Mis puntos de contacto con el oso habían sido hasta ahora más bien estéticos y capilares ("el hombre y el oso" y eso), pero este fin de semana he estado dedicado, como nunca, a la hibernación. Jamás he dormido tanto a todas horas. Y en los intervalos, veía películas, que es otro sueño, mientras afuera caían la lluvia y las temperaturas. Tosía con una voz cavernosa, como desde el fondo de una gruta. Lo más que he pensado ha sido esto: la hibernación es el estado anti literario por excelencia. Lo cuento, por tanto, sólo por levantar acta, por motivos notariales-biográficos, y nada más.
Seguro que has estado cargando pilas.
ResponderEliminarJilguero
¿No era Enrique un hombre casado moderno, y con un bebé, que intentaba leer mientras su hija mordía los libros? ¿Esta es una nota vieja que había quedado en borrador?
ResponderEliminarParece como si te sentara mal Madrid.
ResponderEliminarDemasiadas veladas literarias y rectores magníficos... y te perdiste la nieve
Un abrazo y que te mejores.