respuesta: "me basta con esos pocos, me basta con uno, me basta con ninguno". Pues eso.

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