Tengo mis dudas de que el artículo no sea demasiado íntimo-costumbrista-pijillo-falto-de-moraleja, pero se lo leí a Amparo para pedirle permiso, y desde ese momento fatídico ya no había marcha atrás. Le encantó, se rió a mandíbula batiente y lleva unos días preguntándome que cuándo y dónde lo publicaría, cuándo, dónde.
Una curiosidad. ¿Imagináis qué es lo único que objetó Amparo a la cosa?
Nada del sueldo, naturalmente, ni del marquesado. Eso le parece muy bien. Precisó que no tiene especial interés en que trabajemos tanto. Ha prometido, incluso, que si le toca la primitiva nos pagará un viaje, un viaje largo alrededor del mundo, los dos solos, y que no tengamos prisa por volver, que ella se encarga de todo.
Cuando nació mi primera hija, Lucía, su tata tenía sentimientos parecidos a tu Amparo. Cuando iba a nacer José Luis y hablamos de la guarde para la mayor, nos preguntó si no sería posible más bien una guarde para el nuevo, al que no conocía aún. "Corazón que no vé...".
ResponderEliminarCuando nació José Luis todo se complicó y nos vinimos a vivir de Sevilla a Sanlúcar, perdiendo en el camino a nuestra querida tata, Blanca, que se quedó en Sevilla estudiando Filología. Después de José Luis vino otro bebé a casa, que por supuesto se llama Blanca y es -como era la tata pero de otra manera, en sinvergüenza- la alegría de la casa.
Ya sabes cuánto disfruto de tu blog. Un abrazo desde Sanlúcar,
JMª