martes, 16 de noviembre de 2010

El síndrome de Mercucio

Las tres horas de clase con ID me salieron especialmente desternillantes y digresivas, en exceso anecdóticas, demasiado exuberantes. Prácticamente lo único que dejé de contar fue el motivo de un estado de ánimo tan bullicioso. Aquí lo haré. Se retrasa el resultado de la prueba sobre mi bultito, y por la mañana me entró un ataque agudo de hipocondría galopante. Me vi al borde de la catástrofe. Y caí en el síndrome de Mercucio, ya saben, el primo de Romeo. Se estaba muriendo por una puñalada de un Capuleto que nadie había visto y, sin embargo, Mercucio arrancaba las risas de su audiencia, quizá porque nada acompaña más que una sonrisa franca. “Al menos”, pensaba yo mientras mis alumnos se iban marchando de clase un tanto desconcertados, “podré dejar a la humanidad el descubrimiento de un nuevo síndrome, primo hermano del de Stendhal”. Una vez hablando con mi hermano Jaime de títulos para el poemario final, el póstumo, se nos ocurrió casi a la vez, pero a él primero, éste, espléndido: Colorín colorado. Sin llegar a ese nivel, tampoco estaría mal El síndrome de Mercucio, creo.

8 comentarios:

  1. ¡La insidiosa h! El pobre Henry Beyle tiene que estar ya eternamente acostumbrado a que pocas veces encuentre su lugar. Ah... y que no sea nada.
    Saludos.

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  2. No sea usted agorero Don Enrique.
    Con respecto al título, me gusta más (y mucho),Colorín, colorado. Quizá porque alude a la trivialidad de la vida y, si me apura, de la escritura en sí (con perdón).

    Un saludo

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  3. marinero12:26 p. m.

    Ya ha señalado el amigo de "Las esquinas del día" el error en la transcripción del seudónimo de Stendhal; añado yo por mi cuenta que Mercucio, que recuerde al menos, no necesita la doble "c". Y tranqulícese EGM; a mí ya me han quitado varios bultos, a lo largo de mi vida -en mi caso, del tipo que se llaman "pólipos"-, sin que hasta hoy haya habido más problema que la molestia de quitarlos. Ahora mismo estoy pendiente del resultado -que, estoy convencido, será tan inocuo como en los casos anteriores- de la extracción de los dos últimos. De póstumo a póstumo: no pasa nada, de veras.

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  4. Anónimo12:41 p. m.

    Otro síndrome, menos interesante: que le entre a uno fiebre ante la simple sospecha de tener algo malo; me pasó.
    Seguro que no es nada, Enrique.

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  5. Muchísimas gracias por las correcciones y por los buenos deseos.

    Y muchos perdones por los errores y, sobre todo, por haberos alarmado con casi toda seguridad innecesariamente. No me interesaba tanto hablar del bultito, que será nada, como explicarme mi extraña exuberancia.

    Abrazos

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  6. Exuberancia imaginativa, lo mismo que la hipocondría.
    Sujeta a la loca lo que puedas, lo malo siempre corre, es lo bueno lo que se retrasa. Seguro.
    Un abrazo grande.

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  7. Me compadezco de ti porque te comprendo. Hoy me cayó pegamento La Gotita en el dedo índice izquierdo y fabulé que lo perdía...

    Ánimo. Piensa que, literalmente, te has quitado "eso" de encima.

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  8. Otro título terminal: Los frutos serondos. He empezado a leer tus RyT desde 2010 (lo descubrí más tarde) por ver lo que escribías de tus hijos a la edad que tienen ahora las mías. Y lo disfruto doblemente.

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