En la barra del bar, junto a su taza de café, el parroquiano, serio, meticuloso, reflexivo, hace su quiniela. Yo, a un metro y medio, junto a mi taza, también me concentro en mi papelito: en una servilleta tomo notas para un poema. ¡Oh, mi hermano, los dos esperamos un golpe de fortuna!
... y qué diferente desenlace.
ResponderEliminarNo te creas, generoso MF. Prácticamente el mismo.
ResponderEliminarNo es lo mismo, no. El parroquiano se parece más al comentarista deportivo, tú estás en el campo jugando todos los partidos.
ResponderEliminarTanto blackberry y tanto trasto, y al final las servilletas, eh... ¿qué tendrán las servilletas?
Nos felicitamos por esas notas,muchas gracias por adelantado.