lunes, 1 de noviembre de 2010
Trece sentencias ejemplares de Francisco Pérez de los Cobos
En No hay derecho (La Ley, 2008) escribe: “Seamos, por una vez, humildes, es decir, serios…” Es una frase de escritor puro: un cocktail de inteligencia y gracia. También ha escrito "El verdadero poeta se mide cantando el paraíso". Si la llego a leer un poco antes, pongo esa sentencia al frente de mi reseña a Rocío Arana. Habrá que acercarse a Pérez de los Cobos, por tanto, desde el punto de vista más literario posible. El Barbero del rey de Suecia, con su afición a las altas magistraturas del Estado, no se resiste a ofrecer una selección de trece sentencias ejemplares de su otro libro hasta la fecha, el de aforismos Parva memoria (Tirant, 2006). No son inocentes.
La belleza del mal es relamida.
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Ser revolucionario es la forma más histriónica de ser superficial.
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Bloy ha hecho del improperio una obra de caridad.
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Dios corteja sin premuras.
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El antónimo de la muerte es la música.
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Muy moral ya es inmoral.
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La gente que hace siempre lo que quiere acaba por no saber qué quiere.
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Hasta el cañaveral luce penachos.
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Al reino de los cielos se llega herido.
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Lo peor de un imbécil son sus matices.
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El “haz el amor y no la guerra” explicita ya una inquietante concomitancia.
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¿Puede censurarse la vanidad sin caer en ella?
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La caridad que empieza por uno mismo acaba en uno mismo.
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En el ejercicio de hoy me quedo con: "Dios corteja sin premuras".
ResponderEliminarAunque a propósito de: "La caridad que empieza por uno mismo acaba en uno mismo", me pregunto si no pasará lo mismo con la caridad bien entedida que empieza por casa. O sea, ¿no quedará siempre en la casa?
Arrivederci.
Muy moral ya es inmoral. Le doy este sentido: el muy moral juzga y, si es el caso, condena; y en eso hay orgullo y poca misericordia.
ResponderEliminar(como ves me adhiero a la promoción del punto y coma).
Jilguero.
A mí también me encanta la que escoges, Juan Ignacio. La última es tal y como la has entendido, y un aviso muy conveniente.
ResponderEliminarY muy buena esa interpretación, Julguero. Yo la había entenido (de forma complementeria con la que propones) como una propuesta contra el puritanismo.
Por cierto, lo de que "la belleza del mal es relamida" me parece cosa, cuando menos, discutible. En uno de sus proyectos de prefacio para "Las flores del mal", Baudelaire afirma textualmente: "Poetas ilustres se habían repartido ya desde hace tiempo las provincias más florecidas del dominio poético. Me pareció divertido, y tanto más agradable cuanto más difícil parecía la empresa, extraer la BELLEZA del MAL" [los subrayados son del autor].
ResponderEliminarAunque personalmente Baudelaire me interese menos que hace unos años, no creo que al resultado logrado por él pueda calificárselo, precisamente, de "relamido".
Aunque no se tratara más, muy probablemente, que de un tiro de flecha a ojos vendados, me alegra coincidir con una de las sentencias. Que la vida es música y el pecado su antónimo es como decir que la vida de la gracia es una música constante que solo es interrumpida por el pecado en silencio brusco. Así lo escribí en mi globo*, o parecido.
ResponderEliminarTambién estoy de acuerdo con que los adolescentes necesitamos y pedimos consejo. También lo recomienda el Sirácida: si conoces a un sabio, desgasta el felpudo en el umbral de su puerta. Yo me he acercado al suyo, pocas veces —virtualmente, claro— pero no pude recibir una respuesta “alada”. No ignoro tampoco que actúo usted con discreción.
Ya hizo su elogio del elogio, pero, en fin, yo no puedo evitar decirle otra vez cuánto le admiro, a usted y a su obra, que no se limita solamente al papel tintado.
Es usted encantador. Muchas gracias.
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