Sólo lo
escuchaste dos veces.
En Santa
María la Blanca
por vez
primera; años después,
en un teatro
madrileño,
la mujer del
poeta amigo
(los mismos
que en Toledo),
le pidió que
te lo cantase
a la dama
judía misteriosa,
que nunca
más volviste a ver.
En vano te
afanaste
por
encontrar la pieza.
Pero a lo
largo de los años,
aquella
solitaria lluvia
ha seguido
calándote el alma.
Te espera
tal vez al otro lado.
Este poema aparece recogido en la antología tal vez final del poeta
Ricardo Defarges (Barcelona, 1933), titulada Este don a la muerte (Renacimiento, 2011). Lo mejor
del poema es cómo salva una anécdota gracias a la trascendencia que se adivina
en el último verso, que —sin énfasis— se anhela. Pero es emocionante ver que
bastaron dos ocasiones para que esa soñada y añorada música siguiese calándole
el alma. Quizá la facilidad de reproducción de ahora mismo trivialice la música
y el resto de las artes, que nacieron para el recuerdo en el alma, y no para dos o tres clics y ya.
[Actualización: ¡CLIC!
y tampoco se pierdan abajo el comentario de Borges-Balaverde]
¡Qué justo que me viene!
ResponderEliminarHay una canción irlandesa que se llama "Only our rivers run free". Hace mucho escuché una vez una versión, amateur, a cargo de alguien cuyo nombre ya ni recuerdo y nunca volveré a escuchar. Ni siquiera la tecnología de hoy puede satisfacer mi anhelo (más aún, es peor, porque ahora estamos acostumbrados a que la tecnología puede hacerlo y, cuando no lo hace, ¡qué desilusión!). En Internet hay miles de versiones, pero ninguna es igual a esa. Solo queda el consuelo del cielo.
Qué música era esa? La he buscado en spotify, pero poniendo regen, regen no la he hallado.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Enrique. Te cuento en lo mío para no enrollarme.
ResponderEliminarMuy bien visto, Enrique, la fuerza del final y la conclusión que sacas. Me ha venido a la mente una frase del Cardenal Ratzinger, "ayuno de la mirada", justamente para poder ver mejor. Pues aquí, "ayuno de los oídos" para mejor escuchar. Cuántos noes para un sí (y me acuerdo del poema de D'Ors).
ResponderEliminarBonito poema. De lo que estoy seguro que no me voy a acordar es de quién le pidió a quién que cantase la canción (ni entiendo por qué se intercala esa explicación)
ResponderEliminarEnseña Borges:
"El verso siempre recuerda que fue un arte oral antes de ser un arte escrito, recuerda que fue un
canto.
Hay dos frases que lo confirman. Una es la de Homero o la de los griegos que llamamos Homero, que dice en la Odisea: «los dioses tejen desventuras
para los hombres para que las generaciones venideras tengan algo que cantar».
La otra, muy posterior, es de Mallarmé y repite lo que dijo Homero menos bellamente; «tout aboutit en un livre» «todo pára en un libro». Aquí tenemos las dos diferencias; los griegos hablan de generaciones que cantan, Mallarmé
habla de un objeto, de una cosa entre las cosas, un libro. Pero la idea es la misma, la idea de que nosotros estamos hechos para el arte, estamos hechos para la memoria, estamos hechos para la poesía o posiblemente estamos
hechos para el olvido. Pero algo queda y ese algo es la historia o la poesía, que no son esencialmente distintas."
Osea que igual que el libro no trivializó el canto, el clic tampoco debería hacerlo, porque algo queda.
"tout aboutit en un blog"