"En général une condition de l’extrême beauté est d’être
presque absent, ou per la distance ou par la foiblesse. Les astres son
inmutables mais très lontains ; les fleurs blanches son lá, mais dejà presque
détruites". Esta bellísima idea de Simone Weil —que me da miedo traducir por si la ajo— no me abandonó mientras leía las
30 frágiles páginas de Cuaderno de
Binissaida de Àlex Figueras. Los grandes clásicos están muy altos y
lejanos, claro. Esta obrita tiene la condición de unas flores blancas: tan
vulnerable, en una edición tan minúscula (100 ejemplares) y tan cuidada, con su
transparente papel cebolla de cubierta, pero también con esa belleza extrema
indiscutible.
*
El antólogo es
otra cosa.
*
Volviendo a Cuaderno
de Binissaida, qué de hallazgos en tan poco espacio (nada estrecho, sin
embargo). Nosotros, como su autor, podemos decir: “Es imposible no abstraerse
al mundo literario que nos acompaña estos días y pensar, sí, en Platero”. No
todo es lírico. Hay algún toque epigramático: “Pienso que un adulto bañándose resulta
siempre un poco cómico”. Y una interesante reflexión ensayística: el misterioso
maestro literario de esos días de convivencia en Binissaida, llamado D., les
dice eso tan de X: “Hay que escoger entre ser escritor o lector”. Al principio
Àlex Figueras se extraña, pero luego ve que la diabòlica mania de’escriure, que
decía Pla, se lo acaba llevando todo por delante, lecturas incluidas. “Siempre
hay momentos en que se debe elegir entre coger un cuaderno o un libro, y ahí
aparece el escritor o el lector”. Para rematar, recuerda un dicho catalán: “Que
el llegir no et faci perdre l’escriure”. Yo entonces me agarro al supuesto
refrán del misterioso panadero de El Cuervo, aunque sé que tienen razón D., X y
À.F. Otra solución, gracias a Dios, es la que da, a la chita callando, este mismo librito: que la escritura sea tan
leve que no distraiga al que lo escribe de sus lecturas ni al
que lo lee de sus escrituras. Muchas gracias.
E!, tráete el libro a Madrid esta tarde, hombre, que con tan poco ejemplares no habrá quien lo encuentre, ¿no? Hay que escribir con la mano mientra se lee con los ojos, como los escribas [(más exactamente, las secretarias( o secretarios)] J
ResponderEliminarAtención, D. Enrique, que en la transcripción de la frase francesa se han coaldo varias faltas de ortografía
ResponderEliminarNo me extraña nada, ay, tantas erratas entre mi ignorancia del francés y el puñetero corrector de Word puede haber salido cualquier cosa. Ahora no puedo corregirla, pero su atenta llamada servirá al menos de advertencia. Muchas gracias.
ResponderEliminarCierto, la belleza es tan frágil...Esta mañana, ¡qué frío!: la madre con la niña de la mano vestida de estrella camino del colegio, la sonrisa del negro del semáforo de todos los días con un gorro de Papá Noel, el paseante madrugador con dos delicados galgos afganos junto al río... Será que va a nacer Dios pronto y me ha limpiado las gafas...
ResponderEliminarCierto, la belleza es tan frágil...Esta mañana, ¡qué frío!: la madre con la niña de la mano vestida de estrella camino del colegio, la sonrisa del negro del semáforo de todos los días con un gorro de Papá Noel, el paseante madrugador con dos delicados galgos afganos junto al río... Será que va a nacer Dios pronto y me ha limpiado las gafas...
ResponderEliminarNo sé qué decir. ¡Muchas gracias!
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