El final del Evangelio de San Juan nos deja boquiabiertos: “Hay, además, otras muchas cosas que hizo Jesús, y que si se escribieran una por una, pienso que ni aun el mundo podría contener los libros que se tendrían que escribir”. El corazón se acelera de curiosidad. ¡Cuánto nos gustaría oír, una por una, todas esas cosas! Y la inteligencia se pregunta, divertida, si San Juan no estaría echando la rúbrica a su libro con una hipérbole bien cervantina, si me permiten el anacronismo. O incluso con aires machadianos: “A las palabras de amor/ les sienta bien un poquito/ de exageración”.
Se responde uno que no. No, desde luego, por razones teológicas: el mínimo acto de Jesús, por ser Dios, era infinito, más alto y más hondo y más ancho que el mundo entero. No exageraba San Juan ni un poco.
Pero tampoco exageraba desde un punto de vista estrictamente terrenal. Jorge Luis Borges, en su famoso cuento “Funes el memorioso”, habla de un hombre con una memoria tan buena que necesitaba un día entero para recordar un día entero. Sus recuerdos eran tan exactos que coincidían segundo a segundo con lo recordado. Borges se quedó corto. La realidad es tridimensional: la percibimos de golpe con ocho sentidos, los cinco clásicos y el común y el del humor y el de la medida. Mientras, la memoria es apenas un hilo y, por tanto, para recordar un rato, tiene que anudar sucesivamente todas las perspectivas, lo que lleva su tiempo. La realidad es una escultura; la memoria un texto o, como mucho, un cuadro.
Además, lo que hacía Jesús venía de muy lejos, como avisaron los profetas, y llega hasta aquí mismo. Yo tecleo estas palabras gracias al impulso de algún acto de Jesús. Pero no hay que viajar por el tiempo ni arriba ni abajo, pensemos sólo en la extensión horizontal: qué infinidad de detalles guardarían sus contemporáneos de Él, y se contarían luego unos a otros con todo lujo de detalles. A cuántas cosas y con qué pena tuvo que renunciar San Juan porque un libro no daba abasto. “De contarlo todo no terminaría nunca”, se lamentaría. Por eso acabó con un suspiro.
"Yo tecleo estas palabras gracias al impulso de algún acto de Jesús".
ResponderEliminarSin embargo, su prosa parece inspirada por algun demonio menor.
El bloggismo, en esta sede que nos acoge, es un género mayor. Y el demonio es el mono de Dios.
ResponderEliminarLucifer, el ángel caído, podrá ser pérfido, pero las alas le distinguen del simio. La blogósfera es el purgatorio de dos o tres luminarias y un rebaño de necios.
ResponderEliminarNo me refugio, me expongo, como salta a la vista, aunque también en esto puedo estar equivocado. Esta duda y su atención se las agradezco, gran surmano, dicho sea sin ironía ninguna.
ResponderEliminarEs indudable que se expone usted aquí, y no es nada sorprendente, por tanto, que agradezca tener atención.
ResponderEliminarNo recuerdo haber utilizado la palabra "refugio", sino purgatorio, pero, en cualquier caso, la primera acepción del DRAE ("Asilo, acogida o amparo") parece acorde con "la sede que nos acoge" de la que habla el sr. Mora Fandos, como salta a la vista, y con la hospitalidad que tan amablemente muestra usted.
Dado lo poco que se "expone" él mismo, es difícil pronunciarse sobre quien se firma "El Gran Surmano". Pero le recordaría las palabras de mi dilecto Joubert: "Hay que hacer el bien cuando se pueda hacerlo, y ser agradable en todo momento, porque en todo momento es posible". Con su "rebaño de necios", temo que el dicho "Gran Surmano" utiliza un tono innecesaria y chirriantemente desagradable, cuando se podría decir no sólo lo que él dice, sino muchísimo más, sin necesidad de perder las formas (y la razón con ellas).
ResponderEliminarQuizás el señor que firma "marinero" se haya sentido incluido en un "rebaño de necios", pues parece soslayar a las "luminarias" que también purgan sus penas en este valle de lágrimas. Debe ser por eso que dota a mis palabras de un tono "chirriantemente desagradable" que realmente emana de su propio entendimiento.
