El hábito de las estadísticas nos empobrece incluso moralmente. Ante un mal ajeno, tan acostumbrados como nos tienen a pensar en tantos por ciento, sufrimos la tentación mezquina de alegrarnos porque tenemos ya menos probabilidades de sufrirlo nosotros. Es una egoísta evolución posmoderna del instinto de supervivencia.
Un calzador que se agradece.
ResponderEliminarAl margen de estadísticas, he oído decir sobre nuestra actitud frente al mal ajeno que siempre hay algo en él que no nos disgusta del todo. Es tremendo.
ResponderEliminarJilguero.
A mi me ha emocionado eso de que la filosofía tuvo un repentino ataque de modestia y quiso ser una ciencia y la humanidad ha tenido un acceso de humildad y se ha conformado con ser un número.
ResponderEliminarDesgarrador