Estamos tan encima unos de otros que oigo todas las conversaciones de la playa. "¡Te llamas Jaime", le dice un niño a otro, "¡como yo!". "Y como yo", tercian más atrás. Yo me voy con mis musarañas: si el apellido en común nos dice que pertenecemos a la misma familia y nos gusta tanto encontrarlo con los primos lejanos, ¿no será el nombre común una muestra de que pertenecemos a la misma Familia? Un tocayo es, por tanto, un hermano del alma, efectivamente.
Efectivamente.
ResponderEliminarPor supuesto
ResponderEliminarPues a mi hay veces que me gustaría llamarme Ludovico, y que nadie me diera la lata... :)
ResponderEliminarPero no crea que se librará de la "lata", Don Ludovico Trujillo, porque aquí tiene a una "paisana" (en mi caso por nacimiento).
ResponderEliminarFdp.: Una trujillana
No cabe duda.
ResponderEliminarUn saludo,
Enric
¡Qué fraternal compañía (incluendo Ludovicos y Ludovicas)! Muchas gracias, hermanos.
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