ResponderEliminarMis intenciones son benevolentes y educativas.
Me da la impresión de que el señor García-Máiquez ha entendido mi comentario inicial sobre una, en mi opinión, desafortunada frase suya, que no quiero atribuir a ningún acto de soberbia sino a uno de mala expresión--a quién no le ocurre. Quizás en esto yo esté equivocado, pero en cualquier caso, el autor de este blog me ha ofrecido su hospitalidad con amabilidad, y yo le recordaría a "marinero" que, donde hay patrón...
Esa frase mía era torpe, Surmano, y su crítica se le agradece, y me la tengo merecida. Ojalá me ayude a tensar más la sintaxis.
ResponderEliminarSobre el tono, tiene razón Marinero, que con otras maneras ha discutido conmigo largo y tendido. Antes no dije nada porque mis intenciones no son educativas.
Supongo que mi suposición anterior era incorrecta, ya que si bien agradece mi atención, mi tono le parece desagradable--a pesar de haber profesado mi intención benevolente y educativa. Le aconsejaría una relectura de Proverbios 13:24.
ResponderEliminarEn cuanto a la frase, no debo objetar nada a su sintaxis, pero si a su contenido, que puede ser interpretado como falto de modestia. Ya decía San Agustín que la presunción y la desesperanza son dos pecados contra el Espíritu Santo, frente a los cuales la actitud adecuada es la modestia y la esperanza.
Yo había querido entender que manifestar que sus palabras estaban inspiradas por Jesucristo era un acto de ligereza al escribir, no de soberbia.
Suscribo enteramente las últimas palabras de EGM. Quisiera, de todos modos, señalar que "El Gran Surmano" tiene aquí mismo en otros momentos palabras de una amabilidad y finura que se agradecen; quizá, cuando su tono no es exactamente ése, no mide del todo bien sus palabras; y no me refiero al contenido, sino a la entonación. No se enfade "El Gran Surmano" por esta opinión mía, estrictamente personal, naturalmente; en la medida en que yo tenga razón, todos tenemos que aprender, y un poco de buena voluntad puede hacer maravillas.
ResponderEliminarLa vara que me da ya digo que se la agradezco.
ResponderEliminarMi queja (no sé si inspirada por un demonio menor, pero en todo caso muy menor es mi queja) no es por la vara en cuestión, sino por "ese rebaño de necios" del que no sé quien se tiene que sentir incluido o no, aunque nada más que por verlo con tanta claridad desde algún otero parece que usted no se siente parte, ni yo se lo siento, que conste.
Cuestiones agropecuarias aparte, el fallo de mi frase es de expresión, que es lo que supuse que usted suponía que yo había supuesto. Quise decir [y nada más usar esta expresión significa reconocer mi fracaso más completo como escribidor] que la vida de Jesús misteriosamente continúa hasta en el menor acto de sus seguidores, lo que la hace inabarcable, como avisó san Juan. No quería, ay, dar a entender que mi prosa era inspirada, sino que la vida de Jesús sigue palpitando aquí y ahora. No se me entendió y, por tanto, el error es mío, sólo mío, miísimo.
Su actitud es loable, señor García-Máiquez, pero debo decirle con sinceridad que creo que está usted equivocado. De afirmar que la vida de Jesús sigue palpitando aquí y ahora a afirmar que "yo tecleo estas palabras gracias a algún acto de Jesús" media un mundo.
ResponderEliminarUsted ha tecleado por un acto volitivo suyo (de usted). Por más que usted se sienta inspirado por la figura de Jesucristo, lo cual es admirable, no puede afirmar que existe un acto volitivo suyo (de Él), que es lo que expresaba, inequívocamente, su frase. Dios ha creado al hombre libre, y el bien y el mal existen dentro de toda persona--todo el mundo peca y erra.
En cuanto a marinero, debo decirle que es bastante irónico que me pida que "no me enfade" cuando anteriormente ha hablado del tono "irritantemente desagradable" de mis palabras--unas palabras bastante medidas.
Sin duda, marré la frase de marras, y quién sabe si en el planteamiento de fondo. Le daré más vueltas a ese párrafo, a ver si consigo encajarlo sin caer ni en la herejía ni en la presunción.
ResponderEliminarSe me olvidó antes comentarle la fina ambigüedad de su frase "La vara que me da".
ResponderEliminarSí, es cierto, vine a provocar (una especie de experimento) pero la verdad que su noble actitud me avergüenza un poco. Iré a trolear a otros pastos.
Una vez más, gracias por su hospitalidad.
En fin, si el propio "Gran Surmano", a quien leo ahora, reconoce que "vino a provocar", no he de insistir yo en lo ácido de su tono. Sea. Pero, de verdad, provocar es lo más fácil del mundo; mucho más difícil es expresarse con sentido y conocimiento, e incluso con la "medida" que él se atribuye (¿un provocador medido? ¿no es un poco oximorónico?).
ResponderEliminarPues le echaremos de menos, Surmano, porque su trolear andaba muy atinado, a pesar del oxímoron.
ResponderEliminarY sí, la vara de Proverbios 13:24 me lo puso a huevo (de Pascua). Tal vez esa misma vara veterotestamentaria y patriarcal, pienso ahora, sea el origen de la expresión castiza, ¿no?
Supongo que los dos últimos comentarios precisan que vuelva al telón--o no, pero en cualquier caso lo haré.
ResponderEliminarLea usted, "marinero" en el DRAE la primera acepción de "provocar", si le parece.
Por supuesto vine a provocar. Ante todo soy un educador, y vaya si conseguí incitar una respuesta. La más valiosa, la del sr García-Máiquez, que ha admitido que una frase suya no fue muy afortunada.
Eso de que provocar sea lo más fácil del mundo es muy relativo, por supuesto. Yo en todo momento me he expresado con conocimiento, y de forma mesurada. Una cosa no quita la otra. No veo el oxímoron por ninguna parte.
Sr García-Máiquez: era mi intención provocar, no ofender. Si le he ofendido, sírvase borrar mis comentarios, que en modo alguno me molestará.
¿Ofendido? Por Dios, me ofende usted con esa suposición.
ResponderEliminarNo sé si "El Gran Surmano" es abogado o tiene idea de serlo; lo digo por su capacidad sofística. Es obvio que, en el contexto en que aparece, y más hablando -como él lo hace- de su intención de "trolear", la idea de la "provocación" no apunta a donde él señala ahora. Valdría lo mismo que nos recordara que por "provocar" también se entiende, entre otras cosas, incitar el deseo... Pero en fin, bueno es que se muestre ahora tan conciliador. Una chispita de humildad no le hace mal a nadie, al revés; como bien nos recordara en su momento Eliot, "la humildad es interminable" -mucho más que su contraria.
ResponderEliminarEso de participar en un debate y acusar al interlocutor de sofismo cuando faltan las razones no es nada nuevo. Fíjese usted, los argumentos que ha empleado usted desde el principio son ad hominem, mientras que yo hice un comentario de texto.
ResponderEliminarQuizás la falta de conocimiento del inglés le lleva a usted ahora a conclusiones erróneas. En inglés, "troll" significa pescar, cantar, pasear... y también provocar, que como creo que ahora sabe usted, en castellano significa, entre otras cosas, incitar una respuesta. Si yo participara de su "lógica", podría decir que es usted el que quiere provocar mi respuesta, debido al resentimiento.
No es ese mi estilo, desde luego: muchos que me conocen afirman que mi bondad es legendaria, aunque yo creo que exageran. Lo cierto es, sin embargo, que lleva usted escribiendo varios comentarios sin relevancia para la entrada original del blog, dedicados a interpretar, sin otorgar el beneficio de la duda, el tono de mis palabras.
Deme un respiro, buen hombre, no sea usted desconfiado. Puede que encuentre usted así un amigo.
Gracias por eso de "encontrar un amigo"; nada podría serme más grato. En un comentario a otra entrada de este mismo blog acabo de decir que jamás es mi deseo atacar a nadie, y que si alguna vez lo pareciera, será culpa sólo de mi torpeza. Pido perdón por ella, y aseguro al Gran Surmano que desde luego no era mi intención mostrarme agresivo; ni siquiera parecerlo.
ResponderEliminarMuchas gracias, marinero.
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