VIGILIA
El compañero ha muerto, y cómo
todos nosotros morimos
un poco.
El valor de nuestras lágrimas
por el que perdió la vida
es nada.
Amarlo, en esta tristeza,
es suspiro en una selva
inmensa.
Sólo la fidelidad
al compañero perdido.
¿Y qué más?
Dejarnos morir un poco
por aquel que estamos viendo
todo muerto.
Querido Enrique, os mando un abrazo con mis condolencias. Rezaré para que Dios misericordioso le dé el descanso eterno y brille para ella la Luz Perpetua.
ResponderEliminarMi más sentido pésame.
ResponderEliminarLo siento mucho. Bellísimo poema.
ResponderEliminarSólo la fidelidad
al compañero perdido.
¿Y qué más?
¡Una oración, siempre nos queda la oración!
Desde aquí yo elevo la mía.
Un abrazo
Descanse en Paz.
ResponderEliminarLo siento por ella y por tu esposa, Enrique.
ResponderEliminarUn abrazo enorme a los dos y hoy rezaré por ella y toda la familia
ResponderEliminarLo siento. Nos contaste que hacía compota y os regalaba tarros. Tuvo que ser una abuela adorable. Besos para Leonor y su familia.
ResponderEliminarCarlos dijo:
ResponderEliminarMi más sentido pésame para ti y Leonor.
Carlos dijo:
ResponderEliminarPablo también es un seudónimo, que se me ha escapado. No te líes: Pablo y Carlos son dos seudónimos.
De nuevo mi pensamiento más confortador para Leonor.
Aunque no conociera a esta persona, por mi condición habitual de lector de este blogg y resultarme tan cotidianos sus contenidos me permito sumarme a las condolencias anteriores a tu mujer y al recuerdo de su abuela con versos tan hermosos.
ResponderEliminarUn abrazo para ambos, y en especial para Leonor. Vuestra fe, y la esperanza de que estará sin duda en un lugar mejor, ha de ser el mayor consuelo.
ResponderEliminarJosé Cereijo
Un beso para Leonor.
ResponderEliminarGracias a todos. Nos habéis acompañado mucho, pues iban llegando vuestros comentarios a la par que los amigos que se acercaban a saludarnos, y, como ellos, acompañaban. Para los que no la conociáis el lunes intentaré colgar una entrevista que le hicieron hace poco, que merece la pena. Ignacio Trujillo se para en el poema, y se lo agradezco. Curiosamente era de mis menos preferidos de los que he traducido de Cecília Meireles, pero leído desde la experiencia se me ha levantado mucho.
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