Se ríen mucho de Carmen por cómo mira a la gente en las tiendas y hasta en la calle esperando a puerta gayola el piropo, casi demandándolo, torera. Yo también me río, pero hipócritamente, porque sé a quién salió la niña. También espero ansioso el piropo que ella se merece, sólo que por lo visto disimulo mejor.
O se ríen a mis espaldas.
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