domingo, 15 de enero de 2012

Tres lecciones de Carmen Oteo

Cuánto se nos ha dicho, y yo me he repetido, que el primer paso es la mitad del camino, que lo más difícil es empezar y todos esos refranes que animan a poner manos a la obra. Pero arrancar también puede ser el momento perfecto para ver que no compensa o no se puede hacer un trabajo. Es lo que le pasó a Carmen Oteo con las Monster high, cuya artículo ya había empezado a escribir. "Las llamaba", me cuenta, "mosterjai que me parece más cañí y las definía como unas Belén Esteban tuneadas a lo jalogüin con la sola virtud de estar calladitas (que no es poca cosa comparadas con el modelo)". A pesar de esas espléndidas ideas, lo dejó, dándonos dos lecciones extraordinarias. Y una más: digan lo que digan esos refranes animantes, empezar las cosas es también (puede serlo) el primer paso para dejarlas. Uno puede estar alimentando proyectos ambiciosos en su mente media vida, pero en cuanto se pone a ellos, ve que no. Y esa no es una ventaja menor, ni mucho menos, de ponerse en acción cuanto antes. 

2 comentarios:

  1. Gracias, gracias y gracias, en el Diario te he colgado un comentario.

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  2. Yo también lo he colgado allí, pero lo traigo aquí:

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    Ay, las monsterjais... Mi segunda sí está en edad, sí... Y manifesté mi radical oposición a entregar esa carta al paje real... Pero ¡ay! qué poco pinto.

    Interesante y tranquilizadora la opinión de gatoflauta en su comentario. Mi sobrina y ahijada tiene como personajes favoritos de las pelis de Dísney a los malos. Le encanta Cruela de Vil. Y de momento no participa en ritos satánicos.
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