SI TE VAS
Si te vas, sé feliz. Y no pienses que es sólo
un generoso impulso quien dicta estas palabras,
o el viejo afecto, vivo todavía:
también es el orgullo.
Que la dicha nos sea preferida
es triste, nada más. Pero que el tedio,
la grisura, el cansancio,
aparezcan también mejores que nosotros
a los ojos de aquel a quien amamos,
que prefiera su carga a nuestro alivio…
También por egoísmo, ya lo ves: si es que puedes,
por favor, sé feliz.
José Cereijo acaba de recoger su poesía en una antología personal (Polibea, Madrid,
2011) y nadie con más derecho que él para estar en esta sección de Alba que se llama "Clásico, es decir, actual". Pocos
poetas actuales muestran mayor temple clásico, aunque sea un temple cruzado de
una veta romántica. Ambos extremos se ven especialmente bien en este poema. Con
qué serenidad ática afronta el desamor, y con que precisión de silogismo expone
su deseo, de un sentido común contundente. Claro que basta un tenue titubeo
dubitativo penúltimo (“si es que puedes”) para que se le escape el temblor del alma
herida. Y ahí nos hiere.
Buena pista, buen poema.
ResponderEliminarUno de mis poetas preferidos. Hermoso poema, muy en su línea.
ResponderEliminaruf¡
ResponderEliminarPrecioso
Efectivamente, ese "si es que puedes" le da un toque de amargura sutil y real. Me gusta.
ResponderEliminarMiguel
Así es, Miguel. Lo dramático del "si es que puedes" es que se agarra a una esperanza a pesar de todo, y el lector percibe que es ya inútil.
ResponderEliminarLo releo, y ese "por favor" del último verso tampoco es manco: sintácticamente está con lo que le sigue; sentimentalmente quizá con lo que le precede.
ResponderEliminarNada mejor que un poeta para comentar a otro
ResponderEliminarMuy buen poeta, Cereijo. Me haré con su libro. Un abrazo.
ResponderEliminarAgradezco de veras a Enrique su iniciativa de copiar aquí este poema mío. Respecto a sus comentarios, ¿qué puedo decir? Mejoran el poema; o, quizá, parecen referirse no al poema que uno efectivamente escribió, sino al que uno debería haber escrito, si supiera cómo hacerlo. Señala bien el último anónimo lo de que se nota que es un poeta quien comenta; gracias a su lectura creadora, ciertamente, los versos dicen más (y mejor) que sin ella. Gracias. Y mil gracias también al amigo Sevillano por sus palabras, tan generosas.
ResponderEliminar(Y un último detalle: el calificativo de “poeta” lo acepto, en mi caso, como una muestra de amabilidad extremada. Yo me considero solamente un aprendiz, y creo de veras que tengo razón al pensarlo).
José Cereijo
No me parece de los mejores, pero Cereijo es un enorme poeta.
ResponderEliminarEste blog es un lujo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias a José Luis Piquero y Emilio Quintana por sus generosas opiniones, que valoro especialmente por venir de dos excelentes poetas como ellos. Les ruego que, si leen esta nota, se pongan en contacto conmigo, en la dirección josecereijo@gmail.com
ResponderEliminarTengo que decir, de todos modos, que la antología a la que se refiere EGM, y de la que está tomado el poema, no se pondrá (por desgracia) a la venta en librerías; es iniciativa de un amigo editor, que no tiene infraestructura (como ahora se dice) para distribuirla en librerías. Es posible (lo está negociando) que pueda conseguirse dentro de unos días solicitándola a la Librería Rafael Alberti, c/ Tutor 57, 28008 Madrid.
Tel.: (+34) 915 443 370 Fax: (+34) 915 449 591
info@libreriaalberti.com
En cualquier caso, se trata de una antología de lo ya publicado, verso y prosa; no incluye nada inédito.
José Cereijo
La palabra orgullo debería escribirse "orguyo".
ResponderEliminar(Carlos Edmundo de Ory)
¿Cereijo? Ni buen ni mal poeta. Poeta, a secas. Como el hermano mediano que no pasa desapercibido ni cae gordo a nadie.
No obstante, que aplaudáis las aportaciones de un "si es que puedes" o de un "por favor", ah, dice muy poco en favor del vuelo poético vuestro.
Tras este comentario, acabo de decidir no publicar ningún comentario anónimo en mi blog (a no ser que el tal anónimo sea el autor del Lazarillo de Tormes, pero es improbable).
ResponderEliminarPues yo creo, querido Mora Fandos, que conviene dejar que publiquen, y no sólo por la posibilidad de que lo haga el autor de El lazarillo, sino porque anónimos y todo, se retratan solos. Que alguien venga con el vuelo y no sepa ver que el temblor de la poesía estriba muchas veces en una palabra correcta o en una coma justa, no hablemos ya de una expresión por la que se escapa el alma, es bastante sintomático. Aunque es verdad que hay lectores a los que les basta el vuelo y otras nebulosas. Por otra parte, la cita de C. E. de Ory es espléndida y eso sí que lo ha aportado.
ResponderEliminarQuerido Enrique, me parece muy bien tu postura. Las dos alternativas tienen sus ventajas y sus inconvenientes. Yo voy a seguir la otra. Un abrazo con serenidad ática, a ti y a Cereijo.
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