jueves, 13 de enero de 2011

Uf

"Incansable": un adjetivo más idiota para arreárselo a un crítico no lo hay. Que sea incansable, siempre que no sea cansino, es un motivo de agradecimiento, o debería serlo. Cuando se publica tanto como para que Enrique Andrés Ruiz sienta, ante los atestados anaqueles de las librerías, la tristeza del mundo, un crítico es un pequeño benefactor de la humanidad, a la que quita —ahí es nada— un motivo de decaimiento cósmico.

Lo cuento, entre otras cosas, porque ayer pasé por el vértigo de sentir que un crítico del que me fío (y no tenemos tantos) me iba a decepcionar. Y por triplicado, porque haciéndole caso (en realidad, me bastaron dos palabras suyas y un christmas) había pedido a los Reyes el libro para mí y para dos personas más. En las primeras páginas, cuando aún no había cogido vuelo la cosa, se me nubló la vista de pavor.

Pero todo estaba controlado por Echeve. Lo reconoce en la solapa: “La libertad en caída libre hacia la responsabilidad del arte y de la vida. ¿Funcionará el paracaídas?” Pocas veces una solapa ha sido tan descriptiva: ése, justo, era mi vértigo. Y pocas veces una pregunta en una solapa ha sido tan inquietante: ¿funcionaría...? Y qué suspiro de alivio: ¡uf, funciona!

Y con el paracaídas, funciona el crítico. Efectivamente, Título del libro es original, tierno, sorpresivo, juguetón, hondo, y muy inteligente. Merece la pena hasta el susto inicial. Va de que las páginas del libro nos hablan y cada una nos cuenta su historia o nos canta su casi poema o nos hace su número de baile o una proposición indecente o... o... o... Oh.

Un botón de muestra:
Las páginas nunca estamos solas. Siempre tenemos una delante o detrás. Lo curioso es que sin la otra no podemos existir. Nuestros destinos son inseparables y tienen un nombre común: hoja. Aunque yo prefiero hablar de amistad, amor o matrimonio. Unidas pase lo que pase. Lo contrario sería espantoso: girarse y encontrarse con... la nada. ¿Quién puede convivir con un abismo?
Este sí que es un argumento serio y lírico, valga la redundancia, para la defensa del libro de papel. Porque las brillantes páginas de internet, tan ágiles y versátiles, son páginas solteras, y quizá por eso este regusto a soledad que dejan, a pesar de tantas visitas [gracias]. Un hipertexto es otra cosa: una aventura momentánea, que está bien, pero no colma como esas hojas unidas indisolublemente. Meditaciones así, que Dios sabe adónde nos acabarán llevando, emprende uno leyendo a Echeve,...

A la alegría de dar con un librito maravilloso (y no hay, como sabe de sobra Enrique Andrés Ruiz, tantos), y a la de haber acertado con los regalos, se ha unido la de que no me había fallado uno de mis críticos incansables; y que no se nos canse, por favor.

7 comentarios:

  1. gracias al autor al que leeré, al crítico incansable y al crítico del crítico....

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  2. Creo que me estoy perdiendo algo, porque por más que leo y releo no entiendo la referencia a Enrique Andrés Ruiz. ¿Quizá algún enlace me clarifique el asunto?

    Saludos,

    AFD

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  3. el autor tiene una canción muy notable, que él mismo interpreta: "Quiero vivir en el Carrefour"

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  4. La tristeza del mundo es el último ensayo de EAR, y es espléndido y arranca del desasosiego que le produce la cantidad de letra impresa. He buscado un enlace pero, increíblemente, el libro no está aún en la red. Lo publica Ediciones Encuentro.
    Gracias, AFD, por pedir explicaciones.

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  5. http://www.youtube.com/watch?v=lzVSWQX3Y7Q

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  6. Gracias, a ti Enrique. Buscaré el ensayo.

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  7. Te agradezco esta crítica tan positiva. Espero que alguno de los adjetivos que atribuyes al libro sea cierto. Quisiera que fuera original o tierno. Sorpresivo o juguetón. O inteligente y hondo. O... o... o...
    Gracias por el "uf" y por el "oh".
    Seguiré tu blog. Gracias también por escribirlo y "alimentarlo".

